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31 agosto 2007
Pourquoi des philosophes? (II)
(…Viene del 31 de julio)
Y hoy, día de S. Ramón Nonato, reproducimos el texto del Sr. Fernández:

A) ¿Para qué sirve la filosofía? La cosa no parece estar ni medio clara. Mala amante debe ser la filosofía, que quien se acuesta con ella se levanta tan decepcionado... o malos sus amadores.
Se dedican a la filosofía quienes no sirven para otra cosa: curas en mal de novia, dinamiteros mediocres, gente demasiado torpe para aprender bien matemáticas, programadores de computadoras distraídos, políticos sin agallas, científicos incapaces, abogados poco persuasivos, historiadores desmemoriados... ¡Señor, qué tropa, como diría Romanones!

Todos van a la filosofía como quien va a Lourdes, esperando compensar sus deficiencias con la vaguedad ausente de rigor de tan inasible disciplina. ¡Rigor, desengáñense ustedes, el de la física teórica!


En filosofía todo vale y cada cual puede pasar de macuto su pequeña g
racia, puede recitar con voz trémula la poesía tan bonita que mejor se sabe: la raíz cuadrada aquella que aprendí en Industriales, un poquito de Topología para andar por casa, la lista de los reyes godos... El cura meterá ese sermoncillo que sus dificultades con el párroco siempre le han vedado y el reformador social su tesisantitesisíntesis -misterios gozosos- que su mala disposición para la economía deja sin infraestructura. Todos están de acuerdo en que los alevines de filósofo no pueden seguir vegetando a costa del Estado, comiéndose el erario público sin dar nada a cambio, dedicados a maniáticas o incomprensibles tareas, divagando con escandalosa ineficacia sobre temas absurdos o ya resueltos prácticamente por otras disciplinas más serias. Al filósofo, que está desnudito y tumbado al sol en el ‘campus’, paciendo margaritas, quieren vestirle a la fuerza: o de uniforme, o de sotana, o con bata de laboratorio.

Lo que hay que evitar a toda costa es que el filósofo rinda, que rinda hasta quedar rendido. La materia a la que dicen dedicarse es tan impalp
able, tan compleja en su insustancialidad, tan inexistente, que se vuelve contra ellos mismos y muerde la mano que quiere manejarla. Por mucho que carraspee y se ponga serio, por muchas horas que dedique al estudio y muchos libros que publique, el filósofo siempre resulta fastidiosamente sospechoso para los especialistas. El uniforme le viene estrecho, la bata grande, la sotana corta... B) Si la gente se limitase a vagar por el ‘campus’ o deambulase por los pasillos rumbo al bar, reuniéndose en corrillos alrededor de algún Sócrates de urgencia en vena de improvisación, la Facultad de Filosofía sería uno de los últimos reductos liberales de este perro mundo. Pero no es así; ávidos de soluciones definitivas y garantizadas, nadie se contenta tan sólo con los aledaños de la sabiduría: hay que penetrar en el ‘sancta santorum’ en busca de la cosa misma. Dentro de las aulas hay todo un servicio de recepción montado para acoger a esos incalificables desertores de la pereza. Caballeros, que nadie pierda la cabeza, que nadie se asuste; la angustia que usted cree tan íntima, forma parte de nuestro plan de estudios -debidamente planteada, eso sí- desde hace muchos años; aquí ya hemos pasado por todo y hemos salido con bien (y con cátedra), como usted puede ver; ¿la muerte?, lección diecisiete; ¿la lucha de clases?, mi joven y prometedor ayudante les dará el oportuno seminario; ¿Qué es la locura? ¿Quién manda en el mundo? ¿Qué hacer?... No se apresuren, no quieran saltarse pasos necesarios; todo está en el programa, debidamente formulado: a cada pregunta corresponde su solución. Huyamos de los dañosos extremismos: ni materialismo grosero ni idealismo evanescente. Su poquito de evolución, su relatividad vulgarizada, eso no ha hecho nunca daño a nadie. Ese problema que usted me plantea es muy interesante, joven; le aconsejo que haga sobre él la tesina. Guardemos las formas, se lo ruego, pues si no el Ministerio nos cortará los suministros.

El insigne pedagogo ha hecho el milagro de convertir sus azoros en silogismos, sus espantos en curiosidades, sus sendas perdidas en autopistas: nada se resiste a una lección bien estructurada. Funcionando en el vacío, alimentada con retazos de otros saberes o de negaciones positivizadas, asimilándolo y degradándolo todo, desde el derecho penal a la fisión nuclear, la pedagogía estatal alcanza en clase de filosofía su logro más indiscutible: domesticar, adormecer y hacer funcionar por su sola forma, sin necesidad de responder siquiera a ninguna necesidad real de la producción. Nada por aquí, nada por allá y ¡ale hop!..., ¡aquí tenemos una carrera universitaria!

Hoy, todo recurso a lo teórico es desaconsejable, incluso con fines apologéticos. El dogmatismo quisiera carecer completamente de libros: como tal objetivo no parece posible de conseguir, los reduce a practicones y manuales de urbanidad. La filosofía es inútil y descortés; su dudosa eficacia como neutralizadora de perplejidades no compensa los riesgos de recurrir al pensamiento, del que la propaganda y
a ha aprendido a prescindir en favor de la imagen o del martilleo subliminar. Que la filosofía va a desaparecer de los planes de estudio parece algo indudable. El primer paso para su supresión como instancia social agresiva lleva de la filosofía asilvestrada a la doméstica; luego, la cosa sigue cayendo por su propio peso”.


Post- Facio
Y para finalizar, así, entre paréntesis, concluía la columna de Haro Tecglen, arriba citada, con un gran, grande homenaje:

“La suerte del filósofo francés contemporáneo es nefasta: alguno mata a su mujer, otro se suicida mediante el sida… otro más por la ventana…

(Aquí fue Fernando Savater quien nos trajo, o retrotrajo, a Nietzsche, como Deleuze en París. Le abrazó, le defendió, le desnacificó. Savater es jocundo y claro, por eso se lo lleva el periodismo. "Aclarémoslo", dirá él siempre contra el oscurecer de don Eugenio D'Ors –quién decía a su secretaria: "¿Ha quedado esto claro?". "Sí, maestro". "Pues oscurezcámoslo"-.

No le veo en el suicidio. El único peligro que tiene es el colesterol del gastrónomo o la coz de un caballo en Deauville. Y las amenazas de las malas bestias).”

