P.- No obstante, la opinión común es que España ha tenido una tradición esencialmente tiránica o antidemocrática.
R.- Es una opinión falsa, desde luego. La tradición del pensamiento español, desde los godos, es anti tiránica, busca siempre la legitimidad por encima de la violencia, y esa legitimidad, que, como en todas partes, remitía a la voluntad divina, se suponía que debía ejercerse en beneficio y con consentimiento del pueblo. Al revés que en el posterior Al Ándalus, en el reino hispanogodo el poder espiritual y el político no estaban plenamente identificados y existían organismos intermedios, municipales, etc., limitadores del despotismo, un despotismo que en cambio fue determinante entre los musulmanes. Luego, en la Edad de Supervivencia y en la de Asentamiento, la libertad del pueblo bajo, del campesinado, era en España probablemente mayor que en el resto de Europa, exceptuando acaso Cataluña y Galicia, donde, no por casualidad, hubo grandes revueltas campesinas. En España nacieron los embriones de representación parlamentaria, en las Cortes de León, antes que en Inglaterra, y la idea implícita de que el poder viene de Dios, pero a través del pueblo, se hizo explícita por Suárez y otros, en contra de teorías absolutistas que nunca tuvieron curso en España, excepto, hasta cierto punto, en la Ilustración (el despotismo ilustrado) y por influjo francés.
P.- Aun así, el pensamiento que hoy pasa por típicamente español ha sido más bien reaccionario y antidemocrático.
R.- En parte es una realidad, pero es también el pensamiento de la decadencia hispana, no el del apogeo. Y proviene por una parte del absolutismo francés, que marcaba el estilo político en la mayor parte de Europa. ( De todas maneras no debe identificarse el absolutismo con el totalitarismo propio del siglo XX y que sigue existiendo, aunque hay una raíz común al absolutismo y al totalitarismo: la minoría que se considera ilustrada tendría que ejercer un poder omnímodo sobre el pueblo, por el propio bien de este). También trato algo de eso en el libro, aunque lógicamente no de modo sistemático, pues de otro modo se transformaría en un libro de pensamiento, más que de historia. Aun así, el pensamiento y la historiografía deben ir estrechamente unidos, de otro modo la historia se transforma en una sucesión de hechos irrelevantes. Pero a lo que iba: el pensamiento tópicamente llamado reaccionario español, es un producto de la decadencia, de una actitud defensiva, justificada, si se quiere, por las brutalidades revolucionarias en Francia y el resto de Europa, pero básicamente cerrada y roma, poco creativa. Durante la Restauración se consiguió una notable armonía entre catolicismo y liberalismo, que habría podido evolucionar y democratizarse de no intervenir los mesianismo totalitarios, que se presentaban, justamente, como democráticos y eran la mayor amenaza para las libertades… Pero esa es otra historia.
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