JUAN CARLOS RODRÍGUEZ
Entrevista: Juan de Dios García
DIÁLOGO UNIVERSAL
Fue en la Feria del Libro de Almería. Acompañaba a la poetisa Ángeles Mora, que esa tarde daba un recital junto a Amalia Bautista en el mirador de la Avenida Federico García Lorca. ¿Puede haber un nombre más granadino y literario como marco para hablar con Juan Carlos Rodríguez en la ciudad vecina a la de la Alhambra? Este profesor, que por sus ideas, actitud y temperamento ha ido forjando -quizá sin quererlo- una leyenda poco cándida, una trayectoria con tintes de medio sabio medio lobo feroz, pasó el recital de Ángeles Mora sentado entre Con Juan Carlos Rodríguez en la Rambla de Almería (Foto: Zoraida Angosto)el público, escuchando buenos versos lanzados al aire con los ojos cerrados, cabizbajo, taciturno. El Coloquio de los Perros quiso conocer algo de ese misterio que lo acompaña siempre. Todas las sorpresas han sido gratas.
Granada, Federico, Literatura… Nos falta una palabra: Universidad, pero no en el sentido tan extraño y absurdo con que ahora se practica, sino en su sentido primitivo y etimológico. El diálogo con Juan Carlos Rodríguez abarca todos los campos de la ficción, es universitario, es, por tanto, universal.
-En sus escritos sobre Borges propone una adivinanza al lector: «¿Por qué Freud sería repugnante para Borges?». Imaginemos, por un momento, que el maestro argentino se hubiese prestado a ser paciente del médico austrohúngaro. ¿Qué cree que podría salir de ese diván psicoanalítico? Yo, desde luego, estaría dispuesto a pagar bastantes euros por haber presenciado esas ficticias reuniones.
-Yo también. Supongo que Borges le habría hablado a Freud de su mamá y de por qué en sus sueños prefería el rayado de los tigres al rostro de las mujeres. Aunque al final también los tigres se desvanecían. Eso está en ‘Dreamtigers’, de El Hacedor. En realidad Borges decía aquello de la “lectura alucinante” de sus textos y eso le hubiera encantado a Freud. Por cierto, es la primera vez que oigo llamar a Freud “austrohúngaro” (Berlanga indica que le encantaba poner esa palabra en sus películas). Y lo curioso es que aciertas: al comenzar la primera guerra mundial, Freud escribió una carta preciosa en la que decía: «Tengo toda mi libido puesta en Austria-Hungría». Luego Freud quedó tan traumatizado con la guerra que hizo mucho para que no fusilaran por cobardes a los “traumatizados” en las trincheras. Y esas cuestiones le iban a servir además para establecer el “narcisismo libidinal”, su último gran hallazgo. Como veo que te has leído bien De qué hablamos cuando hablamos de literatura -gracias- añadiré sólo que Borges, en el diván, hubiera tenido que desbloquear sus contornos sexuales y eso le hubiera horrorizado. ‘Ulrica’, su único relato algo “porno”, no está logrado. Aunque él lo considerara magnífico. Pero sí que resulta sintomática la asociación barrio/mujer que establece en ‘Hombre de la esquina rosada’, algo muy parecido a la imagen ciudad/ mujer que analizo a propósito de Ganivet. Lo increíblemente borgiano es que a él, que odiaba explicitar la sexualidad, los peronistas lo nombraran “sexuador de pollos”. ¿Qué le hubiera dicho de eso a Freud? El Borges posterior a El libro de arena no me interesa mucho, excepto ciertos poemas. Lo curioso es que Borges defendió siempre al máximo el materialismo de la escritura y luego era otra cosa al margen de la escritura, como es obvio y como se ha señalado tantas veces.
-Se puede hablar de usted como el ideólogo en las aulas de la otra sentimentalidad, el fruto poético más valioso de la llamada escuela granadina de los años ochenta. ¿Qué potencial literario observa entre su actual alumnado? ¿Sospecha que habrá desde Granada unos nuevos Justo Navarro, Álvaro Salvador o Luis García Montero?