L. Popova. ‘Filósofo’.
●●

(Pergeñado por Sr. Verle)

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[0] Editado por Bartleby a las 9:43:00 | Todos los comentarios 798 comentarios // Año IV
30 agosto 2007






CERRADO POR DESCANSO SEMANAL


FARMACIA MÁS PRÓXIMA: BLOG DE ARCADI ESPADA*








(*Abierto a partir de las once de la mañana; en Osaka, a partir de las seis de la tarde)























 
[0] Editado por Mel ha desaparecido a las 9:02:00 | Todos los comentarios // Año IV
29 agosto 2007
Titularte
Títulos y titulares. En este tiempo escaso y con sobreabundancia de información, la simplificación es un grado. Tradicionalmente relegados a una función residual, pese a gozar de la privilegiada posición de encabezar una obra, los titulares incrementan su importancia. Y digo yo que ya era hora. A vista de pájaro las grandes referencias históricas y novelescas padecen títulos mediocres, meros enunciados descriptivos de lo que se presenta. Bien en plan farragoso -ese libro del Ingenioso Hidalgo- o bien sin la mínima imaginación de quien fue capaz de hilvanar 3000 páginas de entretenido culebrón -Guerra y Paz-. A los títulos les bastó hasta hace poco con portar la gloria representativa. El nombre propio en tantas bocas. Pero sepan que hoy en día un título determina el éxito de un producto. Se lo digo yo, que soy editor.

Un titular discutible: 'El mundo en vilo ante las represalias de Bush' (El País. 12 de septiembre de 2001).

Desde un punto de vista teórico, el título debe notificar a la obra. Precisamente, como uno de sus notarios novelados lo hacía Balzac. Fue Stendhal, más viajado, quien estiló una nota enigmática -y sugerente- sobre lo que Rojo y Negro revelaría entre sus tapas. Pero el más exótico de la terna fue Flaubert con su Salambó. Personalmente opino que la buena literatura ya está en el título. La elipsis en cinco palabras (El Ruido y la Furia, William Faulkner 1929), el énfasis (Absalom Absalom, del mismo autor, 1936), la seducción (Suave es la Noche, 1933, Scout Fitzgerald). Pese a que en 1900 ya se escribían libros, no fue hasta hace apenas unos quince años que el uso del título como explicación de toda la obra alcanzó la que quizás sea su cota más elevada, cuando un viejoven Juan Manuel de Prada difundió sus Coños. No es singular que esta cima la coronase un español. Ejemplos estelares del siglo XX nacional fueron ‘Las bragas de la prima Montse’, ‘Mortal mi prosa’ o ‘El sainete polaco’. Son brillantes introducciones porque estos títulos no adelantan nada sobre el contenido de sus respectivos libros. Eso es bueno. No te hacen desistir como cuando sabes que Troylo es un perro y dices “te dan por culo, paso ni de intentarlo”. De modo que gloria a nuestros nacionales por polinizar la saludable tendencia de etiquetar un producto con una referencia que nada explica. Los novelistas españoles son, en definitiva, los que mejor titulan. Y pueden creerme, yo mismo soy escritor.

Un titular discutido: Raúl González Blanco.

El dictamen periodístico esgrime que el titular debe resumir la noticia. Pedro J. Ramírez ha cultivado con éxito la innovadora senda contraria: emplear un titular cuyo significado no aparecerá luego en la información. Una feliz y comercial ocurrencia. Con grandes tipografías, el buen sensacionalismo ha explayado la norma original con enunciados de antología (Freddie Starr ate my hamster, Brit Knee Tears) y el hábil respaldo de un buen subtítulo (Belfast man saved, Hundreds die in disaster). Habrán notado que nos apartamos de nuestro idioma. Ya, aunque está demostradísimo que la española es la lengua más rica, diversa y ejemplar de la historia de los tiempos, no es menos cierto que el inglés, por su vertiente al juego de palabras y la frase hecha, permite más recursos a la hora de titular. Así, cuando el explorador Vivian Fuchs salía en nueva expedición aventurera, un diario inglés anunció: Dr Fuchs off to the Antartic. Aún mejor, una ilustrativa muestra del fondo imperial que pervive en las islas: a la que el canal de La Mancha se llenó de niebla, un diario del sudeste tituló Fog in Channel, Continent isolated.

En cualquier caso, el destacado inglés no debiera desmerecer nuestro talento patrio, que para eso están las traducciones. Qué pocos años han bastado para edificar una rijosa creatividad en la traducción de títulos de películas anglosajonas. Cierto es que algunos intentos, aunque apreciables, resultaron fallidos. (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, Michel Grondy, 2004 fue despachada inútilmente como Olvídate de mí; Carlito's Way, Brian de Palma, 1993, con el videoclubero Atrapado por su pasado). Ya se sabe, Lost in Translation. Pero a cambio se dieron grandes hallazgos como traducir el debut de Ripley como A pleno Sol (en libro y cine) y el arriesgado acierto de Uno de los nuestros (Goodfellas, Martin Scorsese, 1990). Lástima que como nuestras nociones de inglés han crecido tanto, en los últimos años haya proliferado la costumbre de no traducir. Quizás Blade Runner (Ridley Scott, 1982) fue la primera piedra de esta abusada tendencia. El premio Pierre Menard lo comparten ex aequo Barton Fink (Joel Coen, 1991) y Barry Lindon (Stanley Kubrik, 1975). Al matemático cineasta lo mataron con Dr. Strangelove. Muy bien, en conclusión, por nuestros traductores. Y mi opinión no es baladí, pues me titulé como traductor en Granada.

Un cartel ejemplar: Pepito Piscinas.

Volviendo a las funciones del título, la modernidad tuvo la virtud de romper con la tradición descriptivo-informativa de las obras de arte. Y la fase post ha terminado de aniquilar aquella costumbre. Aquí es donde el título se aproxima al valor que yo le reivindico. Dos cuadros en blanco adquirirán valoración crítica y valor monetario muy diverso en función del nombre que reciba cada obra. Y del nombre del no pintor, claro. Se abre un infinito horizonte de posibilidades y el absurdo es el camino. Titular un dramón con una referencia de chiste, o una comedia con una alusión romántica: esto no son pipas, os lo aseguro yo, que soy marchante.

No-títulos más sonados: los de Luis Roldán.

La cuestión es que el título merece un respeto. Ducados y marquesados envejecen, pero hay demasiada tela que cortar en la imparable propagación del entretenimiento. En internet cuelgan discos amateurs bajo seudónimos de nombres famosos. El incauto descarga y acaba oyendo al novato necesitado de audiencia. El título merece volar aparte. Hay grandes creaciones con nombres horribles (Mayonaise, de Siamese Dream. Smashing Pumpkins, 1993), pero merece la pena el empeño. A fin de cuentas, en este pantano de superproducción, cada vez se estila más aquello de presumir de la obra sin haberla engullido. Basta saber el título, acaso el año y como mucho alguna referencia pillada al teclado. La nueva clave está en que el producto esté a la altura del título. Como con un gin fizz. Y esto os lo juro sobre mi carné de documentalista.
(Cola) Nocilla Dream, cuyo arranque surge de la conjunción de la lectura del artículo El árbol generoso (de Charlie LeDuff, The New York Times, 10-06-2004), con el fortuito hallazgo, en un sobre de un azucarillo de un restaurante chino, del verso de Yeats, Todo ha cambiado, cambió por completo/ una belleza terrible ha nacido, y la también fortuita reaudición ese mismo día de la canción ¡Nocilla, qué merendilla! de Siniestro Total (DRO, Discos Radioactivos Organizados, 1982), fue escrito entre los días 11 de junio y 10 de septiembre de 2004 en las ciudades de Bangkok y Palma de Mallorca. El así denominado Proyecto Nocilla, constituido por Nocilla Dream y las sucesivas Nocilla Experience y Nocilla Lab, responde a la traslación de ciertos aspectos de la poesía postpoética al ámbito de la narrativa. (Agustín Fernández Mallo)
(Escrito por Sickofitall)

