Ruiz Quintano, ABC
Cangrejos de río
En moto o en bici, el tonto rodado avanza sobre las aceras de la capital como la carpa por los pantanos o los cangrejos de río americanos por nuestros ríos. Dragó se queja, y hace bien, de que para pescar cangrejos hay que poner el carné de identidad en el retel, y ni siquiera son cangrejos autóctonos, engallados como los atanasios de Dolores Aguirre, sino febles cangrejos yanquis, incoloros, inodoros e insípidos, aunque que todo lo devoren a su paso. Como ocurre con el tonto rodado que ha invadido nuestras aceras. Sin dinero para echarle gasolina al Ferrari que anuncia Lobato los domingos en las carreras de chóferes, nuestros oficinistas se han entregado a los medios de locomoción promocionados por los poderes públicos: la bicicleta y la motoneta. La pregunta es: ¿vamos hacia adelante o hacia atrás? Del cangrejo se dijo siempre que andaba para atrás, aunque Camba demostró que eso era una calumnia, porque, para empezar, ¿quién ha visto el universo con los ojos de un cangrejo? «Se va hacia un punto, y hasta que se le ha traspuesto, aquel punto está por delante de uno. Si se va en dirección contraria, el punto se queda atrás; pero como se va en dirección contraria, no se puede afirmar que se va hacia atrás. Es decir, que nunca se va hacia atrás». La objeción de un amigo: «El término de comparación han de ser los ojos. El que va hacia un sitio dirige los ojos a él y va hacia delante. Pero supóngase que de pronto, sin dar vuelta, se pone a dar pasos en sentido contrario. Entonces va hacia atrás». El problema, entonces, son los ciegos. ¿Es que los ciegos andan para atrás? Éstas son las líneas del debate económico desatado entre las brujas de Macbeth que rodean a Zapatero. ¡Ah, la economía! ¡Qué diferencia entre aquella tómbola de carne de Celia Villalobos echando un hueso de vaca al puchero y esta yogui de Elena Salgado que, de consumida, lleva los juanetes en la cara, mitad lord Palpatine y mitad Domine Cabra de la hambre y la necesidad.
Ese Ruiz Quintana es bobo o por lo menos un indocumentado (o escribe en mangas de camisa, lo que es adecuado para un blog pero no para darlo a la imprenta). No entro en su recodo final sobre la economía, que inventen ellos. Me centro en el cangrejo, miren por donde, tan sólo con idea de mostrarles que alguien que afirma tanto sabiendo tan poco viene a ser como el manzanedino con la *berra* (vulgo berrea).
Los cangrejos autóctonos, infaustamente desaparecidos salvo en un río que no revelaré, eran menos agresivos que los norteamericanos. Falsa, pues, la primera afirmación: para engallados los norteamericanos. Incoloros, que no insípidos, eran los autóctonos. Un grisecillo conspicuo, más o menos claro según las aguas, era su discreta librea. Por contra el foráneo presenta un tono gris cálido subido, que vira a rojo fuerte en tiempo de celo.
La afirmación de que el cangrejo anda para atrás -y las disquisiciones que acompañan- son muestra de hablar de lo que no se sabe. El cangrejo anda hacia adelante, como no podía ser de otro modo, y escapa hacia atrás con movimientos muy rápidos de su potente cola, esa que nos comemos con placer cuando están bien guisados.
No sé la edad que tiene el articulista pero, tenga la que tenga, se ve que no fue niño de ir a cangrejos, ni con retel ni a mano, buscándolos en las sobaqueras de arroyos y acequias.
A ver ahora:
Éstas son las líneas del debate económico desatado entre las brujas de Macbeth que rodean a Zapatero. ¡Ah, la economía! ¡Qué diferencia entre aquella tómbola de carne de Celia Villalobos echando un hueso de vaca al puchero y esta yogui de Elena Salgado que, de consumida, lleva los juanetes en la cara, mitad lord Palpatine y mitad Domine Cabra de la hambre y la necesidad.
Escribe el ágrafo Pepón García Domínguez:
"Una pregunta impertinente
Con la exhuberancia tipográfica reservada para los grandes acontecimientos planetarios, algunas portadas de la prensa doméstica me informan de que acaba de consumarse un evento de dimensiones, al parecer, extraordinarias, épicas diríase"
¡"exhuberancia"! ¡"exhuberancia"! Así...con "h" intercalada. Este es el que hace mofa del "bachiller" Montilla del que me consta, fehacientemente, que "exuberancia" la escribe sin h.
¡¿Hasta cuándo?! ¡¿Hasta cuándo, Dios mío?!
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Pues tampoco es cierto lo que dice Azúa aunque puede que lo sea en su caso. Chaves Nogales era un autor celebrado por nuestros padres y leído por algunos de mi generación. Aún recuerdo con gusto la lectura de "El maestro Juan Martínez, que estuvo allí" hecha muy pronto, en los años juveniles. El asunto, más bien, es qué leía Azúa entonces.
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Ya no mando preguntas a esas entrevistas digitales. No aceptan nada con algo de mordiente aunque sea aterciopelado. Lo único que les interesa son los lametones y el enjabonamiento, esto es, halagos desvergonzados o preguntas para que el entrevistado pueda lucirse. Eso es torear con un toro de cartón.
Ya pueden seguir coleccionando citas.
¿Pero qué es esto? ¿Se debe al orgasmo provocado por el subidón del IBEX-35? Pues nos vamos a quedar cancos como se institucionalice la doblez orgásmica. Ay, madre, qué lío.
(¿Y usted por qué sendero va a seguir en vista de los visto? Hay quien sugiere seguir por este y dejar el otro. Aunque tal vez habría que aprovechar la anomalía, por una vez en la vida.)
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No poco.