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02 julio 2008
Ilimitada y periódica
El Tiempo, inclemente, sin embargo, nos ha concedido disfrutar de la Biblioteca de Apolodoro, libro curioso, ameno e instructivo. Independientemente de que su autor fuera el que hoy conocemos por tal nombre, o de que el libro que nos ha llegado fuera la obra de varios, lo que de verdad importa es la compilación de las historias más importantes del momento, aquella que el autor pensó que podían servir de modelo o de explicación para el momento en que vivían. No hay nada nuevo en el libro, nada que no supieran ya los eruditos o las personas con un cierto nivel de conocimientos, y sin embargo, la escribe (las recopila más bien). Nunca ha dejado de tentarnos la idea de un lugar donde todos los conocimientos se encuentren recogidos (y habrá que añadir, editados, ordenados y clasificados).

No otra fue la ambición de quienes construyeron la Biblioteca de Alejandría, con el propósito de guardar para la posteridad y poner a disposición de los contemporáneos todo el conocimiento de entonces. Más adelante, las bibliotecas medievales de los monasterios, las primeras bibliotecas de las universidades, o ya en la época de la Ilustración, las bibliotecas nacionales. El nacimiento de las mismas coincidió con los inicios de la expansión colonial británica y con el interés por esos territorios (con todo lo bueno y lo malo). De entonces son los extraordinarios fondos bibliográficos sobre África, la India, el Medio Este o el lejano Oriente.

Por el contrario, en los clubs ingleses los socios compraban únicamente los libros y revistas que les interesaban, aquellos que trataban de algo propio de su grupo social, sus negocios o sus intereses en un sentido muy amplio. Si alguno tenía negocios de especias en la India pedía que compraran libros sobre la región. Si nadie tenía ningún interés personal en África, la biblioteca carecía de un mínimo fondo sobre el continente.

La bibliotecas generalistas desempeñaban una función social: la de poner a disposición de todo el mundo los conocimientos existentes sobre cualquier tema. Muchas áreas de conocimiento disponían de una zona concreta dentro de la biblioteca. Esto facilitaba la labor de los investigadores e interesados en el tema. Pero nunca se pensó que era necesario que estuvieran separados del fondo común en un edificio ajeno.


La biblioteca era ilimitada y periódica, la pesadilla de quien sabe que el conocimiento es inabarcable y que solo queda transitar por los corredores desiertos de un edificio inexistente pero real. Es una pesadilla geométrica, como tantas otras, el sueño de una razón que ha atisbado sus límites y, sin embargo, se niega a rendirse. Prefiere explorar los que hay más allá de las certezas y lo ya conocido, aventurarse más allá de las bardas de lo consensuado, examinar las incoherencias y las imposibilidades.

Sabía que simplemente con pasear, aun sin rumbo fijo, por los pasillos y pasar de sala en sala, daría, con el tiempo, en otra idéntica, si no la misma (incluso aunque no la misma), porque el tiempo, la historia, no es más que una pesadilla que se repite sin fin. Pasaremos de este período en el que la privatización del espacio social se expresa en la preeminencia de cuestiones como el grupo social, racial o sexual de cada uno a otro momento en que prevalezcan otros que sean más inclusivos para volver a dar en las acotaciones y exclusiones de cualquier orden.


(Escrito por Garven)

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Escrito por: Blogger Mercutio - 3 de julio de 2008, 0:53:00 CEST

Habla el teniente coronel al mando de la operación rescate: 'Hemos elegido cuidadosamente este momento, después de casi un año de preparación, para que coincidieran la liberación de la senadora y la primera experiencia nudista del tímido Atleta Sexual'.

 

Escrito por: Blogger Garven - 3 de julio de 2008, 0:58:00 CEST

[201] Ya wue lo leo, Mercutio, el domingo vaya a Harlem. Pasee por el barrio por la mañana, observe las familais trajeadas, observe los puestos de sandia, y si su estómago es fuerte pruebe alguna rodaja. Entre en una tienda, a comprar agua, por ejemplo, y se dará cuetna de lo dura que es la vida allí.

