Todo esto es la introducción que se me iba ocurriendo mientras escribía para luego hablar de lo importante. Los norteamericanos han vivido (y nosotros con ellos. Para no tener ni 3 siglos influyen mucho, la verdad) dos revoluciones importantes en el último medio siglo. La de los sesenta, revolución de las costumbres, y la de los ochenta, económica. Aquí en España podríamos verlas como antitéticas. La primera fue una revolución de las costumbres; la segunda, económica. Pero las dos tenían un mismo origen: la autonomía individual del ciudadano. El Gobierno no era quién para decir qué estaba bien o mal ni tampoco para decir cómo tenían que gestionar su economía.
Hoy en día esto, que está perfectamente asumido por los norteamericanos, no supone un mayor problema en EEUU. A excepción del aborto, que muchos apoyan pero contra el que también muchos están en contra, lo que se pedía en los años sesenta es algo totalmente asumido, hasta tal punto que en un país conservador cada vez hay más estados que legislan el matrimonio homosexual. Por otro lado, el liberalismo económico que Ronald Reagan impuso también ha sido aceptado por la gran mayoría.
¿Por qué entonces surge un movimiento populista, el llamado Tea Party? Pues por las mismas razones que se dieron los cambios anteriores. De un modo ciertamente confuso y populista, los ciudadanos están aburridos de que el Gobierno les diga lo que deben comer o no o la cantidad de refrescos que pueden beber sin que dañe a su salud (a esto se une ahora la obligatoriedad del seguro médico), pero también rechazan que el Gobierno dicte lo que los alumnos han de aprender en la enseñanza primaria y secundaria.
Estos del Tea Party, en referencia al motín del té que protagonizaron un grupo de colonos de Boston el 16 de diciembre de 1773 contra el Gobierno inglés, son en su mayoría clase acomodada blanca. Son libertarios, pero de tan libertarios que son, han caído en un extraño reaccionarismo. Para ellos los conservadores Republicanos no van lo suficientemente lejos en la reivindicación de la autonomía individual, y los Demócratas, por supuesto, son peligrosos rojos comunistas. Los Republicanos buscan beneficiarse del descontento de este grupo, y Sarah Palin parece estar dispuesta a hacer todo lo posible para no perder tan gran oportunidad. Pero no todos los que acuden a las reuniones, que se vienen sucediendo desde hace ya un tiempo en las ciudades, comparten las ideas de Sarah Palin, ni tampoco todos son de clase acomodada. Hay muchos que van a las reuniones para saber cuáles son las ideas, hasta dónde llega el ansia de libertad del grupo, qué entienden por libertad, etc. Lo curioso es que muchos se desilusionan porque una cosa es ser liberal y otra anarquista conservador por llamar de algún modo a los que rechazan toda intervención gubernamental pero profesan una moral en la que la libertad individual está constreñida por la Biblia.
El problema mayor, no exclusivo de EEUU, son algunos programas televisivos que pintan a Republicanos y Demócratas con trazos gruesos que en el mejor de los casos aciertan en la caricatura pero desfiguran la realidad de ambos partidos.
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Los halcones del déficit y el regreso de la banda de Wall Street
Dean Baker · ·
"..//..A los halcones del déficit les trae al pairo la insolvencia nacional; no les preocupa un posible aumento de la inflación; lo que les preocupa es la forma de despojar hasta el último céntimo a la población de trabajadora para dárselo a la pandilla de Wall Street. De eso se trató en el rescate bancario, y no de otra cosa se trata en la presente cruzada para reducir el déficit público. Ahora quieren entrar por uvas en la Seguridad Social de los trabajadores, porque, como dice con desfachatez digna de mejor causa el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, "ahí es donde está el dinero". El hecho de que los trabajadores hayan pagado por esos beneficios asistenciales le importa un higo a la pandilla de Wall Street."
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3385