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[0] Editado por Protactínio a las 8:16:00 | Todos los comentarios 1118 comentarios // Año IV
28 agosto 2007
De árboles y libros

Weimar es el corazón ilustrado de Alemania. Sus edificios sobrevivieron sin apenas daños a las incursiones de los bombarderos británicos y estadounidenses durante la IIGM y la purga ideológico-arquitectónica o el descuido de la DDR apenas la afectó. Es desde hace tres siglos el hogar de la cultura alemana, el escaparate de lo mejor que Alemania ha dado al Mundo. Pero, sobre todo, es la ciudad de Johann Wolfgang Goethe, su santuario, el lugar de peregrinación al que sus amantes se dirigen a rendir pleitesía. Allí están su casa natal, la biblioteca de la duquesa Anna Amalia –que dirigió-, la casa de verano –regalo de los Grandes Duques de Sajonia-Weimar para retenerle a su servicio-, el parque y los edificios que el diseñó para los Duques, el café que frecuentaba, sus archivos, allí se edita la edición canónica de su obra en sólo 133 volúmenes, etc....

Weimar es Goethe y su llegada en 1775 es la segunda fundación de la ciudad. Ni antes ni después habrá un habitante de Weimar que deje una huella comparable. La nómina incluye entre otros a Lucas Cranach el Viejo, Johann Sebastián Bach, Christophe Martin Wieland (primer traductor de Shakespeare al alemán), Schiller, Liszt y su Escuela Superior de Música, Friedrich Niezstche, Richard Wagner, Max Weber y la Constitución de Weimar, Walter Gropius, Paul Klee u Oskar Schlemmer. Se les recuerda para completar.

Así que si uno es un aficionado a las reliquias de los titanes de la cultura, un paseo por el centro histórico de Weimar –con su Rathaus medieval, la casa renacentista y colorida de Lucas Cranach el Viejo, el Schloss neoclásico y el parque a las orillas del Ilm- se convierte en una auténtica orgía. La antigua capital de Turingia es, sin duda, una ciudad de libros.

Sin embargo, es mejor visitar Weimar después de haberla contemplado desde el Ettersberg, una pequeña estribación montañosa cubierta de un bosque denso y oscuro –un bosque romántico en el que el propio Goethe alimentó sus visiones-, que a estas alturas del año empieza ya a amarillear. A unos tres kilómetros de la salida de la población se desvía a la derecha un ramal que lleva al interior del bosque. El firme es irregular, hay tramos con un impecable asfaltado de Autobahn seguidos de otros cuyo firme es un anticuado macadam. Su nombre está preñado de sueños medievales y hazañas guerreras. Es la Blutstrasse, la Carretera de Sangre. A un lado de la misma, se abre un claro en el que un mirador permite contemplar la ciudad de la Ilustración a vista de pájaro. El carácter de Goethe impregna también estas montañas, siguen siendo heiligesland.

Ni siquiera uno de las organizaciones más detestables de la Historia se atrevió a profanar el espíritu sagrado del lugar. Por eso el día 28 de julio de 1937, Heinrich Himmler personalmente cambió el nombre oficial del K.L. Ettersberg por el de K.L. Buchenwald/Post Weimar, debido a las protestas de la Asociación Cultural Nacional Socialista de Weimar. Una repugnante broma de un hombrecillo que hubiera sido ridículo de no haber sido un asesino en masa. Buchenwald, “el Hayedo”.


Y la broma continuó siete años. El día 19 de julio de 1937 los "Templarios" de Hitler -la élite de los Herrenvolker- acababan de internar a los primeros huéspedes del Hayedo. Ciento cuarenta y nueve del aproximadamente cuarto de millón de personas que fueron internadas allí. En los años de funcionamiento del campo murieron alrededor de cincuenta y seis mil internos. Por agotamiento extremo, inanición, congelación, tortura, experimentos médicos, disentería, tuberculosis, estrangulamiento, disparos en la nuca, palizas brutales, electrocución, fusilamiento...

Si se continúa por la calzada las hayas te acompañan hasta el patio de armas del lager. Hoy es el parking del Gedenkstätte Buchenwald. En un día claro y soleado, así lo vi yo, el bosque resulta apacible y amable, y los barracones de la guarnición parecen una inofensiva colonia de vacaciones, en el que la Kommandatur del K.L. se esconde tras lo que parece una estación alpina de ferrocarril. Hasta las torres de vigilancia tienen un aire de castillo de cuento.

Una vez superadas las celdas de castigo –el patio de recreo del Kommandant Koch- se abre un rectángulo despejado, ligeramente en cuesta, del tamaño aproximado de diez campos de fútbol. Apenas nada levanta del suelo más de cincuenta centímetros. Sólo quedan tres edificios en pie: un barracón, el almacén del campo y el crematorio. El resto de los barracones son sólo un recuerdo: rectángulos de ladrillos rellenos de basalto negro. No hay escándalos de hormigón o piedra para recordar a las víctimas, sólo silencio.

El Sol radiante sólo aumenta tu confusión. Las elegantes señales metálicas que anuncian lugares sobresalientes del campo son como cuervos, anuncian un horror especial. Apenas se ha recorrido uno de los lados cortos del campo y el campo empieza a golpear como un profesional, a los flancos, quitando el aire a los visitantes. Los detalles desaparecen y sólo apenas se ven los nombres de los lugares que fueron destino de los prisioneros: TREBLINKA,BERGEN-BELSEN, AUSCHWITZ....Hay gente alrededor pero no se oye nada.

Cuando se llega al Pequeño Campo –destinado a los judíos y prisioneros en tránsito- ya no importan los datos ni las anécdotas: nadie se escapó nunca de Buchenwald, Ernest Thälmann fue asesinado en el crematorio, la unidad 99 ejecutó a más de ocho mil prisioneros de guerra soviéticos de uno en uno con un tiro en la nuca, la GESTAPO utilizaba a la guarnición para ejecutar a prisioneros en secreto colgándolos de ganchos, sólo hubo dos Kommandants en el campo (Karl Koch y Hermann Pister), las SS enviaban las cenizas de los muertos a sus familias a portes debidos, el único árbol del campo era el “Roble de Goethe”, los ciudadanos de Weimar compartían el ferrocarril construido por los muertos vivientes con los transportes de prisioneros que iban o venían, en el momento de máxima ocupación el número de prisioneros fue de cien mil (sólo había tres letrinas), Jorge Semprún sobrevivió al lager, siete mil miembros de las SS trabajaban en el campo y disfrutaban de un zoo privado y de una pista de equitación cubierta, la resistencia organizada en el campo consiguió reunir y ocultar más de cien armas de fuego....

JEDEM DAS SEINE – A CADA UNO LO SUYO- es el lema del campo. Otra broma. Que él cumple a su manera. Espesa el aire, dificultando la respiración, para ver como boquean. Luego, les niega el uso de la razón y los sentidos, dejando un poso de muerte y desesperación. Los colores desaparecen, quieren huir de los recuerdos, saben que no pertenecen a este lugar. No hay nada para nadie. No se encuentra comprensión en las piedras de Buchenwald.

