Cuestión que provocó en su día, segundo trimestre del 95, una curiosa polémica cinéfila en el diario ‘El País’ entre Antonio Muñoz Molina desde Travesías y Javier Marías desde Opinión. En contra del cineasta el primero y a favor el segundo. Ver hemerotecas.
‘Aprendiz de brujo’ o ‘talento atrevido’, todo buen guionista debería, entre otras cosas, saber poner en literatura las escenas de amor. A lo que no tenga encanto y cierta serenidad no podemos llamarlo literatura, leemos en Joubert. Y también que una energía que no fortalece nada, una concisión que no dibuja ningún tipo de rasgos, o un estilo del cual no emanan ni sentimientos ni imágenes ni pensamientos no posee ningún mérito. Si no hay arrebato, si no hay hechizo, o, mejor, si no hay cierto embelesamiento, nos dice, no es posible hablar de genio.
No es necesario que haya amor en un guión para que nos encante. Pero para escribir bien de amor tienes que haberlo experimentado tú con intensidad, con pasión y como adulto. Y mucho más para fotografiarlo o filmarlo de modo convincente. Queda muy postmoderno filmar femeninos pies o personajes fumando cigarrillos ‘Red Apple’ encendidos con un Zippo o contenidos procelosos de maleteros de los Haigas americanos, pero rebaja extraordinariamente de categoría no incluir buenas escenas de amor en tus películas.
Hay una excepción, bueno pero seguramente la escribió el presunto homicida que firmó como co-guionista (y que es el autor de la crítica citada ut supra).
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INTERIOR. MOTEL (habitación seis) - DE NOCHE
BUTCH & FABIENNE
Acurrucada sobre la cama, completamente vestida, de espaldas a la cámara, está FABIENNE, la amiga francesa de Butch.
FABIENNE (Maria de Medeiros): Apaga la luz.
Butch aprieta de nuevo el interruptor y la habitación vuelve a quedar a oscuras.
BUTCH (Bruce Willis): ¿Está mejor así, cariño?
FABIENNE: Oui. ¿Has tenido un día duro en la oficina?
BUTCH: Muy duro. Hoy he tenido una pelea.
FABIENNE: Pobre. ¿Podemos hacer la cuchara?
Butch se mete en la cama y se acuchara a Fabienne por detrás. Cuando Butch y Fabienne hablan entre sí, lo hacen como adolescentes.
FABIENNE: Me estaba mirando en el espejo.
BUTCH: ¿Y?
FABIENNE: Desearía tener una barriguita.
BUTCH: ¿Te miraste en el espejo y deseaste tener un poco de barriga?
FABIENNE: Una barriguita. Las barriguitas son sexy.
BUTCH: Pues deberías sentirte feliz, porque la tienes.
FABIENNE: No digas mentiras. No tengo barriguita. Lo que tengo es un poco de vientre, como Madonna cuando hizo Lucky Star. Pero eso no es lo mismo.
BUTCH: No me había dado cuenta de que hubiera una diferencia entre tener barriga y tener vientre.
FABIENNE: La diferencia es enorme.
BUTCH: ¿Y quieres que yo también tenga barriga?
FABIENNE: No. Las barrigas hacen que los hombres parezcan idiotas o como un gorila. Pero una barriga, en una mujer, es algo muy sexy. El resto del cuerpo es normal. Una cara normal, unas piernas normales, unas caderas normales, un trasero normal, pero con una gran barriga, perfectamente redondeada. Si tuviera una, me pondría una camiseta dos tallas menores para acentuada.
BUTCH: ¿Y crees que eso les parecería atractivo a los hombres?
FABIENNE: No me importa que a los hombres les parezca atractivo o no. Es una verdadera pena que lo que nos parece agradable al tacto, raras veces nos lo parezca a la vista.
BUTCH: Si yo tuviera una barriga, te apretaría con ella.
FABIENNE: ¿Me apretarías la barriga?
BUTCH: Directamente en la barriga.
FABIENNE: Pues yo te sofocaría. Me dejaría caer directamente sobre tu cara, hasta que no pudieras respirar.
BUTCH: ¿Me harías eso?
FABIENNE: ¡Sí!
(…)
FABIENNE: ¿Así que todo salió bien al final?
BUTCH: Todavía no hemos terminado, cariño.
Fabienne se da la vuelta y Butch se coloca sobre ella. Se besan.
FABIENNE: Corremos mucho peligro, ¿verdad?
Butch asiente con la cabeza: «Sí».
FABIENNE: Si nos encontraran, nos matarían, ¿verdad?
Butch asiente con la cabeza: «Sí».
FABIENNE: Pero no nos encontrarán, ¿verdad?
Butch niega con la cabeza: «No».
FABIENNE: ¿Todavía quieres que vaya contigo?
Butch asiente con la cabeza: «Sí».
FABIENNE: No quiero ser una carga o una molestia...
Las manos de Butch desaparecen del encuadre y empieza a acariciar la entrepierna de Fabienne.
Fabienne reacciona.
FABIENNE: ¡Dímelo!
BUTCH: Fabienne, quiero que estés conmigo.
FABIENNE: ¿Para siempre?
BUTCH: Para siempre.
Fabienne echa la cabeza hada atrás.
Butch continúa acariciándole la entrepierna.
FABIENNE: ¿Me amas?
BUTCH: Oui.
FABIENNE: ¿Butch? ¿Me darás siempre placer oral?
Butch la besa en la boca.
BUTCH: ¿Quieres chupármela?
Ella asiente con la cabeza: «Sí».
FABIENNE: Pero tú antes.
La cabeza de Butch desaparece del encuadre para darle placer oral a Fabienne, cuyo rostro queda a solas en el encuadre.
FABIENNE (en francés, con subtítulos en inglés): Butch, amor mío, empieza la aventura.
LA ESCENA SE FUNDE EN NEGRO.
(EL RELOJ DE ORO. ‘PULP FICTION’ Roger Avery y Quentin Tarantino).
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(Preparado por la becaria del Sr. Verle)
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