Hemos descubierto recientemente una pequeña carnicería de confianza donde venden cordero criado por ellos mismos. Y el lechal es lechal y el pascual, pascual. Allí compramos una asadura, pieza compuesta –como quedó dicho antes– por el corazón, los pulmones y el hígado. Una vez limpia de tráquea y adiposidades, troceamos las piezas en a modo de dados de unos dos a tres centímetros de lado y los salpimentamos. En buen aceite, freímos tres dientes de ajo hermosos, un par de rebanadas de pan y un pimiento rojo seco. Vamos: una guindilla grandecita, por mejor decirlo. Las que yo tengo en casa, secadas aquí al aire manchego, son de San Esteban del Valle, en Gredos. Miden entre ocho y diez centímetros de longitud y, como los pimientos de Padrón y las chicas de Carrión, unas pican e outras non. Cuando el pan sea frito, lo retiramos todo de la sartén y lo ponemos en el mortero. Ya daremos cuenta de ello. En el mismo aceite, sofreímos una cebolla de regular tamaño, bien picada. Cuando esté hecha, añadimos las distintas vísceras del cordero y damos vueltas hasta que todos los pedazos pierdan el tono sangriento. Suave, tostadamente marroncillas han de quedarse las entrañas de la joven res. Entonces, como para animarlas antes de su fatal destino, añadiremos un generoso vaso de Tío Pepe y esperaremos a que evapore el alcohol. En este punto, pondremos en la perola un bote de tomate frito Hida (de Mercadona: no ha sido víctima del drástico recorte en los lineales) y medio bote de agua, que nos valdrá para escurrir bien todo su contenido. Y a cocer un buen rato. Mientras, majaremos muy bien el pan, el ajo y el pimiento rojo. A los diez minutos de cocción, añadiremos el majado y a esperar un cuarto de hora. En este momento, cataremos por ver si falta sal y a comer. Se deja acompañar bien por un arroz basmati (o de cualquier otro tipo) sencillamente cocido. Además, si el pimiento (o guindilla grande) ha salido de los que pican, el arroz disimulará muy convenientemente el escozor.
Lo hemos acompañado de una ganga recomendable: Canforrales Cabernet Sauvignon, crianza 2005. Tres euros y dieciocho céntimos en el Eroski de mi pueblo. En cuanto el vino se abre bien (no estaría de más airearlo en una jarra después de descorcharlo), está reciamente delicioso. Con este vino, es fácil entender a qué se refieren los pedantillos cuando hablan de retrogusto, eso que queda en la boca, en la nariz y en el ánima (negra) una vez que se ha trasegado el trago. Que lo disfruten.
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http://www.elpais.com/articulo/portada/Banco/Espana/pronostica/45/millones/parados/2010/elpepipor/20090404elpepieco_2/Tes/
Glug, glub...
http://www.abc.es/20090404/nacional-politica/zapatero-triunfalista-lote-200904040215.html
Glub...
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