Claro que antes estuve en Oklahoma City, en Stockyards City, la ciudad donde aún subastan el ganado y donde podía ver a los vaqueros que inspiraron las películas de John Wayne, o en el museo de la Historia del oeste y del Cowboy, en donde me paseé por un pueblo del Oeste, contemplé los Winchester, Smith & Wesson y Colts de tantos cowboys, o los uniformes del Séptimo de Infantería. Al fin, no es poca cosa, ser el figurante en una película del oeste, y contemplar desde la puerta del saloon que el villano tuerce la esquina de la calle principal, y única dicho sea de paso, del pueblo para enfrentarse, quiéralo o no, al héroe.
Antes de llegar a la meca del cine, hice parada y fonda en Albuquerque, ciudad extraña, fragmentada en varias zonas: una turística, otra para los indigentes, otra para estudiantes, más allá la zona retro-chic. Les confieso que fue uno de los momentos más importantes. Yo he visto American Graffiti tantas veces que ni logro acordarme de cuántas. No se pueden imaginar Uds. La emoción de saberme en un decorado idéntico al de aquellos años, con sus camareras vestidas de color turquesa y cuello negro, la barra cromada, los sillones de escay, y una hamburguesa de las de verdad, no de las del McDonalds, no, de las auténticas, enorme, jugosa, con sus patatas fritas, y su pepinillo agridulce. Eso sí, los tiempos cambian, y la moda mexicana impone el chile, verde en el caso de mi hamburguesa, en casi todos los platos. En cualquier momento podría haber entrado John Milner, al igual que en Oklahoma entró un cowboy imponente, que se quitó el Stetson al sentarse a la mesa.
Al final llegué a Los Ángeles, y como bien pueden imaginar, me dirigí a Hollywood, para pasear por Sunset Boulevard, por el Paseo de la fama, y recorrer los escenarios de algunas películas y series de televisión. Fue una gran decepción. En la meca del cine, solo vi suciedad, falta de glamour, dejadez y muchísimos chicles pegados en las aceras de macadán. Me marché corriendo al hotel y puse el canal de televisión de series antiguas. ¡Allí estaba La casa de la pradera!
Cuando la crisis de Georgia, en una entrevista en la NBC, Richard Holbrook, que fue embajador de los Estados Unidos en la ONU, criticó al presidente Bush por quedarse en China fotografiándose con los atletas, mientras que Sarkozy había regresado y tomado el liderazgo político. No podemos permitirnos, como primera potencia mundial que somos, que otros lleven la iniciativa, dijo al final de la entrevista.
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