-Gracias por lo de las aulas. Hay mucha gente que aún piensa que la otra sentimentalidad fue sólo una cuestión de elitismo nocturno. En realidad fue un debate teórico y político muy serio en torno al marxismo y a la pérdida de una izquierda auténtica. La posmodernidad de los 80 nos demostraba que efectivamente había existido mucha progresía antifranquista en España, pero muy poca izquierda antisistémica. Ya he contado en Dichos y escritos todo el meollo del asunto y que el grupo sólo existió como tal identidad entre 1979 y 1983 u 84. Luego cada uno se fue por su lado, como es lógico. ¿Hoy? En Granada sigue habiendo una muy buena cosecha de poetas, hombres y mujeres, jóvenes y menos jóvenes, de primera fila. Ocurre sin embargo que, por un lado, nadie quiere vivir bajo la sombra de aquellos tiempos; y por otro lado existe un indudable desconcierto: falta el debate teórico de fondo no sólo respecto a la poética sino en cualquier otro sentido, como en toda nuestra civilización globalizada. Hoy, como mucho, sólo se habla de dictaduras vs. democracia, y en literatura se llega como máximo a la discusión entre “realismo” (historia) vs. “neosimbolismo” (naturaleza). Y fíjate si esta controversia es añeja en el lenguaje poético. Un triste ritornello porque ya nadie cree que exista una vida no-histórica, y además después de Irak y Nueva Orleáns imagino que la posmodernidad sí que ha roto sus diques. Quizá sólo sigan siendo válidos los debates en torno al feminismo, que hoy, creo, ha superado ya los problemas a propósito de la diferencia y la igualdad. De cualquier modo el potencial poético de Granada sigue siendo muy rico. Si faltan cauces teóricos más profundos quizá sea porque la lógica del capitalismo se ha convertido en nuestra única lógica de vida, y eso ciega a cualquier escritura. Y en cualquier parte. Lo grotesco es que hasta el comienzo del Tratado de la Unión Europea remueve sustratos supuestamente “líricos”: Inspirados, Convencidos… parecen apelar a las Musas o reescribir la Eneida.
-¿Le debe algo la literatura a la bebida?
-No, ni a las drogas duras. Eso es un mito romántico y bohemio que recuperaron los Beats americanos y el 68 europeo. Sólo hay un buen libro que parece escrito bajo el recuerdo de las drogas, pero es un libro de guerra, sobre el Vietnam, algo excepcional: Despachos de guerra de Michel Herr. Si te refieres a la leyenda en torno a Javier Egea te aseguro que todos sus grandes poemas los escribió completamente sobrio. Hace poco tiempo me llegó un manuscrito de Javier, escrito al parecer en una de sus noches de alcohol y era un verdadero desastre. La escritura sólo posee un amigo: tener algo que decir y saber cómo decirlo. Y el enemigo obviamente es la página en blanco. Y eso ya lo escribió Rubén casi mejor que Mallarmé. Los “paraísos artificiales” no existen durante la escritura; pueden existir antes o después, pero “en medio” lo único que ayuda es la obsesión por vencer a la página. Si eso te provoca dolor de cabeza se puede recurrir a un paseo o a una aspirina. Pero el compromiso con la escritura no admite camas redondas: es monogámico. ¿Quizá Rimbaud o Malcolm Lowry sean excepciones? Habría que comprobarlo más allá de las leyendas.
-¿Podría citarme algún autor, obra o movimiento que le haya decepcionado profundamente a lo largo de su intensa vida de lector?
-Para que algo te decepcione tienes primero que haber creído en ello. Más que los libros a veces te decepcionan los autores, aunque la relectura a veces también pasa facturas muy fuertes. Es posible que alguna vez creyera en algo o en alguien y luego me decepcionara, pero arrepentirse no sirve para nada, salvo para aprender. Y todos lo sabemos desde Nietzsche.
-Fue prácticamente adoptado por Althusser en París. Ha dicho de él que era una inteligencia única. A los que quieran iniciarse en su obra, ¿qué libro suyo les recomendaría, por ser fundamental?