 

Escrito por: Blogger J. A. Montano - 3 de julio de 2008, 0:58:00 CEST

[200] ↑Escrito por: Roxana - 3 de julio de 2008 0:51:00 CEST
No sólo las leyes de la robótica, sino las del universo entero habría que derogar si alguien consigue quitarle a usted el pecadito de las manos. :-)
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Jajaja, tampoco hay que exagerar. Pero precisamente en la playa escuché la voz de una maruja, que estaba dos sombrillas más atrás, diciéndole a la amiga: "Mira ése, qué pescao lleva". No era yo, ¿eh?, que me encontraba en ese momento bocabajo. Pero miré a la orilla y, en efecto, un tipo iba haciendo surcos con la pescadilla que era su cola...

 

Escrito por: Blogger Circe - 3 de julio de 2008, 0:59:00 CEST

No, Mercutio, no, el de la foto que cuelga -dicho sea sin ofender- es Adrede, luciendo su mudejarismo tardío.

 

Escrito por: Blogger J. A. Montano - 3 de julio de 2008, 0:59:00 CEST

[201] ↓Escrito por: Mercutio - 3 de julio de 2008 0:53:00 CEST
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La segunda, perdone.

 

Escrito por: Blogger kenzo - 3 de julio de 2008, 1:07:00 CEST

FERNANDO SANCHEZ DRAGO
¡Abajo España!

Chirrío, desentono, estoy enfermo. Debería consultar a un especialista, pero no sé a cuál. ¿Un loquero, un cura, un gurú, un funcionario del ministerio de Igualdad? Soy miembro, con o, del jurado del premio Príncipe de Asturias de las Letras. Este año, al final, hubo que elegir entre una correcta escritora canadiense de intachable conducta y un levantisco escritor español de historial heterodoxo. Ganó por abrumadora mayoría la primera. Yo voté a Juan Goytisolo. Mejor habría sido para él que no lo hubiese hecho. Soy un cenizo. Siempre pierde mi candidato. Esa tarde, la del miércoles, acometí por tercera (y última) vez la lectura del nuevo libro de Ruiz Zafón y me sucedió lo mismo que en los dos anteriores: no pude pasar de su trigésima página. Tampoco había conseguido leer su primer folletón. Dirán que lo digo por envidia. Pues no: son rarezas. Envidiaría, si acaso, los royalties percibidos, pero no la autoría literaria de esas obras para lectores con acné y adultos que no han crecido. Ande yo caliente, pensará Zafón, y ríase Dragó. Pero Dragó no se ríe, sino que se rasca la cabeza, incapaz de entender a los millones de personas fascinadas por esos libros. ¿Serán las mismas que leen a Paulo Coelho, Susanna Tamaro, Dan Brown, Bucay, Ratzinger, Sampedro, Galeano y la madre Teresa? El jueves, dispuesto a ser buen chico y oveja blanca de una vez por todas, me senté frente al televisor y puse la Cuatro. Lo hice con la mejor voluntad del mundo. Era mi gran ocasión. Si lo que veía me gustaba y emocionaba o, por lo menos, me enorgullecía, sería yo, al fin, uno más. El fútbol, como la fe al ciego del evangelio, me habría sanado. Empezó el partido y... Ni por ésas. El primer tiempo me aburrió y el segundo también. Tuve que echar mano de un libro, que no era de Zafón, para combatir el tedio y apagué el sonido para no escuchar las idioteces que se decían. De vez en cuando alzaba los ojos y lo que veía fuera del campo me avergonzaba. Aspavientos, berridos y gente con el rostro pintarrajeado que se despepitaba en los graderíos y en las calles. ¿Lectores de Zafón? El hombre masa, el hedor del establo, el mugido de la tribu. ¿Sería todo aquello escenificación orquestada del Proyecto Simio al que sus señorías, desandando el camino de Darwin, se habían sumado un día antes en el Parlamento? Me avergonzó, incluso, ver a los príncipes abrazándose en público, renunciando a la dignidad áulica e incorporándose al jolgorio. ¡Hale! ¡Todos juntos! Reconciliación nacional, banderas al viento, Santiago Matamoros y arriba España. El domingo encendí otra vez la tele. Lo hice empecatado y con rabia. No me aburrí. ¿Cómo iba a hacerlo si hasta el último instante del partido, empujando con los pies de mi rareza, esperé y deseé que perdiese España? Los dioses no me escucharon. Ya dije que soy un cenizo. ¿Seré, además, un psicópata? Lo mío no tiene cura. Iré mañana al médico, y si hay que internarme, que me interne. ¿Qué pinto aquí? ¿Qué me pasa, doctor? ¿Por qué soy tan raro? ¿Por qué quiero salir ahora a la calle, quemar una bandera y gritar abajo España? Ecce homo. ¡Fuego!

