1: El pícaro abate Vella (1749-1815)
La primera historia es la del Codice diplomatico di Sicilia sotto il governo degli Arabi. Tras una forzosa parada del embajador marroquí en Palermo en 1782, sale a escena Giovanni Vella, un curilla maltés colocado por las autoridades sicilianas para hacer de traductor y acompañante del diplomático (ya que el idioma maltés es una lengua semítica con alfabeto latino, al menos podrá indicarle donde están las letrinas...) y anuncia a los cuatro vientos (eso si, una vez que las velas del embajador han desaparecido por el horizonte) que el amable mauretano ha encontrado en su alojamiento y confiado a su custodia unos legajos en alifato. Dichos pergaminos son un compendio de documentos importantísimos de la época de dominación árabe, e incluyen leyes, correspondencia oficial, decretos.... Y él, sabio humilde comedor de hierbajos despreciados, ha traducido los textos y ofrece el fruto de sus desvelos. Todo Palermo aplaude a rabiar y agasaja al abate de raída sotana y amplia hambruna, que se vé invitado a las mesas de los nobles, amparado por obispos, consultado por escolares y elevado a la cumbre de la intelectualidad insular. Obviamente, nada de esto es por amor al estudio: en ese momento existe una polémica asimilación del derecho público siciliano al derecho continental que conlleva una confrontación crítica entre el virrey napolitano (absolutista) y los nobles sicilianos (caciquistas). El códice puede ser usado como arma decisiva para defender el absolutismo frente al código normando que beneficia a la nobleza local. ¡Audentes fortuna iuvat! Vella, visto el éxito de la “traducción”, se atreve a anunciar la traducción de los “redescubiertos” 17 libros perdidos de Tito Livio, pero frena a tiempo y se “conforma” con una segunda parte de su gran éxito: el Libro del Consiglio d’Egitto. Las apuestas suben, los ánimos se calientan, y el ratón de sacristía es ya catedrático y suena como monsignore. Pero los estudiosos “serios” (el primero, el canónigo Rosario Gregorio), que al principio solo habían preguntado con educación por la autenticidad de los papeles, están aporreando puertas. El artificio se derrumba a pesar de los intentos desesperados de Vella para apuntalar la mentira (incluyendo un falso robo, muchas excusas y santa indignación, intriga, laces y desafíos). Joseph Hager, profesor de árabe en Viena, se enfrenta al falsario. Más excusas, mentiras, líos... Monseñor Germano Adami, arzobispo de Aleppo, da el dictamen final de que ni cúfico, ni árabe, ni nada de nada, y que Vella «con accento maltese pronunziava un bastardume di linguaggio siciliano, anzi una lingua tutta propria di lui» (esta cita es de Domenico Scivá pero el arzobispo dice algo parecido mas lindamente). Al final sólo queda la cárcel, la vergüenza colectiva y unos cuantos muertos a cuenta de la Fiesta de Santa Rosalía. L’«arabica impostura» è finita. Leonardo Sciascia ha contado estupendamente esta fábula cruel, libro que les recomiendo encarecidamente
2: Pillitu, el bibliotecario aburrido
La segunda historia empieza en Enero de 1845, y es la de un director de biblioteca sardo al cual se le apareció un enorme pergamino, que el estudioso identifica como tres epístolas y tres poemas escritos por un oscuro (hasta entonces) juez y poeta dirigidas a Mariano IV, giudice de Arborea. Las cartas eran datables circa 1365, y supuestamente era a la vez un relatorio de la época de los Giudicattos sardos, una guía del “who's who” de la época y un hito fundamental en la poesía italiana de todos los tiempos. La apolillada y decadente élite sarda está de fiesta: de ser una tierra olvidada pasa a llenar el espacio cultural europeo y, sobre todo, el espacio político italiano, ya que el documento “demuestra” que ya en aquellos días la corte de Arborea era italiana hasta la médula, estaba relacionada con “lo mejorcito de la península” y era mayormente una Universidad Abierta llena de sabios, filósofos, literatos y estrategas sutilísimos. Martini, el polvoriento director de la biblioteca de Cagliari se hace coser nuevos ternos, el barón Manno reafirma las suposiciones cosidas con hilvanes de su Storia Della Sardegna ( y