Marzo de 1999. Domingo día 7, por la tarde. Me encuentro leyendo Los días felices de Samuel Beckett. A eso de las 8 consulto las noticias del teletexto: "Stanley Kubrick ha muerto". Tardé días en recuperarme. Aunque progresivamente ha ido decayendo su influencia, en esa época Kubrick era para mí una figura gigantesca, casi divina (el obituario que le dedicó Ángel Fernández Santos se titulaba, muy adecuadamente, Un aprendiz de dios), y su muerte me dejó muy impresionado. Durante días no pude hacer otra cosa que informarme obsesivamente sobre todos los detalles de su muerte; radio, televisión, internet, prensa escrita, todo lo fui devorando en pos de una respuesta, o de una nueva información que ampliara lo que hasta ese momento conocía. Pasé horas escuchando el We'll meet again de Vera Lynn, el final delirante de Dr. Strangelove. Al día siguiente me compré unos 14 periódicos para comprobar si en alguno de ellos descubría alguna novedad no ofrecida en la masa homogénea de noticias sobre su muerte. Me quedaba un consuelo: su nueva película, Eyes wide shut, en la que deposité unas esperanzas casi evangélicas. Por supuesto, la decepción al verla fue notable, y es que las últimas películas de Kubrick no colmaban las expectativas generadas, y en este caso eso mismo sucedió. El pasado sábado día 7 se cumplieron 10 años de la muerte de Kubrick. Quería recordar la fecha y la figura de este curioso personaje.
Las dos imagen superiores pertenecen a un joven Kubrick, todavía en la veintena. Estamos acostumbrados a ver al Kubrick ya maduro, con barba, gafas y cierta calvicie, y esta imagen del joven imberbe que comenzaba su carrera de fotógrafo primero y cineasta después puede que llame la atención, pues semeja otra persona. Pero, si nos fijamos bien en sus ojos, en su poderosa y escrutadora mirada, nos damos cuenta de que se trata de la misma. Esa mirada obsesiva y penetrante, subsuelítica, casi maníaca, bien vale un recuerdo.
Para ir acabando, dejo aquí el making of de El Resplandor, realizado por su hija Vivian, que nos permite algo insólito, una muestra de cómo se desarrollaban los rodajes al mando del comandante Kubrick, aquí más nervioso de lo habitual (sobre todo cuando se cruza en su camino la pobre Shelley Duvall). También dejo unos breves minutos del rodaje de La chaqueta metálica y un blog en castellano dedicado a Kubrick.
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