Un pensador peronista (1), Felipe Pigna, dijo así en un aniversario del descubrimiento de América: “Ayer fue 11 de octubre, el último día de libertad de América. ¡Hoy es el día de la raza! ¿De qué raza estamos hablando? Las Naciones Unidas abolieron el término raza en 1959 por carecer de todo valor científico y por servir solamente para incentivar el odio entre los hombres de distintas cultura”. Debido a que este historiador argentino no me resulta confiable investigué el tema. Aunque las Naciones Unidas hayan avalado la estupidez de considerar que el cambio climático se debe a la acción humana me resultaba difícil de creer que hubieran llegado a abolir palabras, por lo que investigué el tema. Por el contrario a lo que dice Pigna en el años 1959 las Naciones Unidas dictaron la Declaración Universal de los Derechos del Niño en la cual dice: “Estos derechos serán reconocidos a todos los niños sin excepción alguna ni distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia.”
En realidad en 1978, la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, La Ciencia y la Cultura (UNESCO), aprobó la Declaración sobre la raza y los prejuicios raciales en cuyo artículo 2, punto 1, es dice: "Toda teoría que invoque una superioridad o inferioridad intrínseca de grupos raciales o étnicos que dé a unos el derecho de dominar o eliminar a los demás, presuntos inferiores, o que haga juicios de valor basados en una diferencia racial, carece de fundamento científico y es contraria a los principios morales y éticos de la humanidad". ¡Muy buenas intenciones. Pero es ridículo creer que se puede establecer por decreto que una teoría carece de valor científico.
Lo que ocurre es que actualmente se considera políticamente correcto negar la existencia de razas en la especie humana y hay quienes sostienen que la palabra raza debiera ser reemplazada por la más neutral “población” o “etnia”. Pero con el cambio hemos caído del sartén al fuego porque las peores aberraciones de los últimos tiempos han sido cometidos con la excusa de la “limpieza étnica”, tal como las ocurridas entre hutus y tutsis en Ruanda, entre kosovares, croatas y serbios en los Balcanes, o entre chechenos y rusos en el Cáucaso. De hecho el genocidio judío fue cometido por los nazis teniendo en cuenta la religión de los judíos más que sus características raciales.
Los que niegan la existencia de razas humanas argumentan que no hay diferenciación genética apreciable entre los que eran considerados negros, blancos o amarillos. Sin embargo los avances científicos han detectado muy diferentes prevalencias de enfermedades entre los diferentes grupos humanos. Es necesario saber la raza en algunos casos a fin de tratar eficazmente ciertas dolencias. En USA, por ejemplo, los negros sufren tres veces más hipertensión e insuficiencia renal que los blancos. Hasta se ha descubierto un remedio que es más efectivo para tratar la hipertensión arterial en los negros que en los blancos, el nebivolol. Se atribuye la diferencia racial al hecho de que la raza blanca está más “acostumbrada” que la negra al agregado de sal a los alimentos. Gente bien intencionada pretendió que se deje de consignar la raza entre las características médicas y se la reemplace por análisis genéticos. Pero ha ocurrido que los resultados han sido iguales y, por otra parte, es mucho más económico que alguien ponga “afroamericano” en su historia clínica que hacerle un ADN.
Asimismo los blancos sufren enfermedades como la fibrosis quística, el acné, el cáncer de testículos, la celiaquía, la anemia falciforme o la osteoporosis, que son mucho menos comunes en otras razas. Por el contrario los blancos han desarrollado una capacidad de digerir la leche aún en la etapa adulta de la que carecen los negros, mogoles o aborígenes americanos. Hay quienes consideran que la raza blanca pudo extenderse por el mundo justamente por esa capacidad de digerir así la leche, que proviene de la etapa en la cual algunos grupos blancos se transformaron en sedentarios y empezaron a criar ganado. Las especies que tienen capacidad de nutrirse con más alimentos diferentes tienen posibilidad de extenderse con más facilidad por el mundo.
Por ese motivo los japoneses, por ejemplo, se tiran pedos fétidos si beben leche debido a que no pueden digerir la lactosa. De hecho en el hombre primitivo se interrumpía la capacidad de digerir la leche a los cuatro años de edad, aproximadamente, cuando cesaba la lactancia materna. Se requirió de una mutación para que la raza blanca pudiera seguir bebiendo leche aún siendo adultos.
Una mutación que también se produjo en la raza blanca es la que determinó, hace unos ocho mil años atrás, la aparición de los ojos celestes en la región del Cáucaso. Actualmente hay 150.000.000 de seres humanos con ojos celestes. Se trata de un gen recesivo que ha tenido una extraordinaria capacidad reproductora.
Eso puede ocurrir debido a que se relaciona con las mujeres rubias. Todos saben que los caballeros las prefieren rubias. ¿Cuál es la causa? Porque el cabello rubio en la mujer señala altos niveles de estrógeno, una hormona que facilita la fecundidad y que se va perdiendo con los años. Después del primer hijo el pelo se oscurece y aún más con el segundo, debido a que se reduce el nivel de estrógeno. Por ese motivo son pocas las rubias naturales de más de treinta años de edad.
Aconsejan también algunos científicos que un hombre inteligente tenga hijos con una rubia tonta, por ser la mejor combinación genética:
En la raza amarilla la plica mogólica, que demarca el típico ojo de chinos y japoneses, apareció también hace no más de 10.000 años. Por ese motivo no tienen ojos achinados los aborígenes americanos, que si bien son descendientes del hombre siberiano, llegaron a América cuando aún no había terminado la glaciación de Würms y la superficie del mar estaba más de cien metros por debajo del nivel actual. En ese tiempo Alaska estaba unida con el norte siberiano. Cuando los mares subieron de nivel hace unos doce mil años atrás se interrumpió el contacto y no pudieron llegar aquí quienes portaran la mutación que determinó la plica mogólica.
