Yo soy lo que comúnmente se conoce por un rastrero (rastrerus vulgaris). Trabajo en un banco de dinero al contado, de esos a los que llegan miles de clientes a dejarse los ahorros en una hipoteca. De lo de ser rastrero no se da cuenta uno enseguida, eso se va descubriendo poco a poco, a través de ciertas miradas fugaces al espejo. Primero notas que vas perdiendo autoestima, luego te das cuenta de que sonríes por nada a tus superiores y al final encuentras que tu puntualidad es tan exagerada que hasta que marca tu primer compañero pueden pasar horas, incluso fines de semanas enteros. Luego, para consolidarte, para convertirte en un verdadero rastrero de los cojones tienes que sacrificarte. Incluso debes espiar… aunque lo de espiar siempre lo delego en un empleado joven que apunté maneras de rastrero para que practique. El que tengo ahora me lo cuenta todo y luego me lame el dorso de la mano. Dice que la palma todavía le da un poco de asco. ¿A que no saben una cosa muy curiosa sobre los rastreros? Que existen cientos de subespecies. Sí, sí, subespecies rastreras. Yo tengo catalogadas diez. Joder, a veces me pregunto cuántas se habrán extinguido. Mi mujer no sabe que soy un rastrero, pero creo que hace tiempo que lo sospecha. Es que son muchos años lavándome las camisas y las pongo perdidas con las babas que se me caen cuando hablo con mis superiores. Por cierto, tengo un hijo rastrero. Ahora me haría mucha ilusión ir a por la parejita. Amigos rastreros la verdad es que no tengo. Sólo tengo amigos de la especie dominante. Con ellos la relación no es tan fluida, porque como no es necesario que babee, el contacto siempre es en seco. Muchos saben que soy rastrero pero no se atreven a criticarme. Falsos. Y otra cosa curiosa: a la mayoría de gente no es que les falte competencia para ser rastrera, no, lo que les atenaza es el qué dirán. De verdad que los compadezco. A todos aquellos que quisieran ser rastreros pero que, o bien por falta de redaños, o simplemente porque no tienen huevos, se dejan llevar por su dignidad y se comportan como pringaos, le daría el siguiente consejo: pensad en vosotros mismos, que todo es relativo, que lo que hoy es blanco mañana puede ser fucsia; que las babas se van con Wipp Express y que el amor propio se puede alquilar por horas. Gracias a mi capacidad innata para el ejercicio del rastrerismo, afortunadamente, no tengo competidores humanos que me hagan sombra, quizá los caracoles y determinados organismo unicelulares sin importancia, pero, a día de hoy, ningún ser humano es capaz de superarme. Besos acuosos.
(Escrito por Goslum)
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