Conversación internáutica con Pat a media tarde. Tú en Londres y yo aquí. Es hora de pub, de modo que sincronizamos pintas. Yo de nacional y tú de national.
-Cameron, the new age.
-La enésima new age. Por eso nunca debió emplearse el vocablo 'moderno' en conjugación presente. Entonces lo 'nuevo' está gastado antes de empezar.
-¿Y cómo se respira 'el cambio'?
- Primero se ha respirado con nervios en el país y con indiferencia en Londres, que será la parte más afectada por 'el impass'. Después, la prolongación y la incertidumbre han enervado a los financieros y ha interesado a la masa. Cada uno por su bolsa.
-Durante la campaña quizás fueron los medios quienes intentaron inyectar emoción a la cosa. Restar la sensación de que el pescado estaba vendido.
-Mira, hubo un problema. Cameron no es nuevo. Lleva demasiados años, a pesar de ser sus primeras elecciones. Cinco años difuminan el factor renovador, el aire fresco se calienta. ¿Cuánto llevaba Zapatero cuando ganó en España?
-Cuatro años, creo. Dos de 'colaboracionista' con el Gobierno y dos aprestigeando.
-Quizás Zapatero no sea una buena unidad de medida. Volviendo a nuestro tema, los medios tenían razón: el pescado no estaba vendido, había un filo, y de ahí las negociaciones. Y es inusual en UK. Esto sí ha resultado novedoso, literalmente.
-¿Cameron es blairista o thatcherista? Arton Gash siempre le ha identificado en el primer recinto, el pragmático.
-Arton Gash es más conocido en España que aquí. Cameron es cameronista.
-Y un valiente, ¿no? No imagino un partido español con tal cúmulo de medidas impopulares anunciadas de antemano.
-De hecho ha marcado tendencia, los demás partidos han incorporado medidas impopulares en sus campañas. Esto ha favorecido el proceso de pacto.
-Entonces va a ser un prime minister con una marca impopular.
-Puede, desde luego que no un populista. Aquí se marca una distancia con Blair.
-¿Es Clegg un populista?
-Au countraire. Aquí hay pocos predicamentos más impopulares que el europeísmo y la integración inmigrante, que por otro lado son absolutamente coherentes, y se supone que irrenunciables, con el ADN de su partido. Aquí está la pared con los conservadores, será interesante ver cómo unos rebajan y otros consienten sus posiciones de campaña.
-Interesante, una coyuntura política trufada de "impopularismo".
-Sí, quizás debiera emerger un Partido Impopular.
-En las antípodas del BNP.
-¿No sale nada de eso en España?
-Si no hay tercera alternativa que cuaje en el centro, difícilmente una cuarta en un extremo.
-Le vendría bien al PP: un partido extremo con cierta pujanza te ayuda a ganar el centro.
-Que es donde se decide todo.
-Of course, en Reino Unido ha ganado el centro, se ha creado el centro.
-Y una coalición entre un partido de toda la vida y otro que proviene de coaliciones.
-Sí, es como las empresas y los bancos.
-Pero mal escenario para los labour.
-Tendrán un tentador enganche argumental en esas medidas impopulares que se avecinan. No tengo muy claro que esa fuera una estrategia adecuada. Como tantas otras veces en tantos otros partidos, se impone una refundación interna.
-La refundación del nuevo laborismo.
-Pues sí. Por otro lado, seguro que Cameron encuentra estrategias para desviar la atención de sus "medidas difíciles".
-Para empezar sobreviene un Mundial, no es mal espectáculo de distracción.
-A lo Orwell.
El personaje que encarna Tom Waits en La Ley del Silencio (Rumble Fish, 1980, adaptación de la novela de S.E. Hinton a cargo de Francis Ford Coppola) medía su existencia en veranos, los highlights. Yo podría ensayar un resumen por mundiales.