¿Existen las razas, en consecuencia? En una encuesta entre científicos solamente el 16 % de los biólogos consideró que las razas no existen. En cambio negaron su existencia el 53 % de los antropólogos culturales. Ocurre que la antropología cultural es una ciencia mucho mas políticamente correcta que la biología. Por mi parte tengo mucha desconfianza hacia todo lo cultural. Me encantó, en ese sentido, lo que me pasó hace pocos días. Mientras el mecánico de mi auto estaba terminando el trabajo me contó una historia: Entra un sordomudo en una ferretería y para hacerse entender por el empleado hizo el gesto de golpear con un martillo sobre dos dedos. El empleado le trajo un martillo pero el sordomudo le señaló los dedos. Así fue que el empleado entendió que quería comprar clavos y se los trajo. Luego entra un ciego a la ferretería que quiere comprar una tijera. Le pregunto a usted- me dijo mi mecánico- que es tan culto y leído, cómo hizo para hacerse entender. Yo le respondí haciendo el típico gesto de abrir y cerrar dos dedos. ¡No!, me respondió riéndose mi mecánico, ¡ya me imaginaba que se iba a equivocar! El ciego simplemente dijo “quiero comprar una tijera”. ¿Porqué mi mecánico sabía que me iba a equivocar? Se lo pregunté. “Justamente, porque usted es tan culto y leído”. Por mi parte yo lo hubiera dicho en forma más erudita: “Lo que Natura non da, Salamanca no presta”. En este nickjournal la mayoría es blanca y culta. ¿Cuántos hubieran respondido con el gesto de los dedos tal como hice yo? ¿Qué nivel de inteligencia hay entre nosotros?
Porque ahora viene un asunto muy delicado. En encuestas que miden el nivel de inteligencia se encontró que los negros subsaharianos posean un promedio de CI de sólo 70 contra el 107 de los asiáticos y 100 de los europeos (los pigmeos del Congo llegan en último lugar con un pobre CI de 54 puntos). Pero también hay encuestas que relacionan el nivel de inteligencia con el nivel económico. ¿Nature o nurture?, la vieja pregunta. Entre los negros norteamericanos el índice es de 85. Los que creen que es “nature” dicen que se debe a que tienen un porcentaje de sangre europea de un 25 %. Los que creen que se debe a “nurture” adjudican el mayor cociente intelectual de los negros americanos a su mejor nivel económico.
Esta relación entre inteligencia y raza es la que provoca más escozor. El museo de Ciencia de Londres en el 2007 canceló la conferencia que iba a dictar el científico James Watson, premio Nobel por descubrir la estructura del ADN, debido a que dijo que los negros eran menos inteligentes que los blancos. Pero cabría preguntarse: Si el color de la piel, si la forma de las orejas, pueden estar determinados por la raza ¿porqué el cociente intelectual no lo estaría?
Pero tal como dijo Stephan Palmie recientemente, el huracán Katrina afectó a los americanos negros en forma desproporcionada, pero por razones sociales y no climatológicas;
Para peor hay malas noticias: En los últimos años se ha acentuado la especiación en lugar de disminuir debido a que se aceleró la evolución de la especie humana. La población se multiplicó veinte veces en los últimos mil años. La UNESCO informó que en los últimos veinte años la especie humana había crecido 20 cm. de altura y había agregado 20 años en la vida promedio.
Hace menos de 20.000 años, no podía hablarse aún de razas humanas porque entonces no existían aún los genes que determinaron una pigmentación más clara de la piel en aquellas personas que habitaban en las latitudes nórdicas, algo que se desarrollaría con el objetivo de compensar la menor cantidad de luz solar, que se necesita para producir vitamina D.
En 1984, James Flynn, de la University of Otago, de Nueva Zelanda, comparó tests aplicados a dos generaciones distintas de jóvenes holandeses de 18 años, una de 1952 y otra de 1982 y descubrió que el desempeño había mejorado muchísimo a lo largo de 30 años. Después reunió datos de todo el mundo hasta formar una colección de 30 países, con resultados similares: pudo ver que el CI alrededor del globo parecía elevarse en 3 puntos por década. Esto es conocido como el “efecto Flynn”.
De todas maneras cualquiera que trate de adivinar tu nivel de inteligencia basándose en tu color de piel, será seguramente más tonto que tú.
No sé cómo concluir este esbozo. Creo que todos sabemos que la raza es una subdivisión de la especie. El mal no está en la palabra sino en su utilización. La mayoría de los hombres han superado los prejuicios raciales. Actualmente las violaciones de derechos humanos no se dan entre razas sino entre grupos étnicos de la misma raza. Así como se pretende abolir la palabra raza aplicada al hombre ¿habría que abolir entonces la palabra etnia? Es obvio, la solución no está en abolir palabras sino aprender a usarlas bien. Si no existieran las palabras raza o etnia seguramente se inventarían otras excusas, otras palabras para odiar al vecino. Censuremos los prejuicios, no las palabras.
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(1) No es una contradictio in terminis eso de “pensador peronista”. Pero, ¿alguien me puede explicar porqué los argentinos peronistas son menos inteligentes que los argentinos que no somos peronistas?
[0] Aparte de algún error de bulto, lo más grave es que nos estamos quedando sin temas.