La entrevista a Julio Anguita es de pago. Aquí completa:
«La Constitución está rota por un consenso mal entendido»
Se hizo con la Alcaldía de Córdoba en 1979, siendo la primera capital de provincia gobernada por el PCE desde la II República. El 'califa rojo' saltó desde allí a la política nacional al frente de Izquierda Unida. Bajo su liderazgo, entre 1989 y 2000, la coalición obtuvo sus mejores resultados. Famoso por la pinza contra el PSOE y por su 'programa, programa, programa', pide ahora una refundación de IU para sacarla de la crisis.
ESTHER ESTEBAN
Pregunta.- La Constitución española cumple 30 años y tal vez tengamos que preguntarnos en qué hemos acertado y cuáles han sido los errores...
Respuesta.- Se está recogiendo el fruto de un apaño entre las cúpulas partidarias y los restos del franquismo que querían pasar el Jordán manteniendo sus privilegios económicos y políticos para la nueva situación. Aquella Transición fue exaltada como modélica, porque se había vuelto al sistema democrático sin traumas y sin sangre. Pero al paso de 30 años se ha visto que aquello no fue así. Se les perdonó todo, volvió la dinastía borbónica que había sido echada de España en el 31, y se instauró un sistema llamado democrático en el que hemos visto que no existe la independencia de los tres poderes. Este país ha continuado siendo el reino de la corrupción, del robo, del latrocinio y de la especulación, del favoritismo y de la impunidad para los grandes. Todo aquel montaje -que nació con unas Cortes Constituyentes y con una Constitución contradictoria: por una parte, los españoles son iguales ante la ley, pero la Familia Real no lo es- está pasando factura.
P.- ¿El Partido Comunista se equivocó aceptando la Monarquía?
R.- La inmensa equivocación está ahí, pero no de la manera que se piensa. El partido entonces transformó algo que tenía que haber sido táctico en una estrategia. Se aceptó la Monarquía, la bandera y las reglas del juego. Y el error estuvo en que podíamos haber dicho que lo aceptábamos ante la presión, pero inmediatamente teníamos que habernos posicionado en contra de la Monarquía. El PCE apostó consecuentemente, y es más, la mañana del 24 de febrero todos nos posicionamos bajo las alas de la gallina clueca del Rey. Allí triunfó el golpe. Aquella mañana deberíamos de haber empezado a hacer las cosas de otra manera, y haber convertido España en republicana.
P.- Admita al menos que el 23-F el Rey fue el gran garante de la democracia...
R.- Pienso que el Rey sabía lo que se estaba cociendo. No me creo que la Junta de Defensa Nacional y el Cesid no informaran al Rey de lo que se estaba preparando. Lo que pasa es que aquí había varios conjurados sobre un silencio y un equívoco en el que estaba mucha gente. ¿Por qué llama Milans del Bosch y pregunta por Armada y le dicen que ni está ni se le espera? Porque saben perfectamente a lo que juegan. Aquí había un acuerdo para que Armada o el elefante blanco convencieran a los portavoces para que en vez de votar a Leopoldo le votaran a él. Era un golpe de guante blanco, incruento, pero al día siguiente reconsideran todos sus actitudes y se muestran solícitos ante el mando de su Majestad, cual gallina clueca. Naturalmente, el Rey borboneó, intentó pastorear, y cortó cuando tenía que cortar. Se puso el traje de capitán general y salió revestido de demócrata, pero estaba en la pomada y aceptó un golpe de timón más bien parecido a la dictablanda de Primo de Rivera que a lo que pretendía Tejero, que era disparatado.
P.- Esta ha sido la primera Constitución aprobada por todos los partidos. ¿La forma en que se desarrolló el Título VIII, sobre la organización territorial, fue la correcta?
R.- El problema de la Constitución fue que se intentó hacer a base de remiendos y de peticiones. De una parte lo que reclamaba la oposición, como el tema de las nacionalidades, que se aceptó sin calibrar sus competencias, y de otra, las apetencias partidistas de cada uno. El PCE acepta la Monarquía, la bandera, y una ley que era clarísimamente injusta contra nosotros, la Ley electoral. Hay un momento en que nos creemos que de esa Constitución realmente se puede sacar fruto, pero no ha sido así. Ha pasado el tiempo y ahora se ha demostrado las carencias que tiene.
P.- ¿Y hacia dónde hay que cambiarla?
