Un pobre (o mejor dicho, afortunado) currito estaba colgando a unos 30 metros de altura sobre el asfalto, sujeto al edificio cuyo tejado había estado reparando gracias a lo que en términos de prevención de riesgos laborales se conoce como "línea de vida": un cable y un arnés que sujeta al trabajador en situación de riesgo a un punto fijo para que no termine despachurrado contra el suelo si se cae. En una grotesca imitación de los gorriones y palomas que cruzan los cielos de mi barrio, el pobre currito movía brazos y piernas intentando mantenerse estable
Rápidamente los bomberos se pusieron en posición. Mientras la policía cortaba la avenida, los bomberos utilizaban un coche equipado con una canastilla y una grúa extensible para llegar hasta la altura del trabajador. Enseguida llegaron a su altura y le recogieron. Este trabajador, a pesar del mal rato, había logrado salvar su vida, y gracias al cumplimiento de las medidas de Prevención de Riesgos Laborales, lo que pudo ser un grave accidente laboral que pudo terminar como mínimo con un muerto quedó simplemente en un gran susto y en un incidente al parecer sin víctimas.
Si transponemos la situación que acabo de referir a nuestra situación económica actual, también nos encontramos colgando del cable. Pero a diferencia del trabajador, que se puso el cable antes de subirse al tejado por si acaso se resbalaba y se caía, nuestro estimado gobierno se ha dedicado a ir pegando brincos económicos por los tejados.
Comprendo que las noticias sobre la economía son muy difíciles de digerir. Normalmente no sale Belén Esteban (salvo cuando se habla del reloj que le regaló el de Ubrique a su hija y que usa ella) o el futbol (salvo cuando se habla de la cuantía de los fichajes), pero el pasado día siete todos los españoles estábamos quebrados, colgando de la versión "económica" de un cable similar al del currito del que hablamos en el principio del artículo.
El mecanismo de financiación a través de deuda pública se basa, en realidad, en perpetuar la deuda en la medida de lo posible: Cuando nos toca devolver la pasta que nos han prestado convencemos a aquellos a los que debemos que nos renueven el préstamo. Así, en vez de devolver el dinero, en realidad lo que hacemos es devolver papelitos nuevos a cambio de papelitos viejos.
Pero el pasado día siete la cosa fue distinta. Mientras el gobierno español saca anuncios televisivos indicando lo buena que es la deuda española con el careto de Abraham Lincoln, que como todos sabemos era de Cienpozuelos y luego emigró a los USA, los inversores internacionales se negaban a comprar la deuda española, por miedo a los impagos.
En términos de deuda pública, los inversores prestan dinero al estado recibiendo a cabo una contraprestación que podemos dividir en dos partes: La prima de interés (que les compensa por haberle prestado ese dinero al estado) y la prima de riesgo, que les compensa por el riesgo que puede suponer un posible impago de la deuda por parte del gobierno. Normalmente, en Europa utilizamos el "Bund" alemán como patrón comparativo de los demás bonos, al ser el que ha mantenido un comportamiento mas estable. Pues bien, durante algún tiempo, el bono español se aceptaba en los mercados internacionales con la misma prima de interés y la misma prima de riesgo que el bono alemán, es decir, bajísimas, porque se tomaba como un valor seguro. Pero el pasado día siete de mayo nadie quería bonos españoles, ni siquiera ofreciendo un 18%.
Es en ese momento cuando comienzan a saltar las alarmas por las cancillerías del mundo desarrollado. Si España cae, puede montarse un terremoto económico mundial que ríase usted del Crack del 29, de las jornadas negras del 87 o incluso de la quiebra de Lehman Brothers. Así que como un resorte, al grito de "sujétale que se cae", los grandes países del mundo corrieron a sujetar a nuestro país, personificado en su presidente: El hombre que colgaba del cable era el hombre que no hace mucho decía que habíamos superado a Italia como potencia industrial y pronto estaríamos por encima de Francia. Era el hombre que prometía el pleno empleo porque había motivos para creer. El hombre cuyo lacayo lameculos colocado en el ministerio de Hacienda se reía de las malas previsiones económicas de las que hablaba un excelente empresario. Era el hombre que gastaba y gastaba sin darse cuenta que lo que tenía que hacer era ahorrar porque venían las vacas flacas. Pero la gran diferencia entre este hombre y cualquier otro es que mientras otro hombre se puede dejar su dinero o el de su familia en las tragaperras del bar, Zapatero se está jugando el nuestro. El de todos los españoles. Y con esas dos tardes de clases de economía que ha recibido, todos podemos comprobar que ha pasado: Hasta el cuello de deuda pública, hasta el cuello de impuestos y ahora, por último, anuncia medidas contra las rentas más altas que, gracias a las normativas de la zona euro como la libertad de movimiento de capitales, si han querido se han podido llevar ya toda la pasta. Y dado que los pobres no tienen dinero para pagar y los ricos ya se lo han llevado, seremos nosotros, la clase media, como siempre, los que paguemos los platos rotos por una gentuza cuya incapacidad en la gestión económica de lo público y su gran capacidad para la gestión privada de su patrimonio es tan manifiesta que roza lo pornográfico.
España necesita un gobierno que no mienta. Rubalcaba dixit. Y mientras tanto, nosotros colgamos del cable, pero sin que vengan los bomberos...
(Escrito por Ben Grimm, firma invitada)
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[100] ↑ Escrito por: Blogger Horrach - 22 de mayo de 2010 01:58:00 GMT+02:00
Simplemente me limito a darle contenido a la imagen algo beatífica que dibuja usted de Garzón. Yo no pertenezco a la legión de sus odiadores (aunque son más peligrosos muchos de sus defensores) ni me cuesta reconocer que en determinadas ocasiones ha actuado meritoriamente (aunque a veces esté más pendiente de la oportunidad del eco mediático que de la simple necesidad de justicia). Pero usted olvida precisamente la parte más discutible del personaje. Eso le he querido recordar.
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No he dibujado tal imagen, Horrach: me he limitado a recordarle, a mi vez, que esas acciones meritorias están ahí. Por otro lado, eso de que entre sus defensores hay gente más peligrosa que entre sus enemigos, me parece mucho decir, teniendo en cuenta el historial de Falange y el jefezuelo de Manos Limpias, o el del asesino recauchutado Pío Moa.