Mi constancia primera es vigorosa porque pertenece al Mundial de España, aquella penetración. Empezando por los media. Pósters a todo color de todas las selecciones en los findesemanales de Diario 16. Y una historia de los mundiales tebeada por Romeu en El País. El álbum de cromos en todas las escuelas, en mi región con la particularidad de que el de la selección de Nueva Zelanda era imposible. Dos mascotas con sus correspondientes series, Naranjito y Sport Billy. De la competición en sí diferentes butacas: el debut contra Honduras en casa, la derrota contra Alemania en la de mi mejor amigo; la equipación roja de Inglaterra (mi segunda selección) contra Francia; el Italia-Brasil-Venas de Falcao en un club de playa, entrando y saliendo de la sala de TV (aún no alienado); y muy el vívido Alemania-Francia de semis: difícil no aficionarse después de aquello. Pero los mundiales suelen coincidir con la feria de mi ciudad y a esa edad, en ese estadio, el domingo era jornada fuerte. En consecuencia, no vi la final.
Canción: Hoy no me puedo levantar, Mecano.
1986 fue año de cambio de ciclo. Y es llamativo que uno tenga recuerdo preciso de las noches electorales del 82 y del 89 pero no guarde constancia memorística de la de ese año. Final de EGB y afición futbolera ya consolidada: mucho de club y aún más de selección en virtud del 12-1 y la euro francesa. Recuerdos: en pantalla gigante de visibilidad borrosa el no-gol de Míchel a Brasil; la madrugada del 5-1 y la primera visión de aficionados con banderas y motos; contra Bélgica, la primera decepción magnífica (el ranking lo completan una derrota del Madrid de basket contra la Cibona de Petrovic y la noche de Eindhoven: la edad); la rabia de la derrota inglesa contra Argentina (sí, yo maldije a Maradona); el rápido reciclado en hincha de Argentina (así son los mundiales para quienes vemos a los nuestros ir cayendo) y, esta vez sí, la gran final en directo. Grandísima. Eran tiempos de billares, advenimiento de uno de los grandes veranos de la Historia, primeras marcas, primeros morreos. En definitiva, todo lo que importa. Parezco Cuartango. Sonorizado por Lepper Messiah de Metallica.
Santiago Segurola acredita Italia 90 como el mundial más infame. Es mi favorito y mi canción sería Freedom 90 de George Michael. Renqueante de unos puntos en la planta del pie (heridas de fiesta), recuerdo el primer partido de Argentina, viernes (creo) antes de salir. Luego el 0-0 con Uruguay para irse haciendo el cuerpo. Feria cada noche. Dos amigos que en breve serían futbolistas y eran/son muy del Barça discuten a diario sobre si el referente es Míchel o Martín Vázquez. Heridas de por vida de la chica que estuvo a huevo y poca atención sentimental a las que sí se hicieron. Por fin Holanda en un mundial. Esta vez España cae aún antes e Inglaterra se adueña mi patrimonio hincha. Equipazo y partidazo contra Holanda. Y contra Camerún. Pero Alemania siempre tiene más fortuna. Las lágrimas de Gazza, acaso el preludio de los inminentes boom mediáticos. Zapatos náuticos y entusiasmado con Argentina y su guerrillerismo de capitán pirata. Y con Italia y sus partidos a la carta, nueve de la noche, todos en Roma menos uno, que como destinaría la literatura clásica fue el de su perdición. Roberto Baggio, Zenga, Serena, Schillachi. Pero en la final (donde el zurdo Andreas Brehme optimizó la suerte del penalti lanzando con la derecha) tengo que reconocer que me quedé dormido; demasiada Feria.
