No, hoy les voy a hablar de otra crisis, de una que es real (por su sector) y e inmediata (aquí no hay tutía) que amenaza con llevarse por delante la economía de una provincia entera como Jaén (700.000 habitantes) y afectar gravemente a otras provincias como Córdoba, Granada o Málaga; la crisis del aceite de oliva, mejor dicho, del precio del aceite de oliva. Curiosa pero cierta (¡y tan cierta!). El consumo de aceite de oliva ha aumentado en el último año en España, Europa y en el resto del mundo (y lo viene haciendo desde hace décadas). En países tan importantes como Estados Unidos, el consumo de aceite de oliva avanza cada año con porcentajes de dos dígitos. Pues hace veinte años, el aceite estaba más caro que ahora. ¡¡Hace veinte años!!
Al Ministerio de Agricultura ni se le ve ni se le espera. Pero es que el Ministerio de Agricultura español no levanta cabeza desde que lo ocupara aquel buen dirigente llamado Jaime Lamo de Espinosa, y hace ya de eso más de 25 años. Ahora, en esto del campo también ha metido la zarpa el gran capitalismo. Hoy mandan los distribuidores. Es decir, Carbonell (Grupo SOS-Cuétara), Ybarra-Migasa, Aceites Toledo, etc... Cinco distribuidoras manejan el 60% de la venta nacional, y entre los diez principales el 85% nacional. Por contra, entre cooperativas y almazaras privadas, más de dos mil vendedores. Tremendo el cuello de botella. En lonja se vende el virgen a un euro con ochenta y pocos céntimos. Hace un año, se vendía a dos euros con cuarenta. Y el consumo, como digo y repito, ha subido. En el olivar tradicional (no más de 120-140 plantas por hectárea), el más respetuoso con el suelo y más acorde con nuestros recursos hídricos (aún cuando es de regadío, que somos un país más bien seco, no se olvide), el margen de rentabilidad está en torno al euro con sesenta céntimos, euro con setenta a fecha del presente día.
Es decir, pongamos a un olivarero medio y profesional de la provincia de Jaén (20% del total mundial de la producción de aceite). Don Pedro López González. 45 hectáreas en propiedad, unos 5.000 olivos. Vamos a estimar que tiene una parte en riego, la otra secano riguroso. Le saca unos cuarenta quilos de aceituna por árbol (que ya es). A la hora de molturarlos, obtiene unos ocho quilos de aceite de oliva por olivo de media. Es decir, en la almazara o cooperativa del pueblo, a final de febrero, nuestro orgulloso don Pedró López González tiene 40.000 quilos de aceite en tolvas. El año pasado, limpios de polvo y paja (únicamente resta el secular enfrentamiento con el IRPF, pero éste, con agricultores, tiende a ser benigno), y pongo el precio medios de los últimos diez años, 10 años, que el del pasado año era especialemente beneficioso para los olivareros, don Pedro contaba con un margen de beneficios de 70 céntimos de euro por quilo de aceite (se trabaja en quilos, no en litros). Fácil la cuenta. Le había costado producir un quilo de aceite un euro con cuarenta y cinco céntimos (1,45€), y se lo había vendido la cooperativa a KOIPE por dos con quince (2,15€). Llegaba a casa nuestro buen jiennense don Pedro, natural de Martos, maestrazgo de Calatrava, con unos 30.000 eurejos cada año. Viviendo en un pueblo de Andalucía, eres un pequeño rey. Al niño lo tienes estudiando perito en Córdoba, y a la niña, que se ha sacado el carnet, le puedes comprar un cochecito baratito a pagar en varios años.
Este año, nuestro don Pedro López González ha sacado los mismos quilos de aceituna y aceite que el pasado (las dos campañas han resultado parecidas). Pero le ha costado más obtenerlo. El abono se ha disparado, el gasóleo, pues ya saben ustedes, y los jornaleros, pues con el IPC como mínimo. Este año ha conseguido criar, sacar del árbol y molturar un quilo de aceite por un euro con sesenta y ocho céntimos (1,68€), 23 céntimos más caro que el año pasado. La cooperativa le ofrece venderlo por 1,78. Ojo, precios de hoy mismo. Nuestro don Pedro se enfada, echa cuentas, y comprueba con terror que, si vende, va a ganar este año cuatro mil euros. 4.000 euros. Un 13 % de lo que gano el año pasado. Puede esperar a venderlo, las cosas han de cambiar, se dice, y el precio es absurdo, tiene que subir a la fuerza. ¿pero puede realmente esperar? ¿Y va a subir de verdad?
