Sin embargo al ir profundizando en el tema la sonrisa permanente con la que comencé a escribir mi primer artículo se me fue helando en la cara. Creo que en el segundo ya se notaba que el humor estaba siendo forzado. Ocurre que no es poca cosa la muerte de un hombre en USA debido a sus prácticas zoofílicas. O lo que ocurrió en mi país, en la provincia de Catamarca, donde también un hombre fue hospitalizado por la misma causa. En este caso algunos periódicos trataron el tema con humor. Si otros tropezaron con la misma piedra espero que también a mí se me disculpe por haberlo hecho. Aquí se puede ver como se ilustró el caso:
Además fui encontrando muchos otros casos y cosas que me horrorizaron y apenaron. Ocurre que el humor aparta del sujeto del cual nos reímos, en cambio la compasión nos hace compartir el dolor del otro, tal como indica su etimología. También, egoístamente, un cierto alivio al pensar: ¡Qué suerte que no me pasa eso a mí!
Todos se van a extrañar por lo que voy a contar ahora: Sentí compasión por un pedófilo que me consultó como abogado. Como todos los delincuentes no se le conocía en la cara su perversión. Se trataba de un hombre de unos 35 años de edad de aspecto agradable, que concurrió acompañado por su esposa, muy agradable también. El hombre había abusado de la hija de seis años de un matrimonio amigo. En mi consultorio se mostró tremendamente avergonzado. Me dijo que quería suicidarse, que no podía explicarse cómo había hecho eso, lo que había destruido todo su entorno familiar y social.
No sé si se trató de un caso de “deformación profesional”, pero me identifiqué con el hombre. Por suerte no tuve que defenderlo porque los padres de la niña no hicieron la denuncia penal.
Tal vez debido a esos antecedentes no le vi nada humorístico, y, por el contrario, sentí compasión por un tipo que encuentra placer sexual con un ciempiés. Recomiendo no abrir el enlace a quienes tienen estómago sensible.
O el caso de un financista neocelandés que fue acusado de practicar sexo sádico con conejos. Los compraba en un local de mascotas y luego los violaba y torturaba cortándoles las orejas, sacándoles los ojos y matándolos finalmente.
En agosto del año pasado fue arrestado un brasileño, Getulino Ferreira, que violó y mató más de cuatrocientas vacas. Aunque hay que reconocer que las vacas tenían actitudes provocativas:
Perdónenme este retorno a las humoradas pero me parece que lo que estaba escribiendo estaba resultando muy denso.
Para terminar les cuento que tengo un amigo japonés que, además de tintorero, es un muy buen ilustrador. Ha venido leyendo mis artículos así como los comentarios de los nickjournalistas y le llamó la atención el relato del amor juvenil que el marqués tuvo con una gallina. Hizo un hermoso dibujo sobre el tema.
(Continuará)
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