Después de cuatro años de lenta deliberación y de continuos rumores sobre la inminencia de la sentencia, seguimos igual. El Tribunal Constitucional ha perdido todo su prestigio y credibilidad, la separación de poderes es motivo chanzas, y los ciudadanos de Cataluña instalados eternamente en el victimismo, ven confirmadas sus teorías sobre confabulaciones mesetarias que perjudican sus intereses.
La sentencia sobre la constitucionalidad del “Estatut”, promulgado el 20 de julio del 2006 por el jefe del Estado y previamente aprobado por el Parlamento catalán y por los ciudadanos de Cataluña en referéndum con un 73,9% de votos afirmativos y una participación del 49,4%, es ya un cachondeo, lisa y llanamente.
Esta pasada semana el increíble Montilla pidió en el Senado que el Tribunal Constitucional se declarara incompetente para resolver los recursos contra el “Estatut”. Como decía Francesc de Carreras en su artículo del sábado en La Vanguardia: “La justicia es lenta menos para las tonterías”. Lo penoso es que no fue una ocurrencia de Montilla, las solicitudes emanaron del Parlamento de Cataluña y del Gobierno de la Generalitat.
Pero ahora resulta que los once rectores de las universidades catalanas, los decanos y presidentes de los colegios profesionales (excepto el de abogados) y diversas entidades catalanas del calado del Ateneu Barcelonés o el Institut d’Estudis Catalans también se suman a la petición de denunciar la falta de legitimidad del TC para decidir sobre un Estatuto aprobado por el pueblo catalán. Y, cómo no, los sindicatos UGT, CC.OO y Unió de Pagesos también se apuntan a la patochada. ¿A ver si será verdad que le han echado alguna cosa al agua?
Yo, después de tanto tiempo, he cambiado de opinión y ahora deseo fervientemente que el TC emita una sentencia favorable al redactado del “Estatut” en todos sus artículos. Otra cosa sería dar munición a los que permanentemente se escudan en el ultraje a Cataluña por parte del Estado Español. Y, total, ¿qué más da? ¿Qué importa a estas alturas si Cataluña es una “nación” o una “nacionalidad”, si los catalanes tienen el derecho y el deber (manda cojones) de conocer el catalán, si tendremos un poder judicial propio, si recibiremos más pasta de Madrid, ...? Ya todo da igual. En el oasis tenemos ahora un caso Pretoria que da escalofríos por las enormes cantidades de dinero que se robaron y no pasa nada; el señor Millet, después de haber reconocido que se forró a cuenta del Palau de la Música, anda tan campante por la calle y todos callados como putas porque si el pájaro canta aquí pringa hasta el apuntador, y en este plan.
Ya da igual todo, es difícil ir a peor, que dejen que esta vez se estrellen solos y no les den argumentos para desviar la culpa de sus los males a los de siempre, sería un error tremendo.
Y pensar que el editorial conjunto se titulaba “La dignidad de Cataluña”.
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