 

Escrito por: Blogger kenzo - 3 de julio de 2008, 1:08:00 CEST

RAUL DEL POZO
El túnel

Adiós Viena, oscuro desván del lirio; buenos días julio, mes trillador, la alcaparra y la chumbera están en flor y todos estamos a punto de entrar en el túnel mientras las gaviotas se llevan la blancura del alba. Qué hago yo en Roma si no sé mentir, donde una mentira arrastra a la otra, se preguntaba Terencio. Por eso los moralistas no sirven para la política. ¿Qué ocurriría si los presidentes dijeran la verdad? Los bancos se convertirían en corralitos, 'Fefé' y hasta Botín se arrojarían desde las Cuatro Torres, los que hacen autovías no les contarían a sus amantes por dónde van a pasar las obras para que pongan su puticlub, los chorindones de los ayuntamientos se llevarían en bolsas de El Corte Inglés los bin laden a Andorra.

Los economistas, teólogos sin braguetas rojas, utilizan parábolas meteorológicas como enfriamiento o psiquiátricas como depresión, preparando a la gente para el cataclismo. La economía, como la religión, se basa en la jindama. Cuando Roosevelt dijo que no hay que tener más miedo que del miedo mismo quería evitar el caos que provoca la certeza.

Los políticos, como La Celestina, no quieren entrar en el cielo a gozar de las estrellas. Saben, además, que la verdad tampoco existe. Zapatero no quiere que vayamos a la playa sabiendo que estamos a punto de entrar en el túnel. No me refiero al carpiano, el que nos entumece la bobanilla después de estar todo el día al ordenata; tampoco a los maravillosos by pass de Gallardón, esas escotaduras refulgentes de Madrid, del alcalde que hemos preparado en un máster de túneles y soterramientos antes de que vaya a Moncloa. Pagamos otro máster a Zapatero en la misma Moncloa; le enseñamos a engañarnos por nuestro bien; por eso es muy estúpido llamarle gafe, porque de él podrían decirse aquellos versos: «Como nací no lo sé; / no recuerdo la postura,/ pero hay que gente que asegura/ que yo he nacido de pie».

Gallardón dice que respeta mucho a la Foca del Cantábrico, cuando en realidad su modelo es Aristarco, sabio, tirano y corsario que concebía la ciudad perfecta como la que se podía abarcar con una sola mirada; fue el que hizo el túnel más famoso de la antigüedad, en Samos, donde las gallinas no sólo daban huevos, sino también leche.

Ayer el Rey, el presidente y toda la corte celestial fingían enternecerse como putas cuando oían el himno nacional, aunque sabían de sobra que cuando los futbolistas entraron en el túnel de los vestuarios entrábamos en el de Satanás. Zapatero dijo: vamos a crecer en torno al 2%; en realidad estamos al borde de la recesión.

