Décimo aniversario del Primavera Sound. Gracias a B. (que trabaja con J.M.), nos invitan el miércoles a una fiesta-concierto en el Castillo de Montjuïc. Fideuá, canapés, copas, pijos, modernillos y Los Planetas.
El jueves empieza, más o menos oficialmente, el festival. Llegamos a última hora de la tarde. El Fòrum está lleno y la gente empieza a animarse. Pasa un grupo de inglesas muy borrachas. La noche está fría e inquieta. Después de la intrascendente actuación de The XX, Tortoise, bajo una lluvia fina, dan una nueva lección: intensos, abstractos e hipnóticos. En Pavement, y casi sin querer, nos ponemos en primera fila. Un concierto sensacional. Ya he amortizado la entrada.
Viernes. He dormido poco. Hoy hay más gente y más borracha. Cenamos un trozo de pizza y un schawarma. Durante la actuación de Condo Fucks, I. detecta entre el publico a Jota, y salta como un gato a hacerse una foto con él. La novia de Jota es bastante mona. Wilco empiezan con un sonido renqueante pero acaban el concierto de forma majestuosa. He leído por ahí que son el mejor grupo de rock del mundo, creo que es verdad. El plato fuerte del festival son Pixies. Los más jóvenes se pelean por la primera fila. M. y yo nos quedamos a quince metros del escenario, que tampoco está mal. Lo tocan todo y bien. El público, que en general va muy pasado, se abraza y se besa. Después del concierto alargamos un poco la noche. M. se enfada porque de vuelta a casa no paramos en el McAuto.
Entre el cansancio acumulado y un cartel poco atractivo, el sábado se nos hace cuesta arriba. Entramos en el Auditori para ver la recreación de La Leyenda del Tiempo, el disco de Camarón. El espectáculo, con bailaoras y tal, está bien, pero me quedo traspuesto. Un gitano intenta entrar en el baño, que está ocupado:
- Joder, que ahí dentro hay un indie! – exclama, casi asustado.
Veo el final del concierto de Built to Spill, mientras los demás se dedican a los Charlatans. Nos encontramos con F., en cuyo regazo dormita una chica. La chavala, súbitamente, se levanta y vomita en una columna. Como si no hubiera pasado nada, se despide de nosotros para continuar la fiesta. B. no tiene fuerzas ni para esperar el inicio del concierto de Pet Shop Boys, y se larga a casa a las doce y media. Los demás aguantamos tres canciones. No tenemos ganas ni de emborracharnos. Esta vez sí, acabamos en el McAuto.
(Escrito por Desierto Polaco)
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