—Bueno, veo que también te has leído mi Althusser, Blow-up. Gracias otra vez. La verdad es que fueron el profesor Carlos Enríquez del Árbol y otros amigos quienes enviaron a Althusser el libro Teoría e historia de la producción ideológica que yo acababa de publicar, a primeros del 75. El grupo althusseriano de L’Ècole Normal estaba ya prácticamente disuelto: Balibar, Badiou, Rancière, Macherey… ya casi no estaban allí. Althusser buscaba nueva gente porque le gustaba trabajar en equipo: Dominique Lecourt, yo mismo, etc. Pero aunque a mí me asustaba -me consideraba con poca experiencia- trabajar con alguien como él, desde el primer día nos hicimos muy amigos y en realidad fue Hélène quien “me adoptó” como un intelectual “víctima del franquismo”. Bueno. La verdad es que pasé unos cinco años en contacto con ellos. Althusser tenía un rigor impecable e implacable y este es el problema de sus libros (los pocos que publicó antes de la locura). Quiero decir, que (aparte de que habría que quitar cierta jerga lingüística de aquel momento) hoy no estamos acostumbrados a ese rigor teórico: el pensamiento débil, el pensamiento único, han hecho estragos. Yo recomendaría de Althusser los textos que analizo en mi libro: prácticamente los recogidos en el libro Posiciones y también La transformación de la filosofía. De todas maneras hoy en el mercado español me parece que todo eso está descatalogado. A la gente sólo le ha interesado, acaso, la negación de sí mismo que hace Althusser en El porvenir es largo, pero incluso en medio de ese delirio se nota su inteligencia.
-Y ya que estamos con inteligencias únicas, ¿qué opinión le merece ahora mismo Noam Chomsky, su posición como intelectual?
-Desde los años 70 hasta el 2001 (en que apareció la versión definitiva de La norma literaria) me planteé la disyuntiva que Chomsky sigue representando para mí. A saber: cómo era posible que a partir de unos presupuestos teóricos llenos de agujeros Chomsky hubiera alcanzado unos resultados técnico/prácticos tan impresionantes en lingüística. Llegué a la conclusión de que tales planteamientos teóricos habían sido el único camino posible para enfrentarse al conductismo empirista imperante en los USA. Es decir, acogerse al liberalismo racionalista y llevarlo hasta sus raíces más profundas, hasta el innatismo de Descartes, etc. Ese innatismo profundo, convertido en racionalismo político, es el que impregna también la honestidad radical de sus posturas pacifistas y antiimperialistas. Si no lo han expulsado del MIT es porque él sabe cifrar y descifrar códigos concretos mejor que nadie. Pero creo que lo suspendieron unos meses de empleo y sueldo. Debió ser una historia curiosa.
-También ha sido un estudioso de Bertold Brecht. ¿Cómo cree que podría levantar cabeza el espectáculo del teatro frente a mastodónticos rivales como el fútbol, la televisión, etc? ¿Debe unirse al enemigo de una vez por todas?
-A Bertolt Brecht no le disgustaba ningún espectáculo con tal de que no ofendiera la inteligencia del espectador. Hacía lo mismo óperas corales que piezas didácticas para discutir sobre un tema. Hoy el teatro no puede competir cara a cara con la televisión ni el fútbol. La escena del siglo XVII era un gran espectáculo de masas, después de misa. No competía con la misa. La complementaba incluso con los Autos. El teatro actual debe auto-criticarse a sí mismo para sobrevivir. Y habría que enseñar de nuevo a “ver” teatro -los nuevos espectadores que querían Lorca o Brecht- lo mismo que habría que buscar a los nuevos lectores. De cualquier forma la mezcla de televisión y fútbol -que en el fondo son grandes empresas- suponen un signo claro del poder del capitalismo para pudrirlo todo. Habría que analizar esa mezcla muy a fondo. Yo lo he intentado hacer respecto a la correlación entre la moda y la guerra en nuestro mundo actual. Aunque parezca mentira las industrias de la moda son el modelo más espeluznante de explotación que existe. Como la guerra, la industria de la moda es el otro extremo del círculo producción-consumo-reproducción que configura nuestra tortura cotidiana. Podríamos ir muy lejos en esta cultura de la explotación del yo y del nosotros que apenas “se ve”.