Los detalles del Crematorio y el Almacén –que alberga un ejemplar museo- se pierden en la necesidad de salir de allí. La sala de autopsias, deformidad del cinismo burocrático de los guerreros arios. Los hornos, con las puertas abiertas, como esperando la siguiente tanda de cadáveres. Los ganchos de la sala de ejecución. Los desconchones en la pared, más o menos a un metro ochenta centímetros de cada gancho. Hay carteles, no hacen falta, que recuerdan que esta construcción es el lugar del último descanso de más de veintidós mil víctimas y piden silencio. Hay que hacer un esfuerzo para poder hablar.

Para salir, hay que pasar de nuevo bajo el reloj de la Kommandatur. Está parado en las tres y cuarto. Es la hora en la que se paró el día 9 de Abril de 1945. Ante la proximidad de la 6ª División Blindada Americana, la mayor parte de los SS huyeron, y los prisioneros aprovecharon la oportunidad para atacar a los restantes guardias y liberarse a sí mismos. Dos días más tarde, los soldados americanos llegaron al campo. La historia del Buchenwald nazi había terminado.

Hay que volver. En el trayecto, alguien puede recordar que mientras Goethe y Beethoven paseaban juntos por Viena, se cruzaron con el Emperador de Austria y mientras que Goethe hacía la cortesana reverencia y doblaba las rodillas, Beethoven continuó caminando sin inclinarse. Weimar espera, la ciudad de Goethe, la ciudad de los libros.

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(Escrito por El Almirante Benbow)

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[0] Editado por Tsevanrabtan a las 8:30:00 | Todos los comentarios 545 comentarios // Año IV
27 agosto 2007
Galicia caníbal
Galicia es un ente que responde a la imaginación del universo de Giordano Bruno, cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna. Al contrario que el resto del planeta, su geometría es no euclidiana y la lógica de sus habitantes es, decididamente, no aristotélica. Quién sabe qué año es en Galicia hoy a las siete, si cerca de Parga hay un puente cortado sólo desde una orilla.

A Santa Compaña. Un reto para el Crítico Constante

Galicia es un paraguas lisérgico que ladra melancolía por las tardes, y cada uno de sus habitantes un amable fractal de sinsentido. Los gallegos nutren su metabolismo alienígena con la información que obtienen del extranjero a través de un trueque conversacional de antigüedad milenaria, un proceso enrarecido mediante reglas complejas e intrincadas que se transmiten genéticamente y se aplican por instinto, sin elaboración alguna en el neocórtex. En Mondoñedo: 'Perdone, ¿hacia dónde está el río?' La respuesta -no cabía otra; ahora lo sé-: '¿Qué río?' Y, tras abonar el pago exigido, en palabras, en datos verbales que la gallega saborea desde su ventana, nos devuelve el hueso, mondo, de la explicación sencilla. Allí. Y señala. En Sobrado dos monxes: 'La pescadilla del menú, ¿es fresca?', preguntamos. Ilusos. La contestación es un nuevo sacacorchos: '¿Tú vas a la plaza, haces la compra?' 'Sí.' 'Pues tú mismo', señalando el cartelón del menú. Vaya; tras el regateo resulta obvio que no hemos pagado lo suficiente, y nos quedamos, para siempre jamás, sin saber si la pescadilla es fresca.

El acceso principal a Castroforte del Baralla

Por todo el mundo existen navajas de afeitar, personas, bocadillos de calamares y ciudades enteras que son gallegos, aunque no lo confiesen -o incluso no lo sepan-. Criptogallegos, podríamos decir. Todo el surrealismo es gallego, como David Lynch, Gorbachov -esto ya lo descubrió Moncho Alpuente en las páginas de El País Imaginario-, el mismísimo Niels Böhr o Alejandro Magno, que se traicionó en Frigia frente al legendario Gordias. Para un gallego la respuesta a tertium non datur es, siempre, depende; y apofántico suena a insulto. (Casi lo olvido: Wittgenstein no era gallego, pero se volvió.)

Observen el título. 'Agardando polos callos'. Genial'

Alguien, algún día, demostrará matemáticamente que la superficie de Galicia es toroidal. Y que el camino más corto entre dos puntos gallegos incluye parar aquí mismo, en un sitio que conozco, que ponen un pulpo de puta madre.

(Escrito por Mercutio)

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[0] Editado por Protactínio a las 8:04:00 | Todos los comentarios 553 comentarios // Año IV
26 agosto 2007
La parte maldita
Hoy, último domingo de agosto, toca sermón, aunque no precisamente ‘de la montaña’. Queridos hermanos, vivimos en la sociedad más ‘buenista’ de la historia, que constantemente enarbola una idea de bien muy escrupulosa y aseada. Hablamos del Bien a todas horas, desde la política, la religión o la filosofía. Se nos hincha la lengua con grandes palabras, pero nuestros actos, contrariamente a lo que profesamos, por lo general transitan por otros caminos menos edificantes. De hecho, cuanto más se inflama el ideal de la Bondad más crueldad se despliega por el mundo.

Pocos son los crímenes que se han cometido que no trataran de justificarse bajo la bandera del bien y de la verdad. Para torcer este desvío natural tal vez sería interesante cambiar la orientación. Dado que lo que definimos prescriptivamente queda conjurado en nuestros actos (al referirnos a algo lo que hacemos no es indicar que asumiremos lo dicho, sino que nos lo quitamos de encima. Nos expresamos moralmente de forma expiatoria), pongamos sobre el altar expiatorio la idea del Mal. Fijémonos detenidamente en nuestra parte maldita, esa que pretendemos rechazar de nuestra naturaleza. Reconcentrémonos en el demens de nuestra alma jánica. Releamos La genealogía de la moral de Nietzsche y el Mein Kampf, deleitémonos con las brutalidades alucinantes de Gilles de Rais, descritas y analizadas por Georges Bataille en su El verdadero Barba-Azul.

Escuchemos también a los infernales Swans y Throbbing Gristle:





Trastornémonos con las estampas del Leng Tché


Revisemos una y otra vez el principio-final de Irreversible:


Por un momento, pensemos menos en la bondad, el bien y la justicia, y más en el mal y en el crimen, entreguémonos al dominio de lo tumultuoso. Cuando pensamos en el bien nos parapetamos bajo su condición y bajo su garantía y aval absoluto nos enfrentamos a los demás (si somos ‘los buenos’ todo nos está permitido). En cambio, con la experiencia del pánico en la piel perdemos pie, dudamos y se disuelve nuestro pathos de dominio. Para poder conectar de verdad con el Bien y entender su sentido hay que partir de la distancia, de una separación fundamental para poder entenderla. Como el theoros (algo así como ‘el teórico’) griego, sólo sabremos en qué consiste algo si lo enfrentamos desde fuera.

No se trata de asumir lo terrible como el único espacio posible, sino de no perderle la cara, de mantener un vínculo, una relación, con él. Como sucede con la tragedia griega, donde los principios dionisíaco y apolíneo entran en liza.