Hay una canción de Nacho Vegas que refiere una aventura en Conil con mar, sol y perdiendo el control. Empática con mi recuerdo del desenlace de USA 94, aunque yo en Barbate. De hecho uno se perdió la final de consolidación y la finalísima y las semis. Fuera de registro. Las primeras semanas sí tuvieron seguimiento. Etapa ya universitaria, un compañero se dedicó a coleccionar las latas de Coca-Cola que abanderaban a las selecciones participantes. Su Nueva Zelanda fue Suecia, la de Brolin, que creo llegó a semifinales. Con España pasión disminuida por culpa de Clemente aunque en su día uno hizo 17 horas de cola para acudir al España-Dinamarca clasificatorio. Novia oficial en mi ciudad, infidelizada fuera. Último examen a mitad de campeonato y regreso para coger la Feria. Éxtasis un sábado (creo) en que le metemos 3 a Suiza. Luego el codazo y tal. Ahí termina todo. Inglaterra no concurrió. Ni Francia. Del finde referido un amanecer pensativo y alucinógeno sobre un punzante lecho de hojas de pinsapar. Sin duda todo lo que importa. Sour Times de Portishead.
Pues el 98 también me transitó diferentes geografías, más dispares. Arranca en Londres, donde conocí a Pat -yo servía vino y él lo bebía- y el Madrid acaba de reconquistar Europa. A pesar de Clemente uno se envuelve de patriotismo en las afueras. Y comprueba que allí están envueltos de la misma paranoia: todos los ingleses están convencidos de que ganarán el mundial. Oyéndoles uno enarca la ceja con el mismo ángulo que cuando ellos escuchan nuestras aspiraciones. El debut a mediodía es un desencanto astorgano porque la borrachera es colosal y nuevamente al entorno acaba chupándosela el fútbol. En las calles hay kilométricas vallas nikeanas de Ronaldo o Roberto Carlos. Y es bello compaginar con otros. Un camarero sudafricano entusiasmado con su challenge a los franceses; el Salsa, facción brasileira de la noche, tropicalmente efervescente tras un 4-1 a la Chile de Bam Bam y Salas. Y entonces uno vuelve y vuelve a caer en Feria pero con menos juvenalia y preocupaciones de verdad (aunque ninguna fue falsa: igual de cierta era la del 82 por el cromo neozelandés). Vi la caída española en las islas pero me libré del desencanto nacional por la de Inglaterra y de nuevo contra Argentina: el gol de Owen y Michael Robinson en la radio: "estos ingleses son héroes". Luego uno se alinea con Francia y le sale bien. Es el horizonte definitivo del ingreso en el mercado laboral pero también otro umbral veraniego de soltería y tarifeñismo. Poco especial ya, si no fuera por los artificios. Los corazones ya no molan, están con la calculadora. Y en medio de todo, la Sirena, mi gol favorito de los mundiales: http://www.youtube.com/watch?v=exlBHTyB1R0 Imposible no aficionarse. If They Move, Kill 'Em, de Primal Scream.
Yo fui muy raulista y sin duda 2002 debía ser nuestro mundial. Pero se lesionó y todo fue al carajo. El camino nunca se presentó tan sencillo. Ah sí, debo referir algún cambio vital relevante. Principiando por enlace matrimonial y primer chiquillo. Es un mundial offline, de horarios infames y acceso restringido. Las apuestas anticipan dos favoritos y ambos dos caen en la primera fase. Una lástima para Segurola, muy fan de Bielsa y su almacén de vídeos. Debió fliparlo este hombre con Rebobine por Favor (Be Kind Rewind, Michel Gondry): ése día se dice que puso un detector de metales en su umbral casero. Un rollo todo: en un bar viendo cómo Brasil mata a Inglaterra en octavos con gol desde su casa de un tal Ronaldinho (¿otra vez, Seaman?). En el piso, una mañana, llega una comitiva de amigos y parientas procedentes de la Feria. Es el España-Corea. Antes vinieron (¿un domingo?) al sufrimiento contra Irlanda. El partido es pre-resaca, pero estamos acostumbrados. Debía ser el mundial de Raúl, pero Raúl no está. Luego ganan Ronaldo y Rivaldo, pero parecía serie B. Escuchando Jesus Etc, claro.