Se compró hace tres años un apartamentito en Nerja para ir en verano, 120.000 €, una parte con ahorros y otra a pagar en 22 años, que en el olivar cuando aprieta la calor hay poco trabajo (le vienen a suponer unos 7.500 euros al año como poco). El piso que comparte su hijo David en Córdoba con otros tres estudiantes le cuesta entre pitos y flautas, incluida la paga del nene, 450 euritos al mes, 5.500 euritos al año. Menos mal que la hija mayor trabaja en una butic de Jaén capital, que por ahí no se desangra. Y tiene que pagar la luz, el agua, la comida, salir a la calle, etc. En ese hogar, se gastan 20.000-22.000 euros al año tirando por lo bajo.
Pero es que tiene que comenzar una nueva campaña, y con cuatro mil euritos de beneficio de la anterior, 4.000 para todo un año. En el banco, entre unas cuentas y otras, tiene unos veinte mil euros ahorrados, para ciertos imprevistos. Pues mayor imprevisto que éste no han conocido los (sus) tiempos. Tiene que comprar abono, y aquí ya nadie fía con la que está cayendo. Tiene que podar, y él ya ha olvidado hacerlo, tampoco lo hizo bien nunca, y podar los mil olivos que tocan cuesta un dinero. Uno de los dos tractores con los que cuenta está medio averiado. Ha ido al mecánico de confianza y le dice que el arreglo cuesta unos 1.300 euros. Lo compró de segunda mano por 16.000 euros, está viejo, pero no puede comprarse otro ni loco. Tiene que tirar de cartera, y va a llegar a la fecha de la recogida (noviembre, diciembre) de esta nueva campaña sin un puto duro en el banco y con deudas. Pues ha dicho don Jesús Salazar Bello, presidente de SOS-Cuétara y su máximo accionista (junto a su hermano Jaime), que el hecho de que el aceite esté por debajo de los dos euros "es normal y lógico".
Pues bien. Si las cosas siguen igual (tal vez vayan a peor), o el año que viene (febrero 2010) el aceite de oliva supera los dos euros de precio, y don Pedro, con una campaña parecida, recoge cuarenta o cincuenta céntimos de beneficio por quilo, o está familia española y cristiana estará en bancarrota real. Si esta situación se prolonga otra campaña, don Pedro tiene que hablar con el banco, pues puede comerse la hipoteca de Nerja, y el niño ha de ponerse a trabajar. La siguiente pregunta es que ¿de qué?. Tal vez de camarero, o poniendo copas por las noches. Los estudios peligran un tanto. Y al bar de abajo ni de coña. De la media ración pasa a pedir tapita, y el café se lo hace en casa.
Pues eso, extiéndanlo a una economía, la aceitera, que deja en Jaén, entre pitos y flautas, unos 1.200-1.300 millones de euros al año siendo conservadores, y encima bien repartiditos (subvenciones incluidas). Jaén tiene un PIB interno de unos 7.500 millones de euros. El 15 % de la economía jiennense amenaza con derrumbarse si las condiciones no cambian drásticamente. Y eso en un escenario de depresión económica generalizada. Y ojo, que el que trabaja en el campo para otra cosa no suele servir. Hasta ahora, el campo contiene el paro de la obra. Pero, si nos quedamos sin este dique, ¿hasta dónde llegará el desempleo andalusí...?
El futuro jiennense pinta, como poco, gris marengo. Pero en San Telmo, sede del gobierno de la Junta, dicen que Andalucía, pues eso, imparable. Tenemos lo que nos merecemos. Y mientras, los hermanos Salazar and company riéndose de nosotros. En el mercado, en los lineales, como los llaman ahora los entendidos, el aceite de oliva ronda los tres euros. ¿?
PD: Perdone, pero no escribo jamás con "K". Odiosa letra.
Etiquetas: Edgardo de Gloucester
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