Tony Casueps había llegado a Pendón City dispuesto a vengar la muerte de su cuñado. Doce años antes, Thomas Algo le había disparado y le había causado heridas leves en un brazo, y muy graves en corazón, cerebro e hígado.
Tras bajarse de la diligencia se dirigió al hotel bastante raudo, incluso un poco veloz, por lo cual llegó en un periquete.
- Quiero una habitación.
- No nos queda ninguna, señor -le explicó el dueño, un tipo calvo sin mucho futuro.
- ¿Que no tiene una habitación para mí?, ¿pero usted sabe quién soy yo? -se indignó Tony.
- Pues... -y le echó una ojeada rápida, lo que le sirvió para averiguar, cuando el repaso llegó hasta la cabeza, que el forastero tenía caspa -... no -acabó de confirmar.
- ¡Peste de agente publicitario! -maldijo Tony-. Bueno, pues yo soy Tony Casueps, el pistolero más famoso al este, al oeste, al norte y al sur del Mississippi.
- Pues lo siento, oiga, pero no me suena nada.
- No intente tomarme el pelo -dijo Casueps colocando su Winchester a la vista del hombre y ofreciéndole la ingesta gratuita de doscientos gramos de plomo- ¡Necesito una habitación, nene!
- Hombre, si la pide tan educadamente... -y alargando la mano cogió una llave- Tome, la número cincuenta y seis, complementario el dos.
Sonrió ante el cambio de actitud del encargado. A pesar de que Tony era un tipo duro como el esperma congelado, no quería, además, pasar por antipático. Mantuvo por unos segundos sus dientes expuestos en el escaparate de su boca y después informó:
- Y ahora avisa a Thomas Algo. Dile que Tony Casueps está en la ciudad y quiere verlo. No vale que te dé una foto.
- Sí, señor -repuso nerviosamente el hombre alternando la sonrisa y el gimoteo.
En el salún, Thomas Algo hablaba con Mac Apple sobre el plan de atracar un banco en el estado de Nebraska (doscientas millas al sur de Borraska), cuando el encargado del hotel irrumpió en el local. Aunque, curiosamente, antes se le adelantó un sofocado ranchero, gritando:
- ¡Los camachos, los camachos!- Hubo un general elevación de cejas en el salún.
- ¿Los camachos? -preguntó un cherif que había por allí.
- No, jefe, este tío siempre confunde camachos con comanches -apuntó el ayudante.
- Llévatelo antes de que le dispare y explícale que a esos los exterminó el ejército hace seis años.
- ¡Sr. Algo, Tony Casueps está en la ciudad y se ha alojado en el hotel! -le tocó el turno al otro.
- ¡Maldita sea! -exclamó Thomas, dando un fuerte golpe en una mesa- ¡Te dije que si llegaba a la ciudad no le dieras habitación!
- Lo sé, pero ¿qué quiere? Me enseñó su Winchester y se me descompuso el vientre. Ya sabe que tengo unos intestinos muy susceptibles.
Thomas Algo ya había pensado en paliar los efectos del futuro encuentro con Tony.
- Mac, vete a raptar a la chica -le ordenó a un esbirro malvado que naturalmente vestía de negro (un cruce de Jack Palance, Lee Marvin y Enric Sopena).
- ¿A qué chica, jefe? -se sorprendió.
- ¡No seas idiota, a la que sea! En estos casos se debe raptar a una chica para que Tony no se exceda y nos trabaje con el Winchester a las primeras de cambio.
- Bueno, jefe. Veamos: tenemos a la guapa corista; a Jane, la viuda en buen estado; a Mary, la maestra
- Esa -decidió Thomas-, un toque de intelectualidad siempre queda bien.
- Bueno.
Dos horas más tarde, Thomas y Tony se encontraban en el restaurante de la ciudad, un antiguo local de tapas que no había conseguido encajar con los gustos de los duros estómagos tejanos.
- ¡Ay, hola, Tony!
- Hola, Thomas.
- ¿Cómo está la familia? -se interesó Thomas.
- Bien, ya te imaginarás. Mi madre sigue con su reuma y mi padre con su amante -le informó Tony, a quien no gustaba en absoluto aquella conversación. De ahí que le preguntara-: ¿Y tus muertos?
Thomas Algo cazó al vuelo la indirecta y le respondió duramente:
- Siempre con tus bromas, ¿eh, chicarrón?
- Vengo a matarte -dijo secamente.
- ¡Hombre, Tony, hay bromas y bromas!
Tony quiso demostrarle que no se trataba de ningún juego y le encañonó con su arma.
- ¿Crees que esto es una broma, Algo?
- No, eso, estoy seguro de que es un Winchester del hierro cinco.