“La conciencia humana (con orgullo y humildad, con pasión pero con estremecimiento) debe tener conocimiento del horror en su máxima expresión. Hoy en día, la fácil lectura de las obras de Sade no ha variado el número de crímenes (incluso de crímenes sádicos), ¡pero induce por entero a la naturaleza humana a la conciencia de sí misma!”.

Georges Bataille, Las lágrimas de Eros.

(Escrito por Horrach)

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[0] Editado por Protactínio a las 9:02:00 | Todos los comentarios 473 comentarios // Año IV
25 agosto 2007
Lazzarella
(Sobre una canción napolitana de Pazzaglia y Modugno)

Cu'e libbre sott''o vraccio
e 'a camicetta a fiore blu,
vuó' fá 'a signurenella
'nnanz'â scola pure tu...
Te piglie 'a sigaretta
quann''accatte pe' papá,
te miette giá 'o rrussetto
comme vide 'e fá a mammá...
Lazzarè'!...

Ma Lazzarella comme si'!?
tu a me mme piace sempe 'e cchiù,
e vengo apposta pe' t''o ddí,
vicino â scola d''o Gesù...
Tu invece mme rispunne: "Eggiá,
io devo retta proprio a te...
Pe' me ll'ammore pó aspettá,
che n'aggi''a fá?...nun fa pe' me!..."

Ah, Lazzarella!
ventata 'e primmavera...
Quanno passe tutt''e mmatine,
giá te spiecchie dint''e vvetrine,
sulo nu cumplimento te fa avvampá...
Ma Lazzarella comme si',
tu nun mme pienze proprio a me,
e ride pe' mm''o ffá capí
ca perdo 'o tiempo appriess'a te!

Mo vène nu studente
'nnanz'â scola d''o Gesù,
te va sempe cchiù stretta
'a camicetta a fiore blu...
te piglie quatto schiaffe
tutt''e vvote ca papá,
te trova nu biglietto
ca te scrive chillu llá...
Lazzarè'!...

Ma Lazzarella comme si',
ce si' caduta pure tu...
Ll'ammore nun te fa mangiá
te fa suffrí, te fa penzá...
Na sera tu lle dice : "No"
Na sera tu lle dice : "Ma"
ma si nu vaso te vò' dá
faje segno 'e "sí", senza parlá...

Ah, Lazzarella,
'o tiempo comme vola:
Mo te truove tutt''e mmatine,
chino 'e lacreme stu cuscino...
Manco na cumpagnella te pò aiutá!
Ma Lazzarella comme si'!?
Te si' cagnata pure tu...
e te pripare a di' stu "Sí",
ma dint''a cchiesa d''o Gesù!

Lazzarella, Lazzarella mia!

……………………………………………


Con los libros debajo del brazo,
camiseta de flores de tinte azul,
quieres presumirte señorita
ante la escuela también tú.
Te pillas un cigarrillo
cuando compras para papá,
atusada con colorete
como ves hacer a mamá,
¡Lazzaré!

¡¿Cómo eres Lazzarella?!,
me gustas cada vez más tú,
y vengo a posta para decírtelo cada día
rondando la iglesia del Gesù.
Tú sin embargo me respondes “ja,
me relamo en darte cuerda a ti,
para mí el amor puede esperar,
¿qué debo hacer?, no es para mí”.

¡Ay, Lazzarella!, ventarrón de primavera,
cuando pasas cada mañana,
te buscas en el reflejo de las vidrieras,
sólo una añagaza te hace quebrar.
Lazzarella, ¡cómo eres!,
no piensas precisamente en mí,
y te ríes para asaetarme al ver
que pierdo el tiempo junto a ti.

Llegó un estudiante
ante la iglesia del Gesù,
la camiseta más ajustada,
siempre las flores de azul.
Te agarras cuatro bofetadas
todas las veces que papá
te pilla una notita
que te escribe ese de allá,
¡Lazzaré!

Lazzarella, ¡cómo eres!,
has caído también tú,
el amor no te deja comer,
te hace sufrir, te hace pensar.
Una tarde le dices no,
otra le dices ¡bah!,
pero si te quiere besar,
tus ojos dicen sí,
sin siquiera hablar.

¡Ay, Lazzarella,
el tiempo, cómo vuela!
que ahora te encuentras cada alborada
colma de lágrimas tu almohada,
siquiera una amiga te puede ayudar.
Lazzarella, ¡cómo eres!,
has mudado también tú
y te preparas para decir que sí,
ya en la iglesia del Gesù.

¡Lazzarella, Lazarella mía!

………………………………………




Pasea absorto el recuerdo por el Vómero, pisando el sabor de la venganza de tu desgracia en cada paso, Lazzarella, y a las putas de los barrios españoles -donde los marroquíes de las tropas aliadas liberadoras violaban niños, la camorra impera y el silencio obligado explica todo- les jode el odio de ahora del amor de entonces. Putas tristes, cariñosas, feas y viejas que envidiarían tus lágrimas en la almohada de la traición de la vida, la añagaza que te perdió, vertida por los viles, atraída por las flores azules y la tierna procacidad impostada de un cigarrillo culpable, todo sensualidad entonces, el cáncer de algún día, vómitos de sangre. Parte cáncer, parte amor emponzoñado y falso, las putas siquiera sintieron la emoción de la mentira revoloteando alrededor del Gesú; sólo las acometidas, neutras o vengativas, de los que les compran una eternidad de desahogo durante un minuto.

El Gesù fue un día la ilusión del desprecio a la verdad y la sumisión a la mentira hermosa, luego cárcel por un momento que te dejó amarrada para siempre a un fardo, ni parlante siquiera. Lo acarreas cada día con lágrimas de desesperación por la fortuna ansiada que nunca será, recogida en la melancolía imbécil de quien no puede ver ahora sin suicidarse, y sólo puede creer que vio lo que sabe que no fue, lo que no existió. O sólo en la propia invención de la felicidad traicionera, desvanecida cada día a embestidas agrias y fofas en el tálamo que mata poco a poco.

Nápoles, todo sórdido, es una vida que se despacha en la trastienda de la molicie, de niños agresivos con mocos y de mujeres emputecidas a fuerza de hombres rastreros, impostores, impotentes y donjuanescos. Un cúmulo de miserias si se la repta por dentro, lo más hermoso desde fuera, cuando con la mirada desdibujada se despeña la entraña por toda la bahía hasta la punta de Sorrento, que reemerge en tres lágrimas secas sobre el mar. Una, la tierra tiberina que a su falda alojó una vida malapartiana, de espaldas a la trastienda, mirando de frente el Tirreno infinito a través del fuego.


Nápoles, el más lindo cáncer en expansión, apenas contenido por tres lágrimas secas, una de Nemonino.