R.- A mí esta Constitución me da igual. Es más, yo me he comprometido en un manifiesto republicano a que si vuelvo a ser concejal, diputado o cualquier cargo público prometería la Constitución con la fórmula de por imperativo legal, porque me siento totalmente desvinculado de ella. En estos momentos hay que ponerse con paciencia a iniciar un proceso constituyente que conduzca a la Tercera República española. Estoy convencido de que España mañana será republicana. Y en absoluto considero la Tercera República heredera de la Segunda, sino otra de nuevo cuño que debe tener una visión federal del Estado, porque lo de hoy es un gazpacho indecente donde las reformas de los estatutos se han hecho como apaños para apoyar a los sucesivos presidentes del Gobierno.
P.- Vamos, que el Estatuto catalán es una chapuza...
R.- ¡Una gran chapuza! El error ha sido modificar estatutos sin modificar la Constitución, con lo cual hemos llegado a una especie de monstruo de Frankenstein hecho a pedazos. Yo planteo una Constitución federal que para mí es un estado unitario, porque en la medida en que se acepta el Estado federal los distintos estados o comunidades son parte del Estado español. La Generalitat de Cataluña es Estado español, les guste o no. Y la Lehendakaritza es Estado español, les guste o no, porque el Estado español tiene tres administraciones: la local, la autonómica y la nacional. Por eso, cuando hablamos de la negociación del Estado con las autonomías se comete un error. Será la negociación entre la Administración central y la autonómica.
P.- Pues IU del País Vasco ha sucumbido en la trampa del nacionalismo, ¿no?
R.- Soy partidario del derecho de autodeterminación, y nunca me ha dado miedo nadie que se confiese nacionalista o independentista, y menos que decidan los ciudadanos. Yo siempre le he imputado al Gobierno central la falta de valor para asumir esto. Mi idea es un Estado unitario, donde la caja única y las decisiones de política económica son de la federalidad del Estado, que tiene que garantizar igual servicio para todos los ciudadanos del país, hablen la lengua que hablen. Y en esas condiciones, ¿nos interesa unirnos? Que hable el pueblo. Lo absurdo es tener a un referéndum un miedo pavoroso, cuando la autodeterminación no es a la defensiva, sino a la ofensiva.
P.- Y llegados a ese punto, ¿la soberanía dónde reside?
R.- En el pueblo. La soberanía reside, si llegamos a un acuerdo sobre el estado federal, en el conjunto de la población de España. Para que el pueblo vasco se pueda autodeterminar, el pueblo español, con la Constitución en la mano, tiene que dar esa capacidad, y lo sigo manteniendo. ¡Estoy harto de este sempiterno juego! Por una parte utilizan la presión nacionalista para tener unas ventajas, y por otra usan la presión de la España unida para tener otras distintas. Ha llegado el momento de ver qué ocurre, y dar un paso claro para que España no se siga desangrando.
P.- Le preguntaba si ha sido un error letal para IU alimentar las tesis de Ibarretxe y gobernar con él.
R.- Se pacta con quien se tenga que pactar. No considero que IU lleve en su esencia un impedimento o una rémora hacia la integración en un gobierno de otro color. Todo depende de lo que pactes y el programa que pactes. ¿Que IU ha sido perjudicada? Evidentemente, por no haberse explicado, por no haber tenido la valentía de plantear las cosas ante los medios de comunicación.
P.- ¿En qué sentido?
R.- Cuando firmamos el Pacto de Lizarra y los medios de comunicación empezaron a criticarnos, propuse hacer una campaña donde los 274 dirigentes explicaran el tema en toda España. Fuimos dos. Yo me he partido la cara por los acuerdos de Lizarra, aunque tenía mis dudas, pero lo había aprobado la dirección y yo peleaba por eso. ¿Qué nos venció? El miedo interno, el miedo escénico. Aquello nos perjudicó. Después, cuando se ha formado gobierno con el PNV, Madrazo ha sido mucho más criticado que el PSE, que también pactó con ellos. Aznar fue presidente del brazo de Pujol y de Arzalluz y no se rasgaron las vestiduras. Todo depende de lo que se pacte. Yo sé que ahora mismo la política de vivienda que se hace en Euskadi está puesta como ejemplo, y ésa es de IU.
P.- De entrada, el artículo 155 de la Constitución es una salvaguarda del Estado para que las comunidades autónomas no se pasen, ¿no?