En Rumble Fish Coppola sintetiza un estatus reciente y quizás añorado con una pintada en un muro: 'Motorcicle Boy Rules'. Duele porque es como un chorro de alcohol en la herida pleniabierta de una grandeza juvenil que dejó sangre eterna. Permanece el testimonio y contrasta con el tatuaje vital de Mickey Rourke. Como descubrir un decolorado póster electoral de Tony Blair en un muro suburbial. En mi imaginario juvenil futbolístico la leyenda rezaría 'Germany rules'. Como madridista, mi cartel de alegrones y decepciones históricas es mimético a mi generación: las europeas, el PSV y tal. Pero destacaría dos blasones: un 3-2 en un Munich nevado, que iba 3-0 en la primera parte y se solventó al final con goles de Butragueño y Hugo; y el 2-0, también al Bayern, en cuartos de la Champions de 2002, probablemente el mejor partido de Figo como madridista. Son blasones por esa consciencia del gigantismo alemán, seguro que principiado en aquella semi contra Francia del 82. 2006 fue el Mundial de Alemania y los partidos parecían a la carta para Alemania. Sin fe en España y sin concurrencia inglesa, uno se alineó con ellos y disfrutó de aquellos partidos de clásica apisonadora física, trallazos desde fuera del área y poderío aéreo en las áreas. Aparte de eso, poco seguimiento del campeonato porque las alienaciones son otras. Uno se quedó de rodríguez precisamente el domingo de la final, donde Zinedine Zidane dignificó la suerte del penalti con uno panenka que besó el larguero, y que se vio en casa con aditamentos y recuerdos. Ay Zidane, qué final: Consolation Prizes de Phoenix.
Ahora jugaremos con Chile y Capello lleva a los ingleses. Uno siempre fue delbosquista. Be kind, do not rewind. Mi hijo mayor tiene nueve años y admiración por David Villa. Quizás veamos algún partido en el Bar Salas y ambos coincidimos en que una fenomenal canción de verano será Crash Years, de los New Pornographers. El cabreo cuando perdamos es un mecanismo ya rayado; la alegría, pues, representaría un cartel nuevo. Al cabo.
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- ¿Quién es el culpable de la crisis y de que no se ataje?
- Pero hombre si es muy fácil. Estaba cantao. El culpable es el PP porque la incubó, porque no tiene soluciones y porque torpedea las que intenta aplicar San Zapatero el Bueno
Veamos algunas opiniones que lo demuestran
1) En la hora crucial: “…la especial gravedad de este momento político radica en la incapacidad de la oposición política y de los agentes económicos para entender la situación real de la economía española. Las finanzas públicas se enfrentan a un riesgo de impago si no se aplican con rapidez recortes drásticos en el gasto. Esta urgencia excluye la posibilidad de embarcarse en inacabables negociaciones sobre cuáles son los gastos que hay que recortar, las inversiones de las que hay que prescindir y los impuestos que hay que subir” (elpais.com)
Resulta inquietante que políticos con experiencia rechacen consideraciones tan elementales como la prioridad agobiante de recortar gastos y se aferren a un puñado de votos o a las ventajas presupuestarias arrancadas en tiempos mejores.
2) Ponerse en lo peor: El espectáculo que ofrece el primer partido de la oposición, empeñado obsesivamente en que el Gobierno nos lleva a la catástrofe, tanto si pretende salir de la crisis salvando el Estado social como si se ve obligado a cuestionarlo, coloca a la sociedad en estado de pánico permanente, con lo que, además de echar leña al fuego de la especulación internacional, se muestra dispuesto, con tal de que caiga Zapatero, a propiciar el mayor desastre. (Ignacio Sotelo)
3) En El gato al agua: “Aquí alguien empezó a inflar el globo: España va bien” (sms anónimo)