Homosexualismo, esclavitud, Juan Pablo II y la castidad
21 de Julio de 2010 - 10:03:13 - Pío Moa - 21 comentarios
Ayer puse, o mejor dicho, quise poner, un breve comentario a la segunda respuesta de Federico a mis opiniones, que misteriosamente no salió en el blog. Decía que estaba claro, como yo pensaba al principio, que en realidad ambos coincidíamos más de lo que a primera vista parecía, aunque discrepásemos en matices de cierta importancia. Vamos a verlo ahora más por extenso.
Como señala Federico, hay gran cantidad de víctimas que durante siglos, incluso en la España de hoy, "han visto destrozadas y rotas sus vidas por su condición homosexual". Y expone el caso reciente de un panadero en un pueblo a quien la confesión de su homosexualidad le costó ataques, burlas y agresiones hasta verse obligado a emigrar de allí. Todos conocemos hechos semejantes, por lo común no tan extremos, pero también indignantes. Lo que yo le decía a José María Marco es que no son los homosexuales los únicos que han sufrido y sufren daños parecidos, incluso mucho peores en ocasiones, y los sufrimientos pasados no componen una especie de deuda histórica que justifique exigencias abusivas en el presente. Ahora mismo hay algún lobby negro empeñado en obtener reparación por los siglos de esclavitud (y este sí que es un agravio y sufrimiento muchísimo peor que cuantos hayan afectado a los homosexuales). Supongo que, aparte de "compensaciones" económicas, pronto exigirán una cuota de negros en las empresas o gobiernos, la enseñanza de las culturas africanas en las escuelas, o incluso la enseñanza según los cánones de las tribus negras, etc. Eso es mear fuera de la pota, y podría replicárseles que si ahora son libres se debe a la iniciativa de los europeos, más específicamente de los ingleses (después de haber sido durante siglos los mayores esclavistas), y a partir de concepciones generales de origen cristiano. A quienes podrían pedir reparaciones es más bien a los islámicos que han resistido con uñas y dientes a la abolición de la esclavitud y siguen practicándola en algunos lugares. O a los descendientes de los jefes negros que esclavizaban a otros de su raza o los vendían a los negreros. Análogamente, el homosexualismo explota sufrimientos pasados o presentes, reales, exagerados o inventados (véase el caso Turing) y como si solo los homosexuales sufrieran; y a partir de ahí lucubran una concepción general, adecuada a sus gustos, de la sexualidad y hasta de la vida, y pretenden convertirla en norma social.
Una pequeña digresión: me ha llamado la atención un dicho de Juan Pablo II, citado por Federico, calificando de pecado mirar con lujuria a la propia esposa. No sé qué se entenderá por lujuria, pero si se entiende un fuerte deseo carnal, entonces considerarlo pecado comprometería seriamente a la misma procreación: salvo excepciones, esas cosas no pueden hacerse por sentimiento del deber. Normalmente los hombres miran "con lujuria", así entendida, no solo a la esposa, sino a muchas otras mujeres que se presentan a su vista. Asunto diferente es pasar de ahí al adulterio, la violación o algo así. Igual que la visión de montones de billetes suscita en mucha gente una intensa codicia, aunque casi nadie intente robarlos, unos por convicción moral, otros por una cobardía, digamos, sana. En cuanto a la castidad, nunca he entendido del todo el concepto. Leí hace poco un interesante libro de Alessandra Borghese que la planteaba como un reto de excelencia, sin que implique total contención, salvo en el clero. Será así, y quizá pueda exponerse como un ideal, pero creo que no como norma para el ciudadano común. En cuanto a la castidad total del clero, supongo que sublima, por emplear el término, la líbido en un grado superior al accesible al vulgo; pero tomada como norma a imitar por el común, tendría los mismos efectos que una homosexualidad generalizada.
Ríiiiiiiiinnnnnn. Aspirantes a la diplomatura de Agip-Propop del PsoeZ, empieza la clase magistral.
Los aspirantes se agolpan en la puerta del aula. Uno de ellos le espeta a otro con harta prisa y con aspecto de tullido: ¡Coño, Fede, sin empujar! ¡Eres un ansioso! ¡Siempre quieres ser el primero, joé!
(Ya en el aula)
- A ver, Fede, (pregunta el profesor, Pepiño Blanco), ¿qué es ser de derechas?
- Uy, está chupao, amado profe: No ser militante del PsoeZ o, en su defecto, no chupar rueda de nuestro querido en infalible partido.
- Muy bien, magnífico, Fede. Y ahora demuestra a tus compañeros que eres un perfecto pérfido polimorfo. ¿Qué técnica emplearías tú con ellos?
- Uy, amantísimo profe, esa sí que me la sé: jamás aportar un argumento y siempre hacer uso del insulto y la calumnia. Si cometen el pecado imperdonable de no ser del PsoeZ hay que castigarlos como se merecen: a base de escupitajos verbales, de lapos verdosos como los que yo suelto para ellos y con calumnias e insultos a tutiplén. Eso Me Se Da harto bien, profe
- Vale, vale. Si sigues así te nombraré ayudante de asistente de adjunto en mi cátedra.
- Uy qué bien. Cuando quiera se la chupo, amado profe. Yo soy asim de agradecío.