R.- Mecanismos de salvaguarda hay uno, que se copia literalmente del artículo 39 de las Leyes Orgánicas de Franco, que encomienda al Ejército esa función. Cuando aborda el problema del separatismo, la Constitución republicana le daba al presidente de la República la toma de las iniciativas pertinentes e inmediatas dando después cuenta a las Cortes. Yo estoy de acuerdo con esto. Si hay una Constitución, lo normal es que se cumpla. Lo que pasa es que los que tienen que velar por el cumplimiento de la misma no tienen fuerza moral, porque están atados por pactos y más pactos. Ese es el problema. El famoso consenso ha sido el cementillo que ha ido aguantando este edificio, hasta que llega un momento en que los padres de la patria se encuentran otra vez ante el problema. No es que se rompa España, lo que realmente se está destrozando es la Constitución, que está rota por un consenso mal entendido.
P.- Hablando de pactos. Usted rompió muchos tabúes al hacer la famosa pinza con el PP. ¿Acertó o no?
R.- La llamada pinza se produce con el PSOE como representante del crimen de Estado, del robo de fondos reservados, de la corrupción, con ministros encarcelados... ¿O es que ya nadie se acuerda? En ese instante, ¿cuál es la coincidencia con el PP? Pues simplemente reclamar democratización, limpieza, investigación y lo que cualquier partido democrático y decente hubiera hecho. Coincidíamos en pedir la dimisión de Felipe González. Pero hay dos cosas que nos diferencian: Aznar le pide a Felipe que dimita y convoque elecciones, y yo pensaba que Felipe tenía que dimitir, pero sin elecciones, que gobernara otro líder de su partido. ¿Por qué se dice que nosotros fuimos los responsables de que Aznar ganara?
P.- Tal vez lo llamativo fue que la izquierda comunista y la derecha se entendieran, algo inédito.
R.- Jamás me he arrepentido de la famosa pinza. No podíamos ser cómplices del robo, de las torturas, de la cal viva, porque fuera un partido de izquierdas quien lo hacía. No podíamos ser cómplices con nuestro silencio, aunque luego se haya engañado a los ciudadanos diciendo que Anguita fue el responsable de que el PSOE perdiera. No es cierto, el PSOE perdió porque era lo contrario a la honestidad, la honradez y a lo que debe ser un partido de izquierdas. El que comete un crimen es un criminal, y nosotros no podíamos mirar hacia otro lado.
P.- De aquella pinza donde IU estaba en plena forma a ser casi extraparlamentarios hay un abismo. ¿Qué ha pasado para esta decadencia?
R.- El Partido Comunista ha sido siempre grande en las condiciones de la excepcionalidad, en la Guerra Civil, en la Dictadura luchando contra Franco, y al crearse la situación de la Transición hubo una cierta normalización, y tragamos muchas cosas. Nos normalizamos, pero a la baja. En todos estos años, el PSOE ha pretendido que seamos la segunda marca, para utilizarnos. Y nosotros hemos caído en la trampa.
P.- En resumen, que el PSOE se ha llevado la parte del león...
R.- Hay que reconocer que esta estrategia les ha salido muy bien. El PSOE ha conseguido que a su izquierda quede un inmenso campo, y sin jornaleros que lo trabajen, porque a su derecha le ha invadido el terreno ideológico el PP, cuyas políticas fiscal y económica son calcadas. Rajoy se ha dado cuenta de que eso del viaje al centro no es, ni más ni menos, que coger el sitio del que se ha apoderado el PSOE, que es de centro, pero no de izquierdas.
P.- Pero le preguntaba por IU. ¿Qué parte de culpa tuvieron algunos de los suyos, que parecían infiltrados del PSOE, para debilitar a IU?
R.- A IU le ha pasado de todo en este tiempo. Y dentro hemos tenido muchos traidores. Hubo un tiempo en que, de los ocho que mandaban en el secretariado, cinco querían traicionar nuestro proyecto. Nuestro mal obedece a que la gente del PCE y de IU tenemos dignidad, seguimos creyendo eso de la derecha contra la izquierda, como una lucha ética de proyectos, de regates, de posiciones, y al final nos situamos equivocadamente al lado del PSOE por una cuestión de dignidad mal entendida.
P.- Por último, ¿ETA ha sido el gran cáncer de la democracia?
R.- Probablemente. Después de tantos intentos en estos años, hay que concluir que lo de acabar con ETA es una cuestión de policías y jueces. Dialogar con ellos no sirve de nada. Esta gente no entiende lo que puede significar la lucha política, y además ya han hecho de la violencia un modus vivendi.
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