Parece mentira que en este ilustre blog escéptico y dawkinsiano no se celebre como se merece al pensador más trascendente de todos los tiempos.
Celebrando a Darwin
JAVIER ARMENTIA
12 de febrero de 2008.- Desde 1985, cada 12 de febrero, se celebra el Día de Darwin. La fecha corresponde al día en que nació el científico que nos ha proporcionado la teoría de la evolución, hace exactamente 199 años.
Como es lógico, el año que viene, cuando se cumplan dos siglos del nacimiento de Darwin y siglo y medio de la publicación del texto fundacional de la biología evolutiva, 'El origen de las especies', será una celebración multitudinaria. Este año, en la víspera, cientos de instituciones repartidas por todo el mundo celebran también a la persona y a su trabajo.
En la web internacional del Darwin Day se puede consultar (en inglés) abundante información no sólo sobre las actividades sino también sobre las razones para esta celebración: por un lado, la relevancia del trabajo de Charles Darwin en el avance de la comprensión científica de los seres vivos, y de cómo las teorías surgidas de Darwin y Wallace hace siglo y medio cambiaron el mundo en más de un sentido.
Por supuesto, la contribución científica de Darwin se ha consolidado en la llamada síntesis moderna, que es el marco conceptual y experimental en el que se desarrollan las ciencias de la vida, y que a lo largo del tiempo ha ido confirmando sus hipótesis con hechos y experimentación, que convierten al darwinismo en una necesaria aproximación científica.
La incorporación, decenios después de Darwin, de las leyes de la herencia, a partir de los trabajos de Mendel, permitió entender los mecanismos por los cuales actuaba la selección natural. El nacimiento de la genética, el descubrimiento del papel del ADN y toda la bioquímica que fue naciendo en los años 50 llevó a consolidar la biología, permitiendo además un amplio desarrollo propiciado por la aplicación de la teoría evolutiva en campos cada vez más amplios, de los que a la vez se ha ido alimentando: desde la paleontología a la bioestadística, de la taxonomía a la ingeniería genética (por mencionar sólo unos pocos de ellos; se trata de un ámbito científico tan amplio que no es raro que los propios científicos se refieran a él con un término tan genérico como ciencias de la vida).
En España, el pasado viernes 8 de febrero, en el Museo Arqueológico de A Coruña, comenzaban las actividades del Día de Darwin con un coloquio con historiadores, biólogos y divulgadores científicos, un debate que resultó multitudinario. Hoy en Burgos, el artista Daniel de Culla realiza una lectura magistral de 'El origen de las especies' en el Centro de Arte Contemporáneo 'Tangente' de Burgos y, simultáneamente, en la Biblioteca Bidebarrieta de Bilbao y en el Planetario de Pamplona, se realizarán conferencias y debates sobre Darwin y la evolución. Los actos finalizarán en Valencia, entre el 20 y el 21, con un ciclo de charlas organizado por la cátedra de Divulgación Científica de la Universitat de València.
Y este año se incorporan dos iniciativas editoriales interesantes. Una en formato electrónico: el boletín mensual El Escéptico Digital, editado por ARP Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico sale con una colección de artículos de científicos, divulgadores y periodistas en torno a diferentes aspectos de la teoría evolutiva, incluyendo los ataques a la misma que se siguen realizando desde sectores habitualmente cercanos a los fundamentalismos religiosos. Ya hablamos hace unas semanas en este naturaBlog de cómo el creacionismo del diseño inteligente sigue intentando establecerse en nuestro país.
La segunda iniciativa parte de una sorpresa, o una curiosidad un poco triste: de las quince obras que publicó Charles Darwin, sólo cinco de ellas han sido traducidas y editadas en nuestro país, siendo las más conocidas y difundidas 'El origen de las especies' y 'El viaje del Beagle'. Pero las otras diez nunca han tenido ediciones españolas, quizá porque las teorías de Darwin no fueron en su momento bien recibidas por un país controlado por el dogma religioso, creando una importante controversia contra la evolución.
(Entre paréntesis, un ejemplo de cómo el debate del mono caló en la sociedad del segundo tercio del XIX en España lo seguimos viendo en las etiquetas del célebre Anis del Mono. El comerciante barcelonés Vicente Bosch rindió un peculiar homenaje crítico a Darwin, convirtiéndole en un simio que con una mano sostiene una botella del "anisado refinado", y con la otra un cartel con la leyenda: "Es el mejor. La Ciencia lo dijo y yo no miento".)
Ahora, la Editorial Laetoli y la Universidad Pública de Navarra lanzan la Biblioteca Darwin, que va a recoger precisamente esos textos que no habían sido publicados en este país, una colección dirigida por el biólogo y escritor Martí Domínguez. Acaba de llegar a las librerías el primero de ellos: 'La fecundación de las orquídeas'.
Darwin lo publicó en 1872, es decir, once años después de 'El origen de las especies', tras una amplia investigación botánica de las orquídeas inglesas, que complementaba sus observaciones de las orquídeas en Madagascar, isla que había estudiado en el viaje del Beagle varios decenios antes. Armado del soporte conceptual de la teoría evolutiva, Darwin analiza en este libro las adaptaciones evolutivas que explicaban la variedad de formas y estrategias de estas flores. No era una casualidad: precisamente las orquídeas, consideradas las más bellas de entre las flores, eran usadas a menudo por los creacionistas que se oponían al darwinismo como ejemplo sublime de "la mano de Dios".
Sin duda, una de las orquídeas estudiadas por Darwin más conocida posteriormente en las historias de la ciencia es una 'Estrella de Navidad' ('Angraecum sesquipedale') que sorprendió al cientifico por su alargado espolón, al final del cual estaba el néctar, con 29 centímetros de longitud. ¿Cómo podría un insecto, posiblemente una polilla -mariposa nocturna- llegar a libar ese nectar? Sólo si tenía una espiritrompa de esa longitud, al menos... En esa época no se conocía, pero once años después Alfred Russel Wallace informó a Darwin de que en África había unas polillas, las 'Esfinge de Morgan' ('Xantophan morgani') con trompas de más de 20 cm de longitud. Fue el barón Lionel Walter Rotschild y el entomólogo Karl Jordan (según cuenta Martí Domínguez en la introducción de este libro) quienen encontraron la subespecie de polilla, en 1903, habitando precisamente en los mismos biotopos que la orquídea. En honor a esta intuición científica de Darwin, esa mariposa pasó a denominarse 'Xantophan morgani praedicta'.
Quiero disculparme por la extensión de la entrada de este 'naturaBlog' de hoy, pero celebraciones como el Día de Darwin dan para mucho: desde anécdotas a historia de la ciencia, o incluso a un necesario activismo como el que han mostrado -afortunadamente- tantas instituciones en Estados Unidos y en otros países en donde se intenta, continuamente, minimizar la importancia de la teoría evolutiva, equiparándola a una simple especulación, y exigiendo que su estudio se haga en paridad de tiempo con la explicación del Génesis.
Semejante aberración, que no solo se da en algunos estados de EEUU, sino que se está promoviendo también en la vieja Europa (Polonia, Croacia, incluso en Gran Bretaña) también debe ser denunciada al menos cada 12 de febrero, el cumpleaños de Charles Darwin.
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