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Se trata de una empresa de apariencia difusa, incluso confusa, pero tiene una ubicación física notablemente accesible si se desea contactar con ella. Alojada en la quinta planta de un edificio con cristales ahumados en todas las ventanas, la oficina en la que entro desprende un intenso olor a Linimento Sloan. Me recibe un señor bajito de mirada torbosa (entre torva y morbosa). Me tiende una mano pequeña y sudorosa que enseguida resbala dentro de la mía y se escapa como una anguila. Extrae y me ofrece una almendra garrapiñada de un bote enorme que contiene otra más. Me da pena que se separen y la rechazo. El fruto seco caramelizado hace clinc al asentarse en su anterior hábitat. Nosotros también tomamos asiento.
GOSLUM: ¿Puede decirme el nombre de la empresa?
ENCARGADO: Minelli.
G: Dedicada…
E: A las palizas por encargo. “Palizzas Minelli, herederos de Judy Garland”.
G: ¿Usted es el encargado?
E: De la empresa, pero de las palizas se encarga un señor de hombros increíbles, bíceps tiples y masa cerebral irresponsable.
G: ¿Sólo tienen un empleado?
E: No, yo me refería al empleado tipo, en realidad tenemos más de cien. Nos los crían en granjas.
G: ¿Matones criados en granja? Son ustedes una empresa de tecnología punta…
E: Bueno, según comentarios de nuestras víctimas, de tecnología hijo-punta.
G: Quién encarga una paliza hoy día.
E: Se sorprendería de la cantidad de gente que está dispuesta a pagar para que alguien salga perjudicado. Niños incluso.
G: ¿Niños?
E: Párvulos con huchas repletas han venido a suplicarnos que les machacáramos los riñones a compañeros de aula.
G: Pero ustedes se negarían…
E: Hombre, claro, si hubiera visto sus caritas cuando les dijimos que con lo que contenían aquellas huchas no teníamos ni para obligrarlos a que se comieran sus mocos…
G: Los críos son muy crueles.
E: Pero desgraciadamente insolventes.
G: ¿Qué sucede cuando alguien se pasa de paliza a desconexión wifi cerebral?
E: Esa insinuación me ofende. Nuestros profesionales trabajan el cráneo humano y su masa cerebral con mayor pericia que muchos neurólogos.
G: He oído que ofrecen ustedes la posibilidad de dar palizas a grupos.
E: Sí, una vez nos contrataron por dar una buena zurra a cincuenta fans de Mónica Naranjo.
G: ¿Qué pasa si un cliente no queda satisfecho?, ¿le devuelven el dinero?
E: Jamás devolvemos el dinero. Lo que hacemos es dejarlos que miren durante una somanta a otro cliente.
G: Vaya. ¿Y el precio?
E: Una paliza bien dada no tiene precio. Cobramos la voluntad.
G: ¿Quiénes encargan hoy día una tunda?
E: Hay de todo, desde profesionales liberales hasta profesionales fascistas. Desde albañiles encalados hasta abogados del estado del bienestar. Aunque últimamente los cocineros se llevan la palma.
G: Una sociedad que recurre a las palizas, ¿no es una sociedad enferma?
E: Al contrario, creo que la sociedad está enferma porque no es capaz de ejercer la venganza con desenvoltura. La venganza relaja tanto como el deporte o el sexo.
G: Pues debería usted probar el sexo alguna vez.
E: Podría encargar ahora mismo una paliza, pero carezco de voluntad para pagar.
G: Un alivio.
E: Y ahora, si me permite, tengo que atender una empresa.
G (Le tiende la mano): ¿No me da la mano?
E: No, porque no ha querido la garrapiñada.
G: Qué vengativo, oyes.
(Escrito por Goslum)
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Querida señorita Randall: lo mismo ya no se acuerda de mí, no sería nada extraño, hace ya muchos años que no tengo que recurrir a este método, desde aquellos tiempos del Bachillerato y de los trabajos que había que entregar al día siguiente.
Claro que entonces uno por lo menos tenía tema prefijado, imagínese el dramatismo cuando hay libertad absoluta para elegir.
¿Cómo dice, que será más fácil?
Bueno, teóricamente sí, lo que pasa es que uno no es especialista en nada y los ejemplos que tengo alrededor tampoco me ayudan demasiado. Fíjese, de cocina no tengo ni idea, me quedé en los huevos fritos y aun hay quien lo discute, y mi vena poética se agotó con los versitos que hice para aquella niña de las trenzas rubias. No se acordará, era un sencillo pareado (desde que te vi/yo te querí), tampoco tuvo mayor éxito.
Para serle sincero, el problema es muy sencillo, estoy de vacaciones y consecuentemente no tengo tiempo para nada. A mí me gusta tomármelo con calma, documentarme un poquillo, buscar alguna curiosidad, esas cosas.
Me muevo en un mundo de auténticos tiburones, gente de colmillo retorcido, que entiende de todo o al menos lo dan a entender y como metas la pata ya te puedes ir preparando.
Dirá usted que a mediados de agosto y en domingo cualquier cosa ligerita serviría, y no le falta razón, vaya eso por delante, pero tampoco quisiera ser yo el culpable de la desaparición de este antro.
Ideas tenia, ¿eh?, que a mí imaginación es lo que me sobra.
Vea si no:
a) Análisis jurídico-literario de texto, con deconstrucción absoluta, de las preguntillas del baranda de la zona (muy manido y demasiado pesado).
b) ¿Es cierto que Davy Crockett sobrevivió al asalto de El Alamo y fue posteriormente fusilado? (poco atractivo para el gran público).
c) El insoportable y bochornoso nivel del periodismo deportivo español (no te imaginas, Sonsoles, la cantidad de españoles que podrían ser redactores del Marca).
d) Veraneos de mi infancia (se me han adelantado).
e) ¿Plasma o LCD? (excesivamente técnico y total ya me he comprado el Samsung).
f) Los viajes del bisabuelo (meramente personal).
g) La primera vez que cobras un alquiler (una experiencia religiosa).
h) No llevo kaiku porque no voy a tocar el txistu ( muy folclórico).
i) El hombre de Hacienda, o “aquí metemos unas hostias de cojones” (el relato de terror ha perdido vigencia).
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