Soy anarco-capitalista. Ahora presumo que esa es una elección racional vinculada a mis profundas y sesudas lecturas. Que si nunca he leído texto político más conmovedor que la Declaración de Independencia, que si hay que ver que razón tiene Popper en La Sociedad Abierta y sus Enemigos, que si es que el sistema ideológico del marxismo no se compadece con la realidad, que si Pinker, que si Dennet…. Me miento a mí mismo y les miento a Uds. Pero como ya saben (Jeff Goldblum dixit) las racionalizaciones son más necesarias que el sexo. Y aquellos de Uds. que lo duden recuerden cuánto tiempo llevan sin sexo y cuánto sin justificarse. ¡Ah, y sean sinceros, que esto no es la encuesta de Durex!
La verdad es que yo me empecé a hacer anarco-ultra-liberal, partidario del egoísmo más salvaje y feroz, desde pequeñito, sentado frente a la tele. Una tele con dos únicos canales en la España del general bajito y gris. Como nadie había pensado nunca en la sociedad de la información y no existían los derechos de los consumidores, en la información televisiva sólo daban dos datos: 18:15', Dibujos Animados. Así que en realidad no sabía lo que me esperaba cuando puntualmente acudía a la cita con los dibujos. Los instantes previos al inicio de las sesiones estaban preñados de esperanza e inquietud, a partes iguales. Yo sabía, como sabían todos los niños de mi generación, que había dos clases de dibujos. Pero no nos decían cuáles iban a emitir. De modo que me acostumbre a esperar a María Luisa Seco como Alejandro esperaba a la Sibila.
Perdonen, se me olvidaba explicar cuáles eran las dos clases de dibujos. Los primeros estaban llenos de historias sobre la bondad, el amor y todas cuantas virtudes nobles y elevadas quieran nombrar. Sus personajes estaban dibujados con criterios estéticos modernos. Y rezumaban moraleja para nuestro bien (el de los niños) y estaban destinados a educarnos. Una pesadilla, en suma. ¡Un coñazo de cojones! Naturalmente detestaba a aquellas cosas, tristes y planas, que me habían hecho perder parte de mis ilusiones. Y lo único que me enseñaron es que en la vida no siempre obtienes lo que quieres y que en polaco, fin se dice “koniec”.
Los otros, estaban poblados por animales humanizados cuyas personalidades oscilaban entre la psicopatía que lleva al asesinato en serie y el sadismo más extremo. Cínicos, egoístas y crueles. Se dedicaban a intentar matarse los unos a los otros de maneras atroces, utilizando engaños repulsivos, ridiculizando los sagrados mandatos del amor con guiones repletos de persecuciones, mentiras, armas de fuego, agresiones alevosas y viles traiciones. ¡La felicidad! ¡El paraíso! Cuando oías esta melodía sabías que invariablemente te lo ibas a pasar bien. Sin sermones, sin moralina. Si todavía no los han reconocido, ya es hora de llamarles por su nombre: “Looney Toons. Una creación de la Warner Brothers para televisión”
Sin saberlo, yo estaba ya tomando partido en la Guerra Fría. Odiaba los dibujos del Este de Europa y amaba los productos de los Estados Unidos. Sin yo saberlo, las proteínas de almacenamiento de recuerdos se iban ordenando para hacer de mí lo que hoy soy. Los malos instintos me llevaron a olvidar el interés general y la justicia social. Los malvados capitalistas empezaban a vencer a los generosos comunistas en el campo de batalla de mi mente. La política de “mentes y corazones” liderada por Bugs Bunny fue un éxito.
A día de hoy, no he conseguido desengancharme de ellos. Siempre que puedo los veo, incluso me he levantado los sábados por la mañana para ver “La Hora Warner” fuera cual fuera la intensidad de la resaca. Me sigo riendo como un niño cuando veo, o recuerdo sus aventuras. Y creo sinceramente que el dibujante que creó las dos pequeñas nubecillas que surgen del suelo del cañón cuando el Coyote se estrella contra él es uno de los mayores genios de la Historia de la Humanidad. Piolin, Claudio, Elmer Gruñón, Yosemite Sam, Silvestre, Coyote… Ellos y nada más que ellos me llevaron a adorar la codicia, la competencia y la insolidaridad. La televisión de Franco fracasó a la hora de hacerme un hombre de bien.
Buena parte de ese fracaso es culpa del propio Régimen. A las Dictaduras no les gusta leer y menos los títulos de crédito. No se enteraron de que el alma de los personajes de la Warner era Mel Blanc. Los censores hubieran descubierto inmediatamente que era uno de los miembros más destacados de la conspiración judeo-masónica que trataba de destruir a la Católica España, y nos hubiéramos visto obligados a aprender polaco en vez de inglés. Gracias a Dios, hoy le rindo homenaje a él y no a alguien con un apellido impronunciable terminado en “y”.
Si se hubiese redactado un presunto informe de la Brigada Antisocial, se hubiera sabido que Mel Blanc (al que Jehová tenga en su gloria) era un judío norteamericano que nació en San Francisco en 1908, que pasó su infancia y juventud en Oregón, que desde pequeño aspiró a ser el gracioso del high school y que lo consiguió, que trabajo en la época dorada de la radio norteamericana con el propio Jack Benny, que era una especie de Industrial Light and Magic unipersonal, que interpretó a cientos de personajes en cientos de películas ….. (Mejor les dejo un link, no terminaría nunca con la lista de sus trabajos).
Sobre todo, Mel Blanc fue un genio de la voz, un actor impresionante cuyo genio compuso –entre otras cosas- el modelo al que los neoyorquinos quieren parecerse, alguien cuyas ocurrencias verbales han modificado el lenguaje de medio mundo y si no, díganme que no han dicho nunca: ¿qué hay de nuevo, viejo?. Miles de Billones de risas son obra suya (hasta la del Pájaro Loco).
Para terminar, me gustaría contarles una historia de la vida de Mel Blanc que ilustra espléndidamente la locura y la grandeza del genio.
Es la siguiente: sufrió un gravísimo accidente de automóvil mientras conducía por Hollywood Boulevard. Como consecuencia entro en coma y permaneció así durante semanas. Ninguna de las estimulaciones a que fue sometido funcionó. Hasta que un día un médico, entre desesperado y cachondo, le preguntó: ¿Qué hay, Bugs?. Y, de repente, se oyó una de las tag lines más famosas de la historia:
Y, como no puede ser de otra manera: Eso, eso es to…, eso es to, eso es todo amigos
P:S. No todo es igual, sin embargo. Como parte del proceso de envejecimiento he aprendido que te pasas el tiempo perdiendo y que, aunque ganes, el resultado final es la derrota. Por eso hoy rezo –con el mismo fervor que rezaba para que los dibujos no fueran polacos- para no morirme sin ver como el Coyote se come al Correcaminos. Les suplico que se unan a mí en este deseo. ¡Y mil gracias, Mel!
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Etiquetas: Almirante Benbow
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