(Escrito por Dragut)

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[0] Editado por Protactínio a las 8:07:00 | Todos los comentarios 440 comentarios // Año IV
24 agosto 2007
Sopa y té




So puta, que te has corrido. Me lo dice al oído. Y es que no es lo
mismo ni parecido, porque más que hablar, se me desliza para dentro para dentro y entonces, pues lo que pasa, acabamos de follar y me levanto a tender una lavadora, a poner en órbita mi casa y en cuanto me agacho a recoger la ropa tirada, el barullo, se me viene otra vez encima. Es que me vuelves loco. Me lo dice al oído. Y aprieta la mandíbula, como avaricioso, mientras se me lanza al canalillo y se cuela por debajo de la falda, con la boca abierta, y tan rápido que caen los platos, los vasos, que lo tiro todo, porque no es lo mismo ni parecido. Como no lo son tampoco las comidas, fatales, que queriendo ser capaz de servir la sopa levanto el brazo así, con el cucharón diciendo: no sé si estará demasiado caliente y hala, la urgencia de tocarme y entonces gateando, como animales que nos meamos de la risa, me persigue por las patas de la mesa hasta que me caza y rompe lo que lleve encima, fuera fuera a arañazos, y se vacía imposible saber ya de qué. Es que mira que me gustas. Me lo dice al oído. Y queriendo irse, nunca consigue marcharse. Aunque se vaya. Porque si sale a por cualquier cosa, a solas me vuelve a la cabeza, so puta, cómo me gustas, córrete, pero córrete, deslizado esta vez de dentro a fuera, ferozmente esponjándose, que resuena tan alto que lo tienen que escuchar allá en la China, y me flojean las piernas y de las manos se me cae la ropa para doblar y entonces busco la cama, que sólo tengo fuerzas para llegar a la cama y se me abren las piernas hasta con estrépito y a todo eso escucho las llaves y bufando, seguramente volviendo desde la China recorre el pasillo, ¿dónde andas? y la falda se me viene a la cintura, que parece que ya sabe lo que va a pasar y domesticadas las caderas buscando el techo tan violentas que entierro la cara, que no quiero verlo, entre las almohadas y oigo el portazo, pum, los botones de la chaqueta contra el suelo, pero qué puta eres, y el cinturón y los zapatos y los calcetines y todo cayendo o desplomándose o no sé si quizá todavía puesto, cuando aquel descorre las cortinas, abre los balcones, ven aquí y el parque abarrotado, festivo, y de rodillas a lametazo limpio para después bárbaro clavármela mordisqueándome la oreja, y correrme gritando pero a trompicones, ahogándome, los vecinos comprando globitos y echándole comida a las palomas, algunos incluso mirando y yo riéndome a carcajadas, cubriéndome como puedo el pecho con los geranios para acabar en el suelo sudados. Oliéndonos las manos a sexo y a sucio. Elementales, algo pacíficos, levantándonos y besándonos todo el camino de vuelta a la mesa. A terminar la sopa. Desordenadamente.


.


Cuando el señor Z toma entre los dedos una tostada con mantequilla y confitura, el tiempo de la señora Z se detiene. Para acompasarlo, ella deposita con resignación la cuchara en su platillo de té. Como es costumbre, su esposo se inclina sobre el servicio de mesa y moja la tostada hasta la mitad. A pesar de conocer los efectos, persistentemente hasta la mitad. Tal y como es de prever, al morderla no es capaz de abarcar la cantidad suficiente entre los labios —la porción pulcra, la corrección— y le quedan los pelos del bigote llenos de sebo, chorreándole además algunas gotas de leche por la perilla abajo. Inclusive varias fracciones arrancadas y no devoradas de pan se precipitan de nuevo en el café desde una altura colosal, salpicando el mantel de hilo. Mientras el señor Z acaba de cebarse, la señora Z, apropiadamente, apoya los brazos sobre la mesa con la vehemente certeza de que necesitaría verlo muerto, abierto en canal con el cuchillo de mesa, disgregándose por una monstruosa herida o electrocutado friéndose en su inmensa montaña de miserias, pero enseguida. Que ella apuraría su té sin perturbarse.


(Escrito por Faustine de Morel)

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[0] Editado por Mel ha desaparecido a las 8:53:00 | Todos los comentarios 1074 comentarios // Año IV
23 agosto 2007
Sin comentarios
Bil nos enlaza ayer con esta sorprendente portada. Presten atención (haciendo clic sobre la imagen) a todas las noticias.



(Apañao por Melò Cucurbitaciet)
 
[0] Editado por Mel ha desaparecido a las 10:49:00 | Todos los comentarios // Año IV
21 agosto 2007
Cavour, “I Mille” y las responsabilidades de los gobernantes
Ahora que estamos en pleno verano y (no lo digamos muy alto, por si acaso) parece que nuestros gobernantes nos han concedido la habitual (y siempre parcial) tregua estiva, quizás sea un buen momento para aprovechar la distancia con la habitual batalla política y reflexionar sobre algunas de las características básicas del quehacer de estas criaturas, que tan entretenidos nos tienen durante buena parte del año. Y, de paso, para hablar un poco de Historia.

Cavour

Para ello déjenme contarles el siguiente episodio histórico recogido en “L’Italia del Risorgimento”, de Indro Montanelli, donde se explica el proceso de unificación italiana. A mediados de 1860 el reino Sardo-Piamontés de Vittorio Emanuele II de Saboya había logrado la anexión de buena parte de los estados de la mitad septentrional de la península, tras liberarlos del control militar de Austria con apoyo de las tropas francesas del emperador Napoleón III. El gran artífice de este éxito fue el astuto Cavour, primer ministro piamontés, un liberal moderado. Para hacerse una idea de la enorme habilidad de este estadista y de su gran capacidad de cálculo político, basta dar un ejemplo de su acción al frente del gobierno del reino: durante su mandato, consciente de que necesitaba apoyo extranjero para librarse del yugo austriaco sin ceder la iniciativa a los revolucionarios republicanos y de que Francia era el aliado ideal para este fin, envió tropas a pelear bajo bandera franco-inglesa contra Rusia en la Guerra de Crimea, lo cual (indirectamente) las ponía también al lado de Austria en una guerra donde aparentemente no había nada que ganar. Pese a que esta medida resultó altamente impopular, contribuyó a que se ganase el apoyo francés que luego resultaría decisivo.

Garibaldi

Pues bien, tras estas exitosas anexiones Cavour pensó que era el momento de consolidar los avances, esperando una situación más propicia para continuar con la unificación de Italia. Ésta debería proseguir de modo natural por la mitad sur de la península y Sicilia, que formaban el decadente régimen autoritario del Reino de las Dos Sicilias de Francesco II de Nápoles, un Borbón. Sin embargo, un subordinado (al menos teóricamente) de Cavour, el popular héroe de guerra Giuseppe Garibaldi, no compartía su opinión. Espoleado por los republicanos (interesados en cualquier acción que desestabilizase la iniciativa monárquica moderada) y probablemente también movido por su antipatía personal hacia Cavour, demasiado frío y calculador para un hombre de acción como él, comenzó a organizar una expedición de voluntarios con el objetivo de entregar a Vittorio Emanuele II el Reino de las Dos Sicilias. Cavour, sostiene Montanelli frente a los hagiógrafos del “Risorgimento”, se oponía resueltamente a dicha expedición, que dinamitaba sus planes. Sin embargo, la popularidad de Garibaldi y su delicada posición frente a la opinión pública tras la cesión de Niza y Saboya a Napoleón III (como compensación por su apoyo frente a Austria) no le dejaron otra opción que permitir que mil ochenta y ocho voluntarios, capitaneados por Garibaldi, partiesen de Quarto el 5 de Mayo hacia Sicilia. Esta expedición, conocida como “I Mille” tuvo un fulgurante éxito militar que, gracias en parte a la fidelidad al rey de Garibaldi y a un par de inteligentes maniobras posteriores de Cavour, culminarían con la anexión del Reino de las Dos Sicilias y la proclamación del Reino de Italia en 1861.

