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10 febrero 2009
Sobrevalorados…de la crisis

Apropiándome del título que encabezó la siempre interesante entrada de Desierto Polaco, yo voy a poner mi lista de sobrevalorados…pero no de la música, si no de la crisis. Como toda opinión que depongo (en todos los sentidos) es personal e intransferible; si la compartes bien, y si no la compartes, pues peor para ti ya que habrás entrado en una “subprime” de percepción de la realidad. Voilà

Keynes: Mis primeras referencias las tuve en tercero de BUP y me lo hacían miembro del grupo o círculo de Bloomsbury (fue a raíz de una exposición que se hacía en la sede de la Fundación La Caixa de Barcelona, sobre esa cuadrilla). Entonces me explicaron que sus ideas sobre gasto público salvaron a los EEUU de la Gran Depresión del 29 ¡Mu fonito, mu fermoso! Keynes es la excusa perfecta para el despilfarro público, y torticeramente se pretiere que las circunstancias mundiales e históricas (e incluso histéricas) eran muy diferentes; vamos, con un comunismo en “nosécuál” plan quinquenal y una guerra total mundial. Además un número no pequeño de analistas achacan al keynesianismo la duración de esa crisis.

Sindicatos (y por extensión patronales): El artículo 7 de la Constitución les reserva el papel de la defensa de los intereses de los “trabajadores”. Es un pequeño detalle que se olvida habitualmente. Como todo grupo de interés o de presión (con independencia que tenga un reconocimiento constitucional) tiene su propia clientela, y en este caso la suya son los trabajadores. Los “no trabajadores” como se podría definir a los parados quedan fuera de su ámbito de interés (ojo que no de actuación). No se puede confiar que los sindicatos “solucionen” o “coadyuven la solución” por una sencilla razón, no es su papel.

Autónomos (y por extensión pequeños y medianos empresarios): Han conseguido inmerecidamente un papel de víctimas y proyectar sobre otros el papel de victimarios. El autónomo es un empresario. Eso lo suele olvidar, con trágicas consecuencias. No le duele en prendas presentarse como una entidad con cuerpo de empresario y alma de trabajador. Esa paradoja no la solucionan de la manera más satisfactoria. Eso le lleva a ser un amateur de los negocios, que no tiene ni formación, ni tampoco la suple con asesoramiento complementario. Cuesta abajo rueda a un ritmo vigoroso ¡Pero chato! Cuando llegan las rampas se queda a las primeras de cambio. El autónomo no es una víctima de la crisis, es víctima de su precaria estructura y visión empresarial. Cómo el estólido lince sólo merece la extinción, si no sabe adaptarse al medio.

Crédito de los bancos: Igual que una de las premisas en la vida debe ser “piensa grande” (think big), otra es que jamás te debes endeudar con los bancos. Ese jamás se puede suavizar, con un “en ocasiones”, “a veces”, “si no hay alternativa”, pero no puede ser una constante como la gravedad. Si el tejido económico y el tráfico mercantil depende exclusivamente del crédito bancario ¡Vamos listos! Las trampas no nos sacarán de las trampas.

Gasto público: No voy a sobrevalorar a Keynes y voy a dejar incólume a su criatura. Hoy escuchaba a Obama decir que si la mayoría de norteamericanos había elegido el gasto público para superar la crisis era porque eso es la solución. La verdad es que eso es una ovalesca gilipollez lo diga Obama o su abuela, la de Kenia. No porque el 100% de los norteamericanos voten que hay que utilizar un hechicero navajo para curar el cáncer, esa es la solución del cáncer (también se me ocurre otra cita sobre heces y moscas). Si el gasto público fuera la solución, sólo habría que aumentarlo hasta el infinito (y más allá). Se ha escrito mucho sobre sus efectos perniciosos, pero ¡Es tan tentador!

Diálogo social: El diálogo social no es en sí bueno ni malo. Un poco pasa como con las huelgas, lo patológico es su abuso. En este nuestro país se ha mitificado al diálogo social, tanto que incluso el Tribunal Constitucional lo ha puesto como requisito “sine qua non” de modificaciones legislativas. Es verdad que las cosas dialogadas son siempre más estéticas, y permiten compartir las culpas, pero no olvidemos que los protagonistas son lobbys de intereses concretos, no generales, por lo que su tendencia al mantenimiento del propio statu quo puede distorsionar sus resultados.

Deflación: Dicen que es lo contrario de la inflación. Es el yuyu, el coco, una de las siete plagas. Un profesor de la facultad nos dijo que una situación de deflación creaba conflicto social ¿Por qué? Sencillo, si la inflación es negativa ¿Qué iban a negociar en los convenios colectivos? ¿Cómo le va a explicar el trabajador a la parienta que ese año no hay subida ni atrasos ni nada de nada? Pero ese creo que es el único problema, y queda en el terreno de la psicología social. Si la inflación es mala ¿Por qué va a ser perniciosa su contraria? Que bajen los precios viene bien, sobre todo para el que tiene que pagar. Y no me hagan comparaciones con los delgados y el cáncer.

Derechos sociales: Parece que ahora sólo existen los derechos sociales o de tercera generación (como dicen los cursis). Pero nuevamente olvidan una cosa. El mejor derecho social es el que no se ejercita. Una nueva paradoja, el ejercicio de los derechos sociales son el germen de su extinción. Esa vocación suicida sólo se salva sobre la base de un crecimiento económico que permite sufragarlos. Empecinarse en un artificioso mantenimiento es hacerse socialmente el “hara kiri”.

Confianza: La confianza es un concepto indeterminado resultado de un análisis de conceptos determinados. Uno no se levanta por la mañana confiado o no, si no que analiza su entorno, y si no hay nada que le encienda una alarma, relaja sus instintos de alerta. En economía, como en todo en la vida, la confianza se adquiere tras escanear diferentes variables que son perfectamente terrenales. El ser confiado o desconfiado no es una patología, se adquiere tras años de hostias.

Medios de comunicación: Si de esta tribulación no sale una buena limpia de mass media, llegaré a la conclusión de que no hemos aprendido nada.

El debate queda abierto…         


(Escrito por Cateto de Pacifistán)

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[0] Editado por Tsevanrabtan a las 8:00:00 | Todos los comentarios // Año IV



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Escrito por: Blogger Juli0 - 10 de febrero de 2009, 23:33:00 CET

Escrito por: Blogger Juli0 - 10 de febrero de 2009, 23:58:00 CET

De nada, Faustine. La esperanza es lo último que se pierde.

 

Escrito por: Anonymous Anónimo - 11 de febrero de 2009, 0:58:00 CET

Coño, vaya gambazo que metí en el post 172, quise decir El Criticón, no El Criterio. ¿En qué estaría yo pensando?

 
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