"El domingo 28 de marzo del año de Nuestro Señor de 1621 se hizo una solemne procesión para llevar la imagen de nuestra Señora de Atocha a las Descalzas reales. Gran número de penitentes se azotaban por la salud del rey. Se llevó el cuerpo del beato Isidro a Palacio, a la Cámara de su majestad, y se expuso el Santísimo en todas las Iglesias de Madrid. El lunes 29, le aparecieron úlceras en los riñones y en el vientre, y habiéndole tomando el pulso los médicos, desesperaron de su vida. Por lo que el rey llamó a su confesor, el Padre Aliaga, al Presidente del Consejo de Castilla y al Duque de Uceda, y ante ellos firmó su testamento. Hizo entrar al Príncipe, al Infante Don Carlos y al Infante Cardenal, a quienes dio su bendición. Los médicos de Cámara, lejos de aplicar los remedios oportunos, sangraron al pacientes seis veces, con lo que se fue extenuando su vida, hasta finalizar el último día de marzo de 1621."
Fue acabada la política de paz y quedaba expedito el camino para Olivares, mientras los Infantes pasaban la mayor parte de su tiempo en el Real Sitio de Aceda, a cinco leguas de Toledo, a merced de la amargura de la Infanta doña María, la novia frustrada de un Estuardo, que abrigaba rencor infinito contra el ya omnipotente valido y que dicen quiso usar de sus reales hermanos para otra política.
El Infante cardenal, ordenado in undecimo suae aetatis anno, un 11 de marzo de 1620, por bula de Paulo V, no llegaría a cantar misa, para mayor gloria de las armas de la Monarquía y desventura de los muertos de sus compañías. La Gobernadora de Flandes, la Archiduquesa Isabel Clara Eugenia, la sagaz hija del Rey Prudente, tenía al Infante Don Fernando como sucesor designado, pero era de rigor entrenarle en el gobierno de alguna de las provincias de la Monarquía. Cataluña es la elegida, descontenta y ya rebelde frente a la política del Conde Duque y su Gran Memorial, y con Cortes sin cerrar desde las frustradas de 1626.
Por inopinado camino, Aranjuez, Almenara, Villar de cañas, Campillo de Altobuey y Requena, antes de girar hacia el norte, pasó el Infante en su ruta hacia el Principado, y le fue jurada obediencia el 3 de mayo de 1632, como Virrey y Capitán General del Principado y de los territorios del Rosellón y la Cerdaña.
Sin embargo, permanece poco tiempo en Barcelona, pues, al mando de diez galeras españolas, siete de Sicilia y una de Génova, con datación completa de armas y hombres, parte de Cadaqués rumbo a la fiel aliada Señoría genovesa. El asunto: las guerras de Alemania y su próximo nombramiento como Gobernador de Flandes, pues se sabe de la salud decrépita de la Archiduquesa. Entretanto, el gobierno de Milán, el patio de armas de los Tercios de la Monarquía. Enrique de Aedo y Gallart lo narró con fidelidad en su "Viaje, sucesos y guerras del Infante Cardenal Don Fernando de Austria" publicado en Madrid y en Amberes en 1637.
La marcha hacia Flandes no fue fácil y aunque el difunto Duque de Feria había andado todo el año anterior acosando a alemanes y suecos desde la Renania ocupada, su muerte fue un aldabonazo que nadie preveía iba a ser vencido con la pericia del marqués de Leganés y del propio Infante. Además había que abrir otra ruta hacia Flandes, cerrada la más occidental por las maniobras y sucesos en los Ducados de la frontera oriental de Francia y por una de las habituales defecciones de los saboyanos. Así que las tropas que vienen desde Milán se unen a las del Duque de Feria, ya muerto, en agosto de 1634, en la Baja Baviera, para abrirse paso a brazo partido hasta Flandes. En Donauwörth encuentran además a las tropas austríacas de su primo el futuro Fernando III y para ventura de ambos cuentan con Leganés como Maestre General y con los tercios de Fuenclara, Idiáquez y Toralto con apoyo de los caballos corazas de Ottavio Piccolomini y Geraldo de Gambacorta. En septiembre de 1634 Horn y Oxenstierna, los suecos, y Bernardo, el sajón, son batidos en toda regla, en Nördlingen. Será la última vez que un ejército numeroso de la Monarquía llegue por tierra a Flandes, para que Rubens pueda diseñar los fastos del triunfo.
El rey Planeta escribió a su hermano, con motivo de la noticia de aquella jornada:
"Después de esta hazaña, vuestra reputación y valor estarán en tal estima ante el Mundo, que os debo formalmente mandar esta cautela para no exponer la vida, como Rey, como hermano y como amigo".
Se cuidó el primogénito de que esa reputación mermara cuando dejó sin recursos a su hermano a partir de 1636. Pero antes de esas jornadas agrias, el Triunfo, la entrada en Bruselas en noviembre de 1634, sin capelo, símbolo del aciago recuerdo de Granvela o De la Cueva para los naturales de las provincias leales del sur, y con la espada de su bisabuelo el Emperador. Luego la ofensiva contra rebeldes y franceses y el pánico francés de Corbie, antes del fracaso de la ofensiva por Navarra de Valparaíso y los tercios de Sarmiento y los primeros conatos de rebelión catalana que impidieron el ataque por el otro lado de la raya. Luego todo acaba en marchas y contramarchas que agotan las energías del último gobierno estratégico de Flandes, hasta la muerte del Infante en 1641, que termina al último Austria digno. Ni la caída de Olivares en 1643, Rocroi mediado, evitará la deriva de la Monarquía Hispánica, que aun despreciaría, en un alarde suicida de reputación, las paces ofrecidas por Francia en 1656. Un inglés de estricta observancia religiosa, seducido por las promesas de un cardenal de la Iglesia Católica, dos años después, en una playa flamenca y desde las cubiertas de sus navíos, iba a dar fin las quiméricas andanzas del cuarto Felipe por esa secuela de la Guerra de los Treinta Años que acabaría con la Paz de los Pirineos.
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He aquí el retrato del Infante-Cardenal Don Fernando de Austria por Velázquez. Lo representa como cazador y con su perro favorito:
http://www.museodelprado.es/es/pagina-principal/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/el-cardenal-infante-don-fernando-de-austria/