Garibaldi y Vittorio Emanuelle II

Leyendo este episodio recordé cómo Herbert Spencer, en su libro “El Individuo contra el Estado”, denunciaba en su capítulo “Las culpas de los legisladores” que “es juzgada con excesiva indulgencia la responsabilidad de los legisladores por los males que puedan causar”, frente a lo que ocurre con otros profesionales. El episodio de Cavour e “I Mille” que cuenta Montanelli ilustra una realidad que la reflexión de Spencer, útil por su espíritu crítico (como casi todas las suyas) pero parcialmente incorrecta (como casi todas las suyas), parece olvidar: que por muy hábiles que sean nuestros gobernantes y por mucha capacidad de cálculo político que tengan, se encuentran a los mandos de sistemas extremadamente complejos y en su acción siempre hay lugar para la incertidumbre y para la aparición de elementos inesperados. Intentar discernir cuándo los errores de nuestros gobernantes son fruto de un cálculo desacertado y cuándo son simplemente fruto de los inevitables imprevistos de su labor debería ser uno de los elementos centrales del debate político. Aunque siempre habrá quien encuentre más cómodo ver en los errores de los gobernantes de turno (especialmente si son de cierto color político) el resultado de maquiavélicos y elaboradísimos planes. Cosa que, al parecer, es plenamente compatible con considerarlos perfectos imbéciles.

Guerra de Crimea
Giuseppe Garibaldi
La expedición de los mil
Herbert Spencer


(Escrito por Jacobiano)

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[0] Editado por Protactínio a las 8:47:00 | Todos los comentarios 475 comentarios // Año IV
20 agosto 2007
Viaje a Perú (II)
(Continuación)

Con decirles que le pregunté al guía que comandaba el grupo si se plantaba maíz y papa en las terrazas que se veían

y muy suelto de cuerpo me respondió que no, que se “cultivaban” orquídeas para adornar los templos. Luego nos aseguró que las ventanas de un presunto templo

(nada se sabe con precisión, realmente) fueron orientadas por sus astrónomos hacia el este para contemplar el sol en el amanecer del equinoccio de primavera. “Yo creía que era para que entrara aire y luz”, le dije, y desde ese momento decidí seguir el recorrido por mi propia cuenta. Pero más que esas estupideces me indignaron las repetidas arengas antiespañolas. Una mujer que trabajaba de guía con la cual estuve conversando en el tren en el que volvíamos a Cusco me dijo que solamente una vez había tenido la mala experiencia de tener que acompañar a un grupo de españoles, tan soberbios como son.

Desgraciadamente la casi totalidad del grupo de argentinos con el que viajé participaba de esas ideas progres, tan correctas políticamente. En algún momento la contradicción entre la realidad y la idealización se tornó graciosa como cuando llegamos por primera vez a la esplendorosa Plaza Mayor de Cusco.

Una de las integrantes del grupo exclamó fascinada: “¡Qué maravilla lo que construyeron los incas!” Yo le repliqué sorprendido: “Aquí no se ve nada inca, todo es español”.

Para que tengan una idea de esa plaza: ni siquiera en España he visto alguna tan hermosa como la de Cusco. Me recordó en parte a la plaza de Almagro, que los integrantes de la pandi, entonces en su apogeo, recorrimos en unas venturosas jornadas que incluyeron la estadía en la casa de campo de Protactínio y en el zulo del Marqués.

La Plaza Mayor de Cusco está flanqueada por un lado por la catedral


y por otro por la Iglesia de la Compañía.



Pegada a la catedral está la Iglesia del Triunfo, levantada por Pizarro, así como otras capillas y edificios eclesiásticos así como por el edificio de la antigua universidad de San Antonio Abad, fundada en 1692.

A su alrededor típicas construcciones españolas de dos plantas con recova. Todo se conserva como quedó desde hace doscientos años atrás, no tanto por respeto sino porque en esos países se detuvo el reloj del progreso durante muchos años a partir de la independencia.
Pese a la alegada “destrucción” presuntamente realizada por los españoles en los alrededores se conservan callejuelas

y muchas construcciones incaicas. Algunas fueron necesariamente adecuadas a las nuevas necesidades. El convento e Iglesia de Santo Domingo, por ejemplo, se construyó sobre el palacio incaico de Koricancha. Hay que tener en cuenta que las culturas aborígenes de América no habían descubierto el arco ni la cúpula, por lo que no sabían techar con materiales permanente sus construcciones. El esplendoroso palacio de Koricancha era de una sola planta y tenía el techo de paja. Prácticamente esas paredes de poca altura sirvieron apenas como cimientos de la grandiosa construcción española posterior.

Pero aún peor que el discurso de los simples guías de turismo es el mensaje que se transmite en los museos e instituciones oficiales. Sin embargo en el mismo museo del Arzobispado de Cusco hay cuadros ofrendados por dignatarios incaicos en el siglo XVIII. Marchan con sus vestiduras tradicionales al frente de la procesión del Corpus, la más tradicional y fervorosa de esa ciudad, lo que demuestra que esos dirigentes indios tenían el suficiente poder económico como para ocupar tales puestos en la sociedad de ese tiempo y realizar tales donaciones más de doscientos años después de la conquista. Es cierto que los españoles permitieron que los incas y las aristocracias aborígenes conservaran sus privilegios sobre el resto de la población indígena por razones estratégicas y de mejor gobierno pero hasta eso trata de ocultarse y, por el contrario, se alega una presunta “destrucción total de la cultura inca”.

Por el contrario hasta subsistieron algunas instituciones incas como el yanaconazgo, que era una real esclavitud. Tal como constaté en los sitios arqueológicos mayas de México en Perú también se intenta ocultar el hecho de que los incas practicaban sacrificios humanos. Ante mi insistencia un “entendido” idealizó esas prácticas y dijo que “se trataba de niñas que fueron criadas cuidadosamente con ese fin y morían sin sufrimiento alguno”. A cada paso se puede ver también cómo el “arte” actual se pone al servicio de la tergiversación de la historia, como un inca triunfal sobre el conquistador español

o el himno de la ciudad de Puno donde en malos versos se desmerece a los españoles, se idealiza a los incas y se alaba a los sanguinarios aztecas.


Pero hay que reconocer que tras de esas explicaciones pueriles existe un real desprecio al indígena. Es común que los peruanos de clase media nieguen su parte mestiza y suelen atribuir su tez morena a un presunto antepasado andaluz. Y así les va. Después de doscientos años de independencia las clases dominantes de muchos países latinoamericanos siguen atribuyendo sus males a la conquista española y no a las desastrosas políticas domésticas.

