Ender dijo:
España da 20 millones de euros a Palestina.
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¡Qué bien les va a venir ese dinerillo para renovar los cohetes Kassam, confeccionar nuevos chalecos explosivos y fomentar la instrucción de los escolares con textos incitadores al odio!
¿Alianza de Civilizaciones? Puajjjj
APRENDIENDO A ODIAR:
ASÍ ENSEÑAN LOS LIBROS DE TEXTO
A LOS NIÑOS PALESTINOS A ODIAR
A ISRAEL Y A LOS JUDÍOS
Deberes: Aprenderse de memoria el poema «El Shahid*»
Amos Nevo
Más de 800.000 alumnos palestinos están expuestos cotidianamente a una fuerte instigación contra Israel. En el material educativo utilizado desde el primer curso de primaria hasta el último de secundaria los judíos son descritos como «animales salvajes», «plaga», «embusteros» y «traicioneros». Israel es descrito como un estado que desaparecerá próximamente. El contenido de los libros está dictado por las autoridades palestinas. La respuesta del consejero de Arafat fue la siguiente: «Dentro de poco nos diréis también qué es lo que debemos comer, cómo vestirnos y cómo cortarnos el pelo». Un lavado de cerebro para hacer fracasar la paz.
Cada mañana, cuando el niño Jamil Barguti llega al colegio en Ramala, experimenta el odio hacia los judíos una vez más. Ya a la entrada del colegio, sus ojos se encuentran con un mapa de Israel en el que está impreso en letras grandes el nombre Palestina. En las camisetas de sus compañeros ondean la cara de Arafat, la bandera palestina y el mapa de la Gran Palestina.
Durante las clases, Jamil oirá de boca de su maestro que los judíos son embusteros y traicioneros, que hay que desconfiar de ellos. En la clase de lengua leerá que su cometido en la vida es «liberar la mezquita cautiva y el enlutado domo de las manos de los invasores usurpadores». En la clase de literatura, la maestra le pedirá que aprenda de memoria un poema sobre los Shahidim. Como deberes escribirá una redacción: «Cómo liberar la tierra que nos ha sido usurpada».
«Es terrible, espantoso», suspira Itamar Marcus del instituto «Perspectiva de los Medios de Comunicación Palestinos» ubicado en Jerusalén moviéndose incómodo en su silla. Ojea los coloridos libros de texto que se encuentran sobre su mesa y dice que contienen material explosivo peligroso.
«Mira este libro», dice Marcus. «Mira hasta qué punto los dibujos son infantiles, ingenuos y bellos. Sin embargo a su lado aparece la orden de salir a la Yihad. Cuando me encontré por primera vez con este material, me dieron escalofríos. No podía creer que aquí, al lado de casa, mientras las partes intentan hacer la paz, educan a estos niños a odiarnos y aniquilarnos».
Itamar Marcus y su equipo de traductores se han dedicado durante largos meses a leer 140 libros de texto editados por el Ministerio de Educación palestino, sin podar dar crédito a sus ojos. Al final de la investigación llegaron a una dura conclusión: el Ministerio de Educación palestino educa oficialmente a la nueva generación en el odio a los judíos y la aniquilación del Estado de Israel.
El fascismo, los nazis y el sionismo
Más de 800.000 alumnos palestinos están expuestos cotidianamente a una fuerte instigación contra Israel, tanto a través de los medios de comunicación como de los libros de texto. En la investigación se comprobaron libros de textos destinados a los alumnos desde el primer curso de primaria hasta el último de secundaria de educación civil, gramática, literatura, historia, geografía y educación islámica. Según los investigadores, no han encontrado un solo libro que estuviera exento de dicha instigación.
En todos los libros que comprobaron se describe a los judíos como el enemigo del Islam y se equipara al sionismo con el fascismo y el nazismo. Valga de ejemplo el libro «Historia moderna de los árabes y del mundo» que se sigue en las clases de historia: «Los ejemplos más claros de creencias racistas y de discriminación racista en el mundo son el nazismo y el sionismo».
«¿Quién es el ladrón que nos ha arrebatado nuestra tierra?», pregunta el libro «Nuestra lengua, el árabe» a los alumnos de sexto curso. «Hay que desconfiar de los judíos porque son embusteros y traicioneros», advierte a los alumnos de noveno curso el autor del libro «Educación islámica».
