Un mecanicista no puede admitir otra cosa: el que hay es el único mundo posible. Concediendo la innecesaria adjetivación, éste es el mejor de los mundos posibles. Quienes consideran esa postura como un acomodo moral, un anestésico que cierra el paso a toda posible acción y nos deja relajadamente inermes ante 'la realidad', se equivoca. Hay imperativos, hay acciones buenas y malas, hay hechos benéficos y nocivos para cada uno, para cada comunidad o para la humanidad toda. Sólo que un mecanicista considera que todo lo que pueda, deba o quiera cambiarse habrá de emprenderse mañana; como pronto, hoy; pero nunca ayer. Lo que se hizo ayer es todo lo que se pudo, debió o quiso hacerse. Ergo. Creo que el riguros materialismo mecanicista es tan indemostrable como irrebatible. Así que no aporta mucho al conocimiento; es una fe, como otra cualquiera. Sin embargo, al contrario que las creencias basadas en entidades espirituales, ésta padece las estocadas de la ciencia -y se bate con ella, con resultados variables.
Lo había dejado así cuando, por pura casualidad, escuché una conversación en una mesa vecina que tenía algo que ver con el tema. Cuatro patriarcas gitanos (chaquetas oscuras, y sombreros, y bastones; farias, tres chatos de vino y un carajillo; dedos y pecheras bañados en colorao; una reconocible sentencia judicial tirada sobre la Marca en otra silla; senequismo químicamente puro en el gesto y la voz) hablaban más o menos así:
Gengis Kant: La superchería del astrólogo no consiste tanto en su afirmación de que se puede conocer el futuro -eso también lo afirmaba Laplace-, sino en la de que él lo conoce.
Follandeiro: No era, querido Gengis, exactamente eso lo que decía Laplace sino, más o menos, que conociendo la ecuación diferencial que rige el movimiento de un cuerpo podríamos calcular ex ante su trayectoria futura.
Gengis Kant: Y, más o menos, que un ser lo suficientemente inteligente e informado sobre la posición y trayectoria de todas las partículas del universo, por un lado, y, por otro, de las leyes de la mecánica -o sea, una especie de Dios- podría conocer su posición futura.
Follandeiro: Sí, era precisamente eso. Nada que ver con lo de 'adivinar' el futuro.
Qtyop: Qué casualidad. Tengo delante el Essai philosophique sur les probabilités, de Laplace: Nous pouvons considérer l’état actuel de l’univers comme l’effet de son passé et la cause de son futur. Une intelligence qui à un instant déterminé devrait connaitre toutes les forces qui mettent en mouvement la nature, et toutes les positions de tous les objets dont la nature est composée, si cette intelligence fut en outre suffisamment ample pour soumettre ces données à analyse, celle-ci renfermerait dans une unique formule les mouvements des corps plus grands de l’univers et des atomes les plus petits; pour une telle intelligence nul serait incertain et le propre futur comme le passé serait évident à ses yeux.
Gengis Kant: La astrología tenía pretensiones científicas, no mágicas (en el sentido actual de 'magia'). Buscaba, como tal, la predicción del futuro mediante -insisto: mediante- el conocimiento de una situación presente y de leyes generales. En cambio, la adivinación, magia visual, implica inmediatez. El adivino conoce lo que no está presente, sin más.
Follandeiro: Esa precisión es importante, pues, como bien sabes, los primeros astrólogos fueron 'magos': los caldeos desde los zigurats (que solían ser también astrónomos, o con grandes conocimientos de). Segùn Keynes, y esto lo sabe hasta Adrede, Newton fue el último mago.
Gengis Kant: Tienes razón, Follandeiro. Y no creo que él tuviera tan claro como nosotros que hay una diferencia abismal entre sus intereses herméticos y su aportación científica (en el sentido actual de 'ciencia). Esa claridad sólo la padecemos nosotros.
Belaborda: La dificultad que advierto en cuanto a dar por bueno que se puede conocer -en el sentido de 'adivinar'- el futuro es que solo se verifica cuando se hace presente; y por muchos veces que se cumpla lo vaticinado siempre cabe el error o un fracaso en lo sucesivo. Dicho de otra forma: admitiré sin duda alguna que se puede adivinar el futuro cuando también se pueda hacerlo presente.
Follandeiro: Tienes razón. Aplicando su método backwards-induction, aunque un Demiurgo pudiera encontrar las soluciones del sistema, con los conocimientos matemáticos actuales no podríamos decir que esas soluciones existen; e incluso probando su existencia tampoco podríamos probar que son únicas. Un Demiurgo o un deus ex machina tampoco, puesto que no sabemos si existen las matemáticas que puedan probarlo. Es como si me dicen que un Dios puede probar ciertas conjeturas: en principio no sabemos si pueden probarse.
Gengis Kant: Incluso si descartamos la posibilidad de la adivinación, un descarte altamente razonable, la dificultad persiste. Siempre cabe el error; incluso, si me apura, aunque el futuro se hiciera presente. El presente no asegura nada, pues podría tratarse de una falsa presencia, el objeto de una alucinación.
Follandeiro: Bien visto; es lo que digo más arriba desde un punto de vista matemático. Aunque encontremos las soluciones, a tiempo corriente, o presente, resulta difícil garantizar su existencia e incluso, probada ésta, garantizar la unicidad.
Gengis Kant: Follandeiro, las dudas actuales sobre la naturaleza y alcance de la ciencia, comenzado por la propia matemática, no fueron conocidas por los deterministas de la mecánica clásica, Laplace entre ellos. Creían, con sólidos aunque falsos fundamentos, que el determinismo garantizaba la cognoscibilidad total. Laplace, en el famoso pasaje que cita Qtyop, junta los ideales de síntesis -una fórmula puede explicarlo todo- y de omnisciencia -todo es explicable-. ¿Sabe alguien si se trata de una mera vecindad o de algo más?
Follandeiro: Esa misma pretensión, artillada desde un orgullo intelectual màs satánico que luceferino, le ha correspondido a la moderna teoría matemática de cuerdas que ha dado en ser a la postre, quizás, la mayor impostura intelectual de la historia de la humanidad. La 'teorìa del todo', salvando las distancias con lo que tan agudamente apunta Gengis, está sufriendo actualmente un proceso de poda, corte y confecciòn que la va a dejar en pañales. Si el tema os interesa, hay dos libros de física, sin formulas matemàticas pero rigurosos, que establecen un balance demoledor de la situaciòn. Uno es de Lee Smolin (The Trouble with Physics)y el otro de Peter Woit (Not Even Wrong). Hay también una excelente entrevista a Smolin en la revista de divulgación científica de alto nivel La Recherche (nº 411, septiembre 2007). *
Aferrado al salvavidas ('con los conocimientos matemáticos actuales') terminé mi cerveza y salí a la calle, mareado.
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