hace sus maniobras políticas), los literatos locales se suman al jolgorio y el pillín de Ignazio Pillitu, un escribano que ocupaba el escalafón mas bajo en el archivo, cuenta las monedas recibidas y calcula su ascenso como reconocido descifrador del texto. La chanza (a pesar de los discrepantes) dura hasta que Theodor Mommsen, sabio ya escarmentado por los falsarios italianos (está escribiendo su Corpus Inscriptionum Latinarum ) revisa el texto y de un plumazo echa por tierra todo el tingladillo. Falso, falso de arriba abajo, un pergamino antiguo y sin valor rascado y reescrito con un farfullo sin sentido, filológicamente imposible, una chapuza lingüística. Los bachilleres palermitanos se indignan, defienden sus posiciones, hay escaramuzas, intentos de reconciliación, y el alemán acaba harto de la “erudita camorra local”. Cuando en 1877 vuelve a tener contacto con la isla durante la catalogación de las inscripciones latinas acaba echando pestes de la “razza delinquente” y la “isola dei falsari”, que define como “fabbrica di Santi”. Los sucesivos manuscritos similares aparecidos y aportados como corpus han sido rechazados como falsificaciones cada vez mas burdas, incluyendo el manuscrito Gilj, con el cual el ingenuo la Marmora había querido demostrar la autenticidad de sus “idoli” comprados por toda Cerdeña a habilidosos forjadores locales que los hacían pasar por hallazgos arqueológicos fenicios o nurághicos. La Rinascita sarda (pareja a las que surgen en toda Europa en ese momento pero orientada a ser mas italianos que nadie) se desinfla cual soufflé en el congelador. Martini fallece antes de sufrir el ridículo (o tal vez le dio un malaire al sospecharse la jugada), la élite culta local es objeto de burla y pitorreo, y las peores consecuencias no pasan de la contaminación del folklore local, que en pocos años asimila los embustes de la carta y los incorpora al repertorio como leyendas y romances. Curiosa filtración de las historias desde las academias y los salones hacia las casas de los maestros, los artesanos, los pequeños comerciantes...
Algunas constantes son evidentes en ambas historias: el entusiasmo de los paisanos, el deleite de los estudiosos de provincias con mas patriotismo que instrucción, las enormes implicaciones en la política y su empleo como arma en profundas guerras de poderes, la avaricia de los falsarios no solo de dinero sino (y esa es su perdición) de reconocimiento, las excusas ofrecidas al ser atrapados como de haber realizado la primera traducción “en estado de gracia o de trance” a pesar del deterioro del texto, la presencia mas o menos explícita de la Iglesia como poder terrenal o garante de la veracidad de la investigación (lucha tremenda por el poder terrenal en Sicilia, aparición misteriosa del fantasmal fraile que ofrece el manuscrito en Cerdeña), la sentencia condenatoria de un sabio centroeuropeo que acaba con el engaño, los coletazos e indignaciones de los nacionalistas que achacan todo a una conspiración de extranjeros enemigos... hay mas historias de falsos y falsarii en Italia antes y después, algunas sorprendentes por su extravagancia (el género literario de las cartas de Cristo, la Virgen y los Santos prometiendo su amparo si les eligen como patronos de la ciudad), otras por su ambición (como Annio de Viterbo, que reinventa la historia del mundo antiguo, o Ottavio D’Arcangelo, que lo mismo compra al por mayor “antigüedades” en los falsificadores romanos que localiza elefantes cartagineses de oferta en Sicilia, traducciones imaginarias de epístolas o inscripciones púnicas en chapucero latín imperial).
Seguro que estas cosas, con la recién estrenada memoria histórica, no pasan hoy en día...
Archivio vero ed autorevole
Paolo Preto. UNA LUNGA STORIA DI FALSI E FALSARI. Mediterranea Richerche storiche. Anno III - Aprile 2006
Luciano Marrocu. THEODOR MOMMSEN NELL'ISOLA DEI FALSARI. Storia e critica storica in Sardegna tra Ottocento e Novencento. CUEC, Cagliari 2009
Thomas Freller, THE RISE AND FALL OF ABATE GIUSEPPE VELLA. A story of forgery and deceit, PIN, Malta 2001
(Escrito por Mandarin Goose)
Etiquetas: Mandarin Goose
1 – 200 de 211 Más reciente› El más reciente»