En torno a Nueva historia de España (VII). Nación española y naciones europeas
Hay, entre otros, un punto clave en su libro, el referido a España como nación, que usted retrotrae nada menos que hasta Leovigildo, contra tendencias interpretativas muy divulgadas.
La romanización homogeneizó la península cultural e incluso étnicamente, se acompañó de migraciones internas y todo tipo de relaciones, a través de las calzadas (A propósito, valga un inciso: he propuesta varias veces, también en Viaje por la Vía de la Plata una recuperación en lo posible de la red de calzadas para convertirla en un sistema de vías para caminantes, que tendría alto valor cultural). Así, los pueblos clásicos, íberos y celtas, se fundieron y desaparecieron, quedando solo, y parcialmente, los más aislados en las montañas del Cantábrico y Vasconia. Todavía no era una nación en el sentido actual, es decir, político. La conversión de España en nación política ocurre cuando el poder godo se españoliza, se asienta definitivamente en la península, en lugar de seguir sus emigraciones. Con Leovigildo y Recaredo nace un poder hispano-godo que trata, en general con éxito, de unificar la península. Prácticamente al mismo tiempo nace la nación francesa, o franco-gala, aunque esta tendría una dinámica dispersiva, en lugar de la unitaria de España. Inglaterra va configurándose algún tiempo después, aunque será a partir de la invasión normanda, siglos posterior, cuando se le pueda llamar una nación. Estas son las tres naciones más características de Europa occidental, más tarde otras menores (las escandinavas, excepto Suecia, tendrán incidencia menor), formadas, además, al margen y hasta cierto punto en contra, del Imperio centroeuropeo, el de Carlomagno y el Sacro Imperio Romano Germánico, que tenía ambiciones de englobar a toda la cristiandad.
Eso choca de frente con la mayoría de las interpretaciones prodigadas desde hace décadas, o con la de que en España existen varias naciones.
La palabra “nación” ha recibido muchos significados, por lo que el historiador debe aclarar en qué sentido la emplea. Yo considero una nación como un poder político asentado sobre una población y territorio más o menos homogéneo cultural e históricamente. Pero a menudo se confunde nación con nacionalismo. El nacionalismo traspasa la soberanía del monarca a la nación misma, al pueblo, es una doctrina que cunde en el siglo XIX y, tomando modelos como el de España, Francia, Inglaterra, Holanda, etc., crea nuevas naciones a partir de diversos imperios, al no reconocer la soberanía de los emperadores. Así, Alemania e Italia surgen muy tardíamente, construidas por los nacionalismos, mientras que en los tres casos anteriores el proceso fue al revés: de la nación al nacionalismo. En el siglo XIX surgen numerosas naciones construidas por los nacionalismos, en Europa y en América, tendencia que se extendería a los demás continentes. El nacionalismo surge como doctrina democrática, aunque en muchos casos adquiere un carácter contrario.
Zapatero no es precisamente mi héroe, pero lo que no voy a consentir es que se insulte al presidente de mi país. Sea Zapatero, sea Aznar o en el futuro Rajoy. Que se le criteque lo que quieras, pero no que se le insulte. (Caramelito Encima de elpis.com)
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Pues, mira Caramelito, a ver si te quitamos de Encima, el día de reflexión de las generales del 14-M, una bandada de descerebrados se paseó por las calles de Madrid, al paso alegre de un día de abstención, acusando al presidente de tu gobierno de ASESINO y tú no dijiste ni mu, a pesar de que eres una vaca pastante. ¿No sería porque se llamaba Aznar ese presidente del gobierno tan tuyo como mío? Te lo digo, Caramelito, porque parece que te gusta ir por ahí diciendo que no te gusta que se insulte al presidente de tu pais se llame como se llame.
(Se pilla antes aun mentiroso que a un cojo,sobre todo si miemte a favor de Zp)