"…Fat must have come up with more theories than there are stars in the universe. Every day he developed a new one, more cunning, more exciting and more fucked."
Dick -en la imagen con Riddley Scott- se preocupaba de crear universos ficticios que no se “auto-destruyeran” en dos días. Su literatura, de la que hay abundante traslación cinematográfica como Minority Report, Paycheck o Blade Runner, muestra universos consistentes, creíbles. Una vez has aceptado el axioma inicial, disponen de una lógica propia reconocible por nosotros, en la que podríamos vivir una vida normal, pero siempre con un velo encima de la realidad que si lo lograbas apartar te mostraba otra, distinta, subyacente, más real, auténtica. Siempre en este juego de realidades el auténtico ser humano, crecido con el guión doloroso de la vida y la muerte, se adapta oscilante, lucha y destruye lo que le impide avanzar, sobrevive y negocia lo desconocido. La duda de Horselover Fat es si somos falsos humanos representando un papel, si no somos más que meras etiquetas dentro una representación (como este NJ), si no estamos en una inmensa Disneylandia en que todo lo tenemos, más nada es verdadero.
Total demanda eléctrica de Internet: ~350 millardos kWh USA ~868 millardos kWh worlwide
Aunque no es una estimación perfecta, nos dice que La Máquina consume ya el 5,3% de la energía total del mundo y como no para de crecer, irá consumiendo más y más recursos: energía, dinero y sobre todo, tiempo humano (dicen los expertos y los consultores, rara avis donde los haya, que se supone que los ahorros son superiores a los gastos -sino no se entiende-).
Posteriormente, en estos días hemos sufrido un ataque destinado a quebrar la intranquilidad del blog. El ataque ha consistido en generar diferentes usuarios blogger que se alimentan unos con otros ... ©Blogmaster in the darkness
¿Existe el golem en nuestra Máquina? ¿Quién ganó la guerra de los clones? Parafraseando a Dick, la auténtica humanidad, la nuestra -o la de nuestra representación en esta realidad velada del NJ-, este saberse humano conoce instintivamente qué no debe hacer y rechaza hacerlo aunque le provoque malas consecuencias. Este es el trazo heroico de la gente corriente: decir no al poderoso y afrontar con calma sus efectos. Sus nombres no serán recordados, su historia permanecerá desconocida pero su autenticidad está, no en la voluntad de realizar grandes heroicidades, sino en la tranquila aceptación de las consecuencias de sus negativas. En esencia, no pueden ser obligados a ser lo que no son.
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