Marcus ha podido comprobar que los palestinos a menudo describen a los judíos en los libros con expresiones recurrentes: «maliciosos», «desleales», «animales salvajes», «agresivos», «bandidos», «plaga», «invasores», «usurpadores», «enemigos de los profetas y de los creyentes».
«Es algo sistemático», dice el Profesor Yohanan Manor, orientalista. «Yo pensé que orientarían el odio principalmente hacia el sionismo o hacia el Estado de Israel, pero no: encauzan el odio principalmente hacia los judíos, hacen generalizaciones, recopilan descripciones negativas de los judíos que aparecen en el Corán, o en los libros de historia antiguos del Islam, y los aplican a todos los judíos actualmente, haciendo caso omiso de las descripciones positivas que aparecen en esas mismas fuentes».
Cogen acontecimientos modernos, según los investigadores, y los exponen de forma distorsionada, con el objetivo de presentar a Israel como seguidor de los pasos de los enemigos del Islam y de los árabes. «En 1969, por ejemplo», dice Marcus, «un turista australiano no judío provocó un incendio en la mezquita Al-Aqsa de Jerusalén. No obstante, a los alumnos de la Autoridad Palestina se les enseña que fue Israel quién lo hizo. En la clase de literatura, los alumnos de octavo curso aprenden que ‘dicha provocación no es sino un episodio más del plan sionista cuyo objetivo es apoderarse de este lugar santo islámico».
Para ellos no existe la historia judía, sólo la historia musulmana y la cristiana. Los judíos, aprenden los jóvenes, no son un pueblo sino una comunidad religiosa. El patriarca Abraham fue el primer musulmán que engendró un único hijo, Esaú. Enseñan a sus hijos que no existe vínculo alguno entre los judíos y la Tierra de Israel.
En una clase de historia del décimo curso, por ejemplo, los alumnos aprenden que los sionistas han creado un estado en Palestina sobre la base de «alegaciones históricas y religiosas falsas», con el fin de desgarrar en jirones a Palestina y dividir al mundo árabe. Mencionan la Segunda Guerra Mundial y a Hitler pero omiten el Holocausto y a los judíos.
«Los palestinos son los descendientes de los cananeos», dicen los libros. Los habitantes originales de Jerusalén, según ellos, eran árabes, y ellos fueron quienes fundaron la ciudad.
Cuando mencionan lugares santos o históricos en Israel, sólo mencionan los lugares musulmanes y los cristianos, nunca los judíos. Hasta al Muro de las Lamentaciones le niegan la identidad judía. «Los judíos alegan que es uno de los lugares que les pertenecen y lo llaman «el Muro Occidental», pero no es así», indica el texto del libro de literatura del octavo curso. En todos los textos Israel es descrito como un estado temporal que pronto desaparecerá.
No aprenden sobre la paz
«Cada vez que leo estas cosas», dice Itamar Marcus, «me estremezco». Marcus, de 45 años, es maestro de judaísmo de formación, trabajó durante el gobierno laborista como asesor del Ministro de Asuntos Religiosos, Shimon Shitrit, y fue entonces cuando se enfrentó por primera vez al material instigador palestino, cosa que le conmocionó. Decidió crear una asociación para luchar contra dicho fenómeno convirtiendo el tema en el centro de su vida.
Su instituto, que no tiene afiliación política alguna, hace un seguimiento diario desde un pequeño apartamento en el centro de Jerusalén, de los medios de comunicación palestinos. Ocho traductores, la mayor parte de los cuales cuenta con experiencia militar en el ámbito de la lengua árabe, leen los periódicos que se editan en los territorios de la Autoridad Palestina y ven los programas de televisión que se emiten allí. Remiten el material instigador traducido a los distintos ministerios, a la oficina del Primer Ministro y a veces hasta al Congreso de los EE.UU.
Hace un año y medio aproximadamente, Marcus recibió un mensaje del Prof. Yohanan Manor, presidente del «Centro de Seguimiento de las Repercusiones de la Paz» que fue fundado por Andrei Marcus, hombre de negocios americano. Manor, experto en Ciencias Políticas y Orientalismo, propuso a Itamar Marcus dirigir una investigación sobre los libros de texto palestinos. Marcus, que de cualquier forma hacía un seguimiento con sus traductores de los periódicos de la Autoridad Palestina, accedió.