Así que dejemos Viena, el vals del oscuro desván del lirio, las diez muchachas de Lorca en el museo de la escarcha. Se acabaron los himnos que hacen llorar a las taconeras y a los abuelos.Empieza la claustrofobia, el pulso acelerado, la contracción de los esfínteres, la boca seca.

 

Escrito por: Blogger Mercutio - 3 de julio de 2008, 1:19:00 CEST

[202] Garven, nuestra anfitriona nos ha ofrecido llevarnos a un oficio en Harlem un domingo. A las 8.30 de la mañana. Lo estamos pensando.

Por lo visto no queda bien salir de la iglesia a la mitad del asunto, ni siendo turista; y yendo a las ocho y media se tiene la seguridad de terminar un poquito antes de las once, que es cuando empieza el segundo -y más civilizado- servicio religioso. Si se va al segundo -y más civilizado- oficio de las once se corre el riesgo de no salir de allí hasta las tres o las cuatro, si el oficiante está inspirado. Ver veremos.
- - - - -
[204] Tiene razón, Roxana. Me hice la picha un lío.
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[205] Joder, estás echado a la calle.

 

Escrito por: Blogger Garven - 3 de julio de 2008, 1:22:00 CEST

[208] Pues prepárese para un buen "brunch" si la opción es la segunda, y no deje de entrar en una de esas tiendas del barrio.

 

Escrito por: Blogger Lehningen - 3 de julio de 2008, 2:18:00 CEST

Pues a mi me parece muy bien lo del técnico con el sr. Sarkozy. Lo borde afearle la conducta al pobre chaval delante de todo el mundo, sobre todo cuando, con toda seguridad, al técnico ni se le pasó por la cabeza cuando oyó el "buenas tardes, Sr." que Sarkozy se estuviera refiriendo a él. Muy poco acostumbrado tiene que estar Arcadi a deambular por los ministerios y dependencias oficiales, en las que un Buenas Tardes dicho por un inferior inmediatamente provoca una mirada fulminante "cómo osas dirigir tu sucia voz a mi excelsa figura". Si alguo quiere sentirse transparente, que se vaya a la zona noble de algún ministerio. No quiero ni pensar en la Moncloa, con sus cortesanos de nivel 30 y otros depredadores. El sr. Sarkozy (y también Arcadi, por supuesto: "siempre se ha mostrado defensor de los privilegios") son de los que exigen educación cuando les parece, y por supuesto niegan el saludo cuando les conviene. En el fondo, esa llamada de atención no es más que un "no sabe Vd. con quien está hablando", tan castizo para nosotros. Por supuesto, Arcadi se escandaliza de la posición de "El Mundo" porque él mismo se ve en el lugar de Sarkozy. Los trabajadores de "El Mundo", probablemente han redactado la noticia del modo en que lo han hecho porque saben como se las gastan estos "prebostes" con los que uno nunca sabe a qué atenerse. Lo más seguro es que el chaval de los micrófonos ni siquiera estuviera pendiente de si Sarkozy le saludaba o no, acostumbrado como debe estar a que lo ignoren por completo.

Nada más que dengues y melindres de señoritingos y otros "petimetres" son las críticas a ese chaval.

Hace mucho que Arcadi, de vez en cuando, se manifiesta "irónicamente" (con irónicas comillas) como un defensor de los privilegios. No otra cosa son sus menús de El Bulli, que ha traído aquí de vez en cuando. Este es otro menú de "El Bulli". El señorito, que quiere que se le pida perdón por darle la espalda.

 

Escrito por: Blogger Circe - 3 de julio de 2008, 9:22:00 CEST

Exactamente. Lehningen lo ha clavado. De todas maneras, el viejo truco de exigir educación cuando les parece y permitirse ser maleducado con los demás es tan antgiuo que me sorprende que aún imopresione a alguien.

 
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