-Hablemos de narradores. ¿Puede considerarse un triunfo para un novelista contemporáneo el que su obra sea prácticamente imposible de adaptar al cine?
-¿Quieres decir que hay quien escribe pensando en la adaptación de sus novelas para el cine? Posiblemente, aunque también Balzac o Galdós escribían sus obras pensando en el folletín del periódico. No quiero hacer idealismo literario, pero está claro que una buena novela debería sostenerse por sí sola y que el lenguaje de Joyce es distinto al lenguaje cinematográfico. De todas formas tu pregunta es muy insidiosa, puesto que hoy una novela se legitima sobre todo a través del circuito del mercado. El resto son casos excepcionales. Y además vendría el problema de la novela como “género”. Hasta Terry Eagleton, que sostiene como yo que la literatura no existe en tanto que forma sustantiva, se descuelga luego diciendo que Raymond Chandler es mala literatura. Para mí, en cambio, El largo adiós es una obra maestra. De cualquier manera, y ya que hablamos de él, está claro que Joyce no escribió Dublineses para el cine y sin embargo Huston hizo una gran película a partir de ese texto.
-Dos preguntas inevitables para un especialista quijotesco como usted. ¿Merece la pena que los españoles trituremos El Quijote de cara a la galería en este cuarto centenario? ¿Hasta qué punto es necesario para la propagación de la lectura de una obra tener en cuenta fechas simbólicas?
-La reduzco a una respuesta: el “fracaso” de Don Quijote es su intento de darle un sentido al mundo. El “éxito” de Cervantes es haberse dado cuenta de que el mundo sólo tiene múltiples sentidos. Así nació la literatura moderna. Y así nos enlazamos con la pregunta anterior: esa literatura ¿aún existe fuera del mercado? Por supuesto que entre los múltiples sentidos de la literatura está ese de considerarla como “honor nacional”, “estatal” o algo así y de ahí los centenarios oficiales. Lo único cierto es que hoy es muy difícil que la gente sepa apreciar El Quijote. Pero tampoco lo sabían apreciar en el XVII.
-Si con la muerte de Pío Baroja en 1956 murió también el último ejemplar del mito del escritor «ibérico», ¿qué murió con Camilo José Cela en 2002?
-Sí, en La norma literaria (veo que también te la has leído) digo lo del “escritor ibérico” a propósito de Baroja. Como persona Cela fue un censor, posiblemente un plagiario, un delator de sus amigos liberales y un esbirro de otro dictador en Venezuela (La catira). Creó una buena revista, Papeles de Son Armadans, con Caballero Bonald, y curiosamente fue un novelista sin argumentos: por eso se le llama experimentalista del lenguaje, etc. La colmena es un buen testimonio de aquella posguerra “suya” que nunca debió existir. Pero la verdad es que el Cela escritor desapareció relativamente pronto. El para-fascismo de Cela ya lo han estudiado otros.
-Dígame tres títulos de novelas (que no sean de amigos suyos) que estime ahora como sus favoritas.
-El Tristram Shandy de Sterne, El hombre sin atributos de Musil y El tercer libro sobre Ajim de Uwe Johnson. En español, El llano en llamas de Rulfo, Cien años de soledad de García Márquez y Ficciones de Borges. Si me dejo a todo el siglo XIX detrás es porque ahí la novela fue decisiva en la formación literaria. Sería redundante hablar de Stendhal, Balzac, Dickens, Galdós, etc. En España la última sorpresa me la llevé con Días de llamas, de Juan Iturralde.
-Me gustaría, para acabar la entrevista, que hiciese memoria del mejor recuerdo que tenga del poeta Javier Egea en vida.
-La memoria traiciona o selecciona demasiado. Quizá la primera y la última vez que nos tomamos una copa juntos fuera de casa. En la primera ocasión discutimos sobre Góngora; en la última sobre Rubén Blades y su diente de oro. Y los Sonetos del diente de oro de Javier necesitan aún una buena edición.
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