«Comprendí», dice Manor, «que si queremos que los acuerdos de paz tengan verdadera vida, tienen que reflejarse en la educación. Cuando uno educa a toda una generación en el odio y no en el reconocimiento de Israel, lo que uno está haciendo en realidad es preparar una receta segura para el fracaso de los Acuerdos de Oslo».
Dabir, uno de los traductores, dice que a veces lee los textos y siente miedo. «Nuestros ciudadanos no son conscientes de lo que está ocurriendo en el otro lado. Dicen cosas terribles, y aquí nadie se preocupa por ello».
Con grandes dificultades, el Prof. Manor consiguió los planes de estudio palestinos, los distintos libros de texto y los libros de formación de los maestros que edita el Ministerio de Educación palestino. Dichos libros de texto, indica el Prof. Manor, proceden de Jordania y Egipto.
Después de la Guerra de los Seis Días, el Ministerio de Educación israelí encargó a 50 investigadores que revisaran los libros de texto que se utilizaban entonces en los colegios de los Territorios y que eliminaran de los mismos todos los apartados problemáticos en que los se hacía un llamamiento a la aniquilación de Israel. Aquello hizo que los jordanos y los egipcios se enfurecieran. Se dirigieron a las Naciones Unidas protestando sobre el hecho de que Israel estaba actuando en contra de la Convención de Ginebra. Un comité especial de las Naciones Unidas que investigó el asunto, permitió a Israel modificar los libros de texto. Durante todos los años en que los Territorios estuvieron bajo control israelí, los niños palestinos estudiaron con libros de texto censurados.
Al crearse la Autoridad Palestina, los libros de texto censurados fueron eliminados del plan de estudios y sustituidos por los libros originales. Manor, que visitó recientemente Jordania, se encontró con que incluso después de la firma del Acuerdo de Paz, los alumnos jordanos seguían estudiando con aquellos libros de texto repletos de expresiones difamatorias. «De los 70 libros que revisé en Jordania», dice Manor, «encontré una mención breve y de pasada de la paz en un solo libro destinado a los alumnos del duodécimo curso_. En los libros de la Autoridad Palestina no encontramos ni eso».
Haifa y Yafo son nuestros
El niño palestino, al parecer, está expuesto a la instigación desde una edad temprana. Los programas infantiles de la televisión palestina, dice Marcus, están llenos de odio hacia Israel. «Los niños cantan poemas que ensalzan a los Shahidim, los informes de los campamentos de verano revelan prácticas con armas, desfiles y canciones militares, no partidos de baloncesto o de fútbol».
Mañana y tarde, el niño palestino ve frente a sus ojos el mapa de la Gran Palestina, que se extiende sobre toda la superficie de Israel. La televisión emite el mapa varias veces al día. En el «atlas del nuevo mundo», que se utiliza en los colegios, los investigadores no encontraron el nombre de Israel ni una sola vez.
Las ciudades israelíes se presentan como ciudades palestinas. Jerusalén es «la capital del Estado Palestino». Haifa aparece como uno de los lugares de veraneo de Palestina. «Yafo es una ciudad palestina que invadieron los judíos. Indica otras tres ciudades invadidas por los judíos», reza la pregunta a la que tienen que responder los alumnos de séptimo curso en el libro «Nuestra lengua, el árabe».
«Yafo sigue existiendo? nuestra sangre vertida todavía está en sus antiguos muros, nuestros campos abandonados. La plaga de langostas los ha invadido? por aquí empezaremos y el camino – manchado de sangre y largo? Yafo, volveremos a ti mañana con la cosecha». (Expresión y síntesis para octavo curso).
Hasta las industrias israelíes son presentadas como industrias palestinas. Las refinerías de Haifa y Ashdod, por ejemplo, son «las refinerías de Palestina». Los cítricos que se exportan al extranjero son «los excelentes cítricos de Palestina».
Los maestros palestinos fomentan en los alumnos la nostalgia y el amor hacia las ciudades invadidas por Israel, y les prometen que no está lejos el día en que volverán a ellas.
Gota a gota, inculcan en los niños el espíritu guerrero. En todas las ocasiones que se presentan ensalzan la Yihad (la Guerra Santa) y les animan a participar en ella. Hacen hincapié en el precepto de la Yihad y amenazan con un duro castigo a aquellos que intenten eludirlo.