(Escrito y fotografiado por Hércor)





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[0] Editado por Protactínio a las 8:25:00 | Todos los comentarios 498 comentarios // Año IV
19 agosto 2007
Antifonario


(esto ya estaba aquí cuando desperté)







superZP al rescate de 'Expaña'
(muy pronto en sus pantallas)




Vacaciones Sant Yllana


1. Geografía recreativa
2. Lengua y literatura popular:

Era una noche de luna y sin embargo llovía.
Nadaba una rata muerta por una alberca vacía.
A la luz de un candil apagado un ciego leía,
un mudo dictaba, y un manco escribía,
y hasta un calvo que por allí había,
los pelos de punta se le ponía.
Me chingué, me fui a mi casa, apagué la puerta y atranqué la luz.
Y a la mañana siguiente oí una voz que decía:
'Alma de poca ventana, asómate a la vergüenza
y dame un vaso de sed que vengo muerto de agua'.



Trasmisión: Oral
Autor: Se busca






HP and the Half-Blood Prince. Llegué a temer que leería 'No [Luke], I am your father'. No fue para tanto y todo se quedó en el usual come over to the (b)right side.

Después pongo la tele y veo que reponen Jesucristo Superstar. Extraño ver en la farándula patria una obra tan religiosa. Por eso le ponen una alcachofa a uno y dice más o menos que: 'venid a verla muchachos, no es una historia sobre buenos y malos'. La alergia hodierna. El totem hodierno: la mediatriz. La vie en gris.





Un crítico literario resume, en el ejercicio de sus funciones, el atolladero de los personajes de una obra: 'un profesor de literatura expulsado de su universidad por acoso sexual de una estudiante; y su hija, que se niega a denunciar a los tres africanos que la han violado'. Les podría añadir el título y autor de la obra pero no más detalles: no he leído la obra y del autor conozco lo que la prensa. Un sustantivo reluce en el resumen: 'africanos'. Se pide su significado preciso, contextualización, sinónimos y variantes.





qtyop/amanecer en Ribadesella (digan lo que digan)





Correspondencias / poytq


Celtiberia Show Verano

1. Quo vadis?



2. Quis parquis?



Correspondencias / poytq


Ese escrito de un escritor con nombre de predecesor en el cargo y apellido de sucesor en el cargo. Si gusta ---¿como mal menor?--- de León y Castilla, ¿gustará de leonéscastellano?

(Escrito por qtyop)

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[0] Editado por Tsevanrabtan a las 9:30:00 | Todos los comentarios 351 comentarios // Año IV
18 agosto 2007
Ciclismo
El día que un cuadro de Van Gogh, que no vendió una obra en vida, se convirtió en el más caro jamás vendido, el mercado de la compraventa de arte debió cerrar sus puertas definitivamente. Así nos hubiera parecido justo a los fanáticos de la circularidad, partidarios de una concepción cíclica de la vida, ávidos de reencarnarnos en tortugas viajeras. Somos aquellos que se fascinaban de pequeños con las fuentes, probablemente porque un mayor no nos desaconsejó, atareado como estaba en la redondez de un pezón. Probablemente.

Pero esta lectura no trata de pintores sino de tópicos. Así que quien ya lo sepa todo puede abstraerse de seguir bajando. El mundo se divide entre los denostadores y los sustentadores del tópico. Somos más razonables los segundos. Los primeros citan mucho, y así incurren en el segundo mayor tópico que hay en vida. El primero es respirar. Medalla de bronce para el deseo, la sed vital que dijo el poeta.

Pues eso, que uno de los tópicos más recurrentes, el de la justicia divina, indica que el bueno de Van Gogh habrá sido debidamente recompensado en el más allá, lugar desde el cual, seguramente con un bolsa de pipas en mano, se habrá reído de cuán superfluas fueron sus torturas en vida. Pero el artista se suicidó, así que su existencia no cabe en el Cielo. Hay que joderse, Van. Y para dojas apunten esta: nuevo y joven son los vocablos que más están gastando su significado. Que los detengan.

El tópico dictamina que no hay vanguardia sin tradición, lo que condena el ingenio a estar repitiendo con disimulo. Es divertido constatar que como el primer artista moderno no podía igualar los cánones, ni siquiera acercarse, decidió idear otro camino. Sólo la ocurrencia le mereció la gloria, inconquistable si se hubiera propuesto mejorar al modelo, y que le convirtió en el primer artista moderno. Los que le precedieron fueron reconocidos después. No visiten su museo malagueño.

Escuchas un disco y se hace discazo. Escuchas más discos y descubres que tu admirado copió a los anteriores. Y abres los sentidos para descubrir que el sampleado es universal. Escribes en primera persona, igual que habla Casillas, y te traen de China unas Nike de 5 gramos que no son Nike. Este programa sobre el que se inscribe el texto está pirateado. Y buena parte de los soportes que lo divulgan, todavía más. Especulación proviene de espejo, aunque llegará el extremo en el que, de tanta copia, no distingas tu reflejo a un metro de distancia. Ya se dijo aquí: nos reímos con Milikito para averiguar mucho después que sus gracias eran de Chevy Chase. Hoy, universalizada la divulgación, al tramposo se le detecta al instante. Esta fugacidad creciente debiera favorecer la expansión de la melancolía, pero como la nostalgia también es negocio, apenas tenemos tiempo de evocar algo cuando ya ha sido reciclado en formato comercial. Qué maravilla: minimizaron el presente condensado a su vez el pasado. Un 3x2 porque el futuro ya está aquí. Just do It. Universalizada la divulgación, cada vez es más sencillo idear trampas.

La dinámica acelera y se comprime el tiempo disponible para asimilar el entretenido entorno. Algunos nos estrenamos en la cinefilia con Star Wars. La película es de 1974, lo cual evidencia que para nosotros fue imposible ser su contemporáneo. Es porque entonces el mensaje tardaba unos dos años en llegar a la capital y unos cuatro en alcanzar las provincias. Luego el mercado se hizo simultáneo y ahora la copia antecede al estreno. Una maravilla que de ser aplicada en plena lógica constataría que fue Chevy quien plagió a Emilio. Estamos en camino: en las aulas ya hay alumnos que adoctrinan al maestro. María debió tener mellizos, nos hubiera duplicado el entretenimiento. Porque, aunque muchos se empeñen hasta el final, el discurso del Uno no se impone. Pero mira que se ha intentado, con dos pezones. Recuerdos de Theo Van Gogh: exitoso tratante que no consiguió vender ni un cuadro del hermano.

Y aquí se acaba el ovillo, que como no triunfó en su empeño de resultar original, se desmadeja con una coronación circular. No es nueva y en tus ojos perderá su juventud: Definitivamente puertas sus cerrar debió arte de compraventa la de mercado el, vendido jamás caro más el en convirtió se, vida en obra una vendió no que, Gogh Van de cuadro un que día el.

(Escrito por Sickofitall)

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[0] Editado por Protactínio a las 11:32:00 | Todos los comentarios 468 comentarios // Año IV