“Puede sorprender que en Lager, uno de los estados de ánimo más frecuentes fuese la curiosidad. Y sin embargo, además de asustados, humillados y desesperados, nos sentíamos curiosos: hambrientos de pan y de ganas de entender. El mundo a nuestro alrededor parecía vuelto del revés, de modo que alguien debía haberlo invertido y, por tanto, estar del revés él mismo: uno, mil, un millón de seres antihumanos, creados para torcer lo que estaba recto, para ensuciar lo que estaba limpio. Era una simplificación ilícita, pero en aquel tiempo y lugar no éramos capaces de ideas complejas.” (Primo Levy, Auschwitz, ciudad tranquila).
“De sus preguntas no supe responder más que a una: no, Goldbaum no debía haber sufrido mucho el hambre, lo atestiguaba el mismo hecho de haberlo reconocido enseguida en la fotografía. Mi imagen mental estaba exenta de los indicios del hambre extrema, inconfundibles y bien conocidos para mí; su ocupación, hasta los últimos días, le debía de haber ahorrado al menos este sufrimiento.” (Primo Levy, Una de suspense en el Lager).
"De lo que le pudo ocurrir a la señorita Dreschsel no sé nada. Quizá no fuera culpable más que de algún besito nazi y por ello espero que la pequeña causa maniobrada por mí no le haya acarreado grandes daños: a los diecisiete años una escarlatina se cura pronto y no deja secuelas. En cualquier caso, no siento remordimiento por mi tentativa privada de guerra bacteriológica. He sabido posteriormente que otros, en otros Lager, habían actuado de manera más sistemática y mejor orientada. Allí donde arreciaba el tifus exantemático, que con frecuencia resulta mortal y se contagia por los piojos de la ropa, las prisioneras adscritas al planchado de los uniformes de los SS iban a buscar a sus compañeras muertas de tifus, recogían los piojos de los cadáveres y los metían bajo el cuello de las chaquetas militares. Los piojos son animales poco simpáticos, pero no tienen prejuicios raciales." (Primo Levy, Pipeta de guerra).
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Coda: las fotografías las saqué en junio de 2008. Íbamos camino a Viena. Todo era precioso, todo estaba saliendo bien. Aún no sé cómo valorar ese paréntesis.
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Escrito por : Desierto Polaco
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