- Lo recuerdas, ¿eh?, porque fue con este mismo rifle con el que mataste a mi cuñado.
- En defensa propia -arguyó tragando saliva y una mosca volatinera.
- ¿En defensa propia? Le disparaste cobardemente por la espalda.
- ¿Te parece poca defensa propia? Tenía que haber sido un artista para poder reaccionar contra mí.
- Pues muy bien, yo haré lo propio -y cuando se disponía a hacer efectivas sus palabras, Thomas le previno:
- Tenemos secuestrada a la maestra de la ciudad.
- ¡A mí como si le hacéis las ingles brasileñas!
- ¡Oye, que tienes que ir a salvarla! -le recordó, temblando, al darse cuenta de que su treta no parecía dar resultado.
- ¡Ni lo sueñes! Ya estoy harto de salvar chicas para recibir como recompensa un beso agradecido. Yo necesito compartir flujos más al sur.
- Tony, yo te garantizo que esa mujer está muy liberada.
- ¡Mientes!
- ¡Que no miento, hombre! -se enfadó Algo.
- ¿Tienes alguna foto de ella?
Thomas Algo reaccionó instintivamente y sacó una fotografía de su bolsillo.
- Toma.
Al contemplarla, Tony no pudo reprimir una sonrisa de satisfacción. Pero unos segundos después de mirarla más detenidamente, exclamó enfadado:
- ¿Pero tú te crees que soy idiota? Esta es Scarlett Johansson -y se la lanzó a la cara.
- Era para que te hicieras una idea, hombre. ¡Venga, Tony, ve a rescatarla! ¡A ti qué más te da!
- Siempre fuiste un tipo bill y rastrero, maldito. Así que, no sé, no sé -pareció dudar, pero al fin se decidió-. Bueno, está bien, lo haré. Pero te aseguro que si se trata de una trampa y caigo en ella, seré un idiota.
- No seas pesimista. Sólo tienes que ir al viejo rancho de Mortimer. Mac Apple será pan comido para ti.
Thomas Algo se había salido con la suya y Tony se dirigió al viejo rancho de Mortimer, que por supuesto estaba a diez millas de allí.
Sigilosamente, consiguió acercarse lo suficiente para comprobar la presencia de Mac Apple y de la chica. Pegó su nariz a la ventana. La maestra se hallaba sentada en un sillón, con un terrible rictus, mezcla de asco y angustia alcanforada. Era algo que Tony jamás había presenciado. (Mary estaba leyendo el último libro de Suso de Toro “Él hombre que fue presidente y le gustó”. Mac le apuntaba con su revólver.)
Escuchó una pequeña conversación:
- Por favor, no me obligues a seguir leyendo -suplicó ella.
- Lo siento, no puedo hacer nada. Estoy cumpliendo órdenes y años.
Aprovechando que los secuestradores siempre dejan una puerta sin vigilar para que entre el héroe que ha de salvar a la chica, Tony se introdujo por ella, y merced a rápidos y elegantes movimientos de caderas, logró colarse justo detrás de Mac, que fue sorprendido por un par de manos que le taparon los ojos.
- ¿Quién soy? -preguntó Tony al tiempo que le arrebataba el arma.
- ¡George
- Frío, frío.
- ¿Lincoln?
- ¡Joer, macho, eres fatal para las adivinanzas! -y le descubrió su personalidad-. Soy Tony Casueps.
- Bueno -comentó Mac.
- ¿Quién es usted? -preguntó Mary.
- ¡Jolín, Tony Casueps!, ¿es que no lo has oído, rica?
- ¡No es posible! ¿Tony Casueps? -se sorprendió ella, y Tony recobró su sonrisa ante el evidente asombro de la mujer al ser identificado su famoso nombre.
- Sí, soy Tony Casueps -confirmó.
- Tenía tantas ganas de conocerle. Tony Casueps, el famoso novelista.
Fue un duro golpe al orgullo de Tony, que reaccionó fulminantemente:
- ¡Mac, obliga a la imbécil esta a seguir leyendo!
Y se fue de allí con la satisfacción del deber incumplido. Volvió al pueblo y le propuso a Thomas:
- Thomas, quiero hacer un trato contigo.
- Te escucho.
- Quiero que seas mi agente publicitario. A cambio, te perdono la vida.
Thomas aceptó de buena gana y contestó:
- Cuenta con ello, Jimmy.
Había dicho Jimmy. Automáticamente, Tony hizo funcionar su Winchester, destrozándole la camisa y parte de los pulmones. Antes de salir del pueblo, comentó:
- Me voy, porque si no aquí va a ocurrir una desgracia.
Etiquetas: goslum
Goslum, boníssim. M'encanta aquest humor tan català que tens. (sense ànim d'ofendret)