«Identifica el sujeto y el predicado en la siguiente oración: La Yihad es un deber religioso para todo musulmán y musulmana», se les pide a los alumnos de octavo curso en el libro «Nuestra lengua, el árabe». Los alumnos de séptimo curso tienen que escribir una redacción titulada «Cómo liberaremos nuestra tierra usurpada», utilizando las siguientes ideas: «la unidad árabe, la fe sincera en Alá, armas y municiones modernas, la utilización del petróleo y de otros recursos de valor como arma para la liberación».
Marcus ha podido observar que enseñan a sus hijos a admirar a los Shahidim. Los libros están llenos de canciones y de poemas que animan a los niños a morir una muerte de santos. «Desenvaina tu espada», reza el texto de literatura de octavo curso citando un poema de la Yihad. «La muerte llamará y la espada enloquecerá? Palestina, los jóvenes rescatarán tus tierras».
En la «Guía para mejorar el árabe», los alumnos del duodécimo curso deben aprender de memoria el poema «El Shahid»:
Llevaré mi espíritu en mi mano
y lo lanzaré al terreno de la muerte...
Juro por tu vida, veo mi propia muerte,
pero avanzo alargando el paso hacia él
Por tu vida, ésta es la muerte de los hombres,
y para aquél que pida la muerte de los virtuosos
– ésta es la muerte».
Clinton tuvo que intervenir
Las duras conclusiones de la investigación fueron presentadas hace unos meses al Congreso americano. Algunos de los miembros del Congreso se dirigieron al Presidente Clinton exigiéndole que interviniera inmediatamente. Itamar Marcus, miembro del Comité israelí-palestino-americano para la Prevención_ de la Instigación, que fue creado a instancias de los Acuerdos de Wye, presentó las conclusiones de la investigación en diversas ocasiones a los miembros palestinos del comité. Según sus palabras, no le dieron importancia alguna a las conclusiones.
«Hasta ahora no hemos conseguido llegar a un acuerdo en el comité sobre ningún asunto», dice Marcus. «Los palestinos no están dispuestos a reconocer la instigación. Se niegan a eliminarla de los libros, incluso cuando los miembros americanos del comité les aseguran que están dispuestos a financiar la reedición de los libros de texto. Se enfadan con nosotros, como si quisiéramos dictarles su tradición e historia y negarles la libertad de expresión».
«Dentro de poco nos diréis también qué es lo que debemos comer, cómo vestirnos y cómo cortarnos el pelo», decía enfadado esta semana Maruan Kanafani, consejero de Arafat y presidente del grupo palestino del Comité para la Prevención de la Instigación. «Nosotros no educamos a nuestros hijos en el odio. Al contrario: una investigación que hemos realizado demuestra que son sus libros de texto los que están llenos de elementos instigadores contra nosotros. Su investigación está llena de elementos que no son ciertos y que han sido sacados de contexto. No estamos dispuestos a modificar los libros de texto sólo porque a los israelíes no les guste lo que está escrito en ellos. Hay que sentarse y hacer la paz y resolver los problemas educativos y hasta entonces no hay lugar para modificar el estilo».
«Todo viene de arriba», dice Marcus. «Tras haber sostenido conversaciones informales con los palestinos del Comité, me da la impresión de que hay ciertos miembros del grupo que precisamente estarían dispuestos a cambiar el ambiente, pero las autoridades se lo impiden. Uno de los expertos en educación con el que hablé en el comité me describió la situación. Me contó que un día, su hija volvió del colegio utilizando una descripción negativa cualquiera de los judíos. ‘Eso es los que hemos aprendido hoy», le dijo a su padre. Èl la corrigió y le explicó que aquello no era cierto. ‘Pero papá', insistió la pequeña, ‘eso es lo que tengo que escribir en los deberes, si no me pondrán mala nota'. Escribe lo que yo te diga, aunque te pongan una nota baja por ello, le dijo su padre».
Ahora hay libertad en la Autonomía. Dentro de poco, el niño Jamil de Ramala pasará al curso siguiente y se hará con nuevos libros. El estilo de los libros seguirá siendo el mismo, lo único que cambiará es el material educativo. Los judíos seguirán siendo como los que conoció el año pasado: «maliciosos», «embusteros», «animales salvajes» y «bandidos». [Yediot Aharonot].
* El que muere en nombre de Dios.
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