Hay veces en las que, como Falsarius propone, uno descubre recetas por simple necesidad: falta éste o aquél ingrediente en casa y no hay más remedio que cambiarlo por otro… que produce un plato con nuevas características. El mito asegura que la fideuá se inventó de semejante forma: al echar mano al arroz para hacer una paella de marisco, el olvidadizo cocinero se dio cuenta de que no tenía. Y lo sustituyó, con gran éxito de crítica y público, por unos fideos gordos. En el fondo, cambió el almidón natural por almidón procesado. Pero nada más. Supongo que la historia es más falsa que un billete de dos leuros, pero si non è vero, è ben trovato. Algo parecido me sucedió a mí el otro día mientras preparaba pasta con tomate y carne picada. Que descubrí, por azar, la falsa fideuá de carne. Ya ven ustedes. ¿Por qué pasó? Pues no lo sé muy bien, ya que fue un perfecto ejemplo de serendipia y el fruto de que, a la hora de la verdad, no había macarrones en casa. Pero el comistrajo salió muy rico, y paso a contárselo a ustedes.
Pondremos a cocer los fideos gordos de la forma habitual: en agua con un chorrito de buen aceite y la sal suficiente. Los dejaremos al dente, es decir, no demasiado hechos y los separaremos del agua caliente poniéndolos, luego y en un colador, debajo del grifo para que se enfríen y suelten el exceso de almidón. Eso los dejará bien separados y listos para unificarse con el guiso de carne. En una sartén amplia y alta (puede valer perfectamente un wok) sofreiremos una cebolla muy bien picada y un pimiento verde troceado muy menudo. Mientras se hace, aliñaremos ligeramente medio kilo de carne de ternera picada (de la que ya venden así: no hace falta que sea solomillo ni nada parecido) con sal, pimienta recién molida y algo más que unas gotas de tabasco. Añadiremos la carne a la sartén y le daremos unas vueltas, hasta que pierda el color rojizo. Entonces, le recetaremos una generosa copa de fino (Tío Pepe, por ejemplo) y dejaremos que se haga y evapore el alcohol. El conjunto no debe de quedar demasiado caldoso. Cuando veamos que ha evaporado suficiente, añadimos un bote de tomate frito Hida (lo siguen vendiendo en Mercadona) y daremos unas vueltas hasta que hierva. Entonces, añadiremos los fideos que hemos cocido previamente. Una generosa cantidad, dado que el plato es para cuatro personas. Mezclaremos muy bien para que cojan calor y esperaremos un poco, a fuego medio, hasta que el tomate pierda agua. El plato, obviamente, no debe de quedar como una pasta cualquiera con tomate: más bien, la carne y el tomate deben ser los tropezones compañeros de los fideos. Como en la fideuá.
Y ya puestos al ahorro, acompañamos el plato con una botella del mítico Borsao de menos de tres euros. A tal señor, tal honor.
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