Afortunadamente para los estudiantes no hay que estudiarse todo el programa de Filosofía. Algún cerebro pensante ha dividido el curso para que sólo tengan que preparar la mitad, un método de evaluación curioso, creo yo.
Con la Literatura ocurre otro tanto. Este año se han visto obligados a leer cuatro obras, creo recordar: La casa de Bernarda Alba, El árbol de la ciencia, una de Blas de Otero y otra que he olvidado.
- ¿Kant?, ¿has puesto que nació en Königsberg?
- Actual Kaliningrado.
Es una broma nuestra, yo sostengo que aunque no te pregunten la biografía un par de datos anecdóticos pueden ayudar a que el corrector suponga que sabes más de lo que muestras. Él asegura que es una estupidez, pero se ha acordado y lo ha colado.
No está muy optimista, confiaba en Ortega y Kant le ha descolocado, asegura. Sólo ha podido rellenar (el verbo es exacto) siete tristes folios.
Intento hacer memoria, no creo haber escrito siete folios en ningún examen de ningún tipo en toda mi vida, pero por lo visto ahora es lo normal.
Veo el examen y me parece más concreto de lo que esperaba. Me llama la atención el de Literatura: te colocan tres o cuatro líneas de El árbol de la ciencia y te piden que expliques quién es el autor y cómo ese extracto ejemplifica su obra.
Lo cierto es que tampoco es un párrafo demasiado significativo, pero claro, el alumno sabe que tiene que ser de uno de los cuatro libros que ha leído en todo el curso, tampoco es tan difícil, es más, está chupado.
Han tenido que hacer también un comentario de un texto periodístico. Creo que el año pasado fue un artículo de Pérez-Reverte. El de este año es de De Prada. Lógicamente el del año próximo será de Carlos Herrera.
Un montón de chorradas sobre Internet, me dice, que se pueden resumir en que según él hay un montón de mierda, ¿quién ese fulano?
Rechazo un maligno pensamiento y por dar una nota de color (estamos comiendo) le cuento que una de sus primera obras se titulaba “Coños”. Recriminación generalizada.
También les han hecho definir retahíla, cochambre y letrina.
En fin, la cosa parece no haber ido mal del todo. No necesita más de un 5, así que está más relajado que la mayoría de sus compañeros, peleando por la décima que les permita entrar en Medicina. Nada más normal, puesto que anteayer un amigo me dio el dato de que de los nuevos cuarenta aspirantes del hospital treinta son sudamericanos.
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Mandarin Gore haciéndose una pajilla.