LA MOCHILA DE VALLECAS
Desde hace muchos meses llevaba amenazando con escribir varios posts acerca de la mal llamada “mochila de Vallecas”, en la que me parecía ver la prueba concluyente de que la mal llamada “versión oficial” era verdadera. Esta noche, no sé muy bien por qué, me han salido del tirón esos posts demorados. Con su permiso, los junto en un ladrillo y se los encasqueto aquí por si a alguien le interesan. No están bien escritos, pero creo que el contenido los redime.
a)Prueba manipulada o prueba fabricada
Supongamos que la mochila de Vallecas es una prueba falsa, como algunos afirman. Esto sólo puede querer decir dos cosas: o que la mochila es una prueba manipulada o que es una prueba fabricada.
Si se sostiene que fue manipulada, lo que se quiere decir es lo siguiente: alguien (no sabemos quién) se fue a un IFEMA repleto de policías, médicos, heridos y muertos con veinte kilos de explosivo y un teléfono movil cuya tarjeta incriminaba a Jamal Zougam. Una vez allí, se dirigió hacia la montaña de objetos recogidos en El Pozo, encontró una bolsa de deporte azul que le venía que ni de perlas e introdujo en su interior su fraudulenta y peligrosa mercancía.
Si se sostiene que fue fabricada, lo que se sostiene es esto: alguien tenía en su casa una bolsa de deporte azul comprada en Lavapiés, veinte kilos de Goma 2 ECO y un teléfono móvil cuya tarjeta incriminaba a Jamal Zougam. Con todos estos ingredientes, bastante difíciles de conseguir para cualquiera (para cualquiera que no sea Jamal Zougam, quiero decir), nuestro alguien desconocido monta una sofisticada bolsa-bomba y se dirige con ella hacia un IFEMA repleto de policías, médicos, heridos y muertos. Una vez allí, va hacia la montaña de objetos recogidos en la estación de El Pozo y deja su bolsa fraudulenta y peligrosa entre ellos. Hecho esto, se vuelve a su casa tan tranquilo... Bueno, no: se vuelve a su casa y cruza los dedos para que la policía no decida explosionar la bolsa, como hizo con otras tantas aquel día terrible, pues en ese caso su impecable labor conspiratoria no habría servido para nada.
Éstas son las opciones alternativas a la versión oficial.
b)El inspector Álvarez
Las opciones respecto a la mochila de Vallecas a las que se enfrentan los detractores de la denominada "versión oficial" no parecen muy verosímiles, pero ocurre que aún hay más. ¿Recuerdan ustedes el caso del inspector Álvarez? Pues recordémoslo.
En marzo de este año, El Mundo nos servía una revelación espectacular: el responsable de custodiar los objetos recogidos en la estación de El Pozo, un tal inspector Álvarez, sostenía que éstos pudieron no estar vigilados durante el tiempo que pasaron en IFEMA, por lo que no cabía descartar que hubieran sido sometidos a algún tipo de manipulación.
Según explicaba el periódico, su información se basaba en una nota de carácter interno que este policía habría hecho llegar a sus superiores siete meses después de los atentados. En condiciones normales, la nota hubiera merecido el crédito que suelen merecer las notas de carácter interno redactadas por un policía siete meses después de los hechos denunciados; en España, sin embargo, llevábamos más de siete meses, y más de diecisiete, recibiendo constantes y estupefacientes revelaciones conspiratorias sobre los atentados, por lo que el juez Del Olmo decidió cortar por lo sano y llamar a declarar al policía Álvarez.
Ante un juez con cara de pocos amigos que puede meterlo en el calabozo si considera que su testimonio es falaz, Álvarez desmiente con toda rotundidad –oh sorpresa- las insinuaciones de su nota sietemesina. ¿Estuvieron sin vigilancia en algún momento aquellos objetos de los que ÉL fue nombrado responsable? No, nunca, jamás, de ningún modo, se desdice Álvarez, coincidiendo de paso con otros muchos policías que ya habían desmentido esa posibilidad.
Aclarado el asunto principal, Del Olmo aprovecha la visita del inspector para oír su relato de lo ocurrido aquel día. Obediente y clarísimo, Álvarez cuenta que aquella mañana asistió a la macabra recolección de los objetos desperdigados por la estación de El Pozo, que eran tan numerosos que se llegó a formar con ellos un considerable montículo de casi cinco metros de diámetro y dos de altura. Cuenta también que todos ellos fueron introducidos en grandes bolsones de basura cedidos por el SELUR y que de allí fueron sacados en dos furgonetas debidamente custodiadas por varios de sus hombres. Cuenta, por último, que él no volvió a ver esos bolsones hasta que fueron llevados, ya bien entrada la noche, a la Comisaría de Puente de Vallecas.
¿Por qué estaba él en esa comisaría y por qué fueron llevados allí los bolsones? Muy sencillo: porque tanto él como sus hombres pertenecían a aquella comisaría.
Volvamos ahora a la recogida de objetos en la destrozada estación de El Pozo. ¿Hubo algún objeto que llamara la atención de Álvarez? Sólo uno. ¿Cuál? Una bolsa de deporte de color azul que pesaba varios kilos.
c)Aceptamos Álvarez como testigo
Se diría que la declaración de Álvarez aniquilaba todas las investigaciones de El Mundo, pues este periódico llevaba sosteniendo, ya desde el artículo inaugural de Fernando Múgica, que nadie recordaba haber visto ninguna bolsa de deporte azul en El Pozo. Lejos de ser así, el inspector Álvarez sirvió para apuntalar aun más las teorías extraoficiales de El Mundo. ¿Por qué? Porque el juez Del Olmo decidió plantarle la mochila de Vallecas ante sus ojos y le preguntó si fue ésa la que vio, a lo que Álvarez respondió con toda contundencia que no, que no era ésa, que la que él vio era de un azul distinto, más larga y con asas más cortas.
Como es lógico, El Mundo dio por buena esa declaración y descartó como absurda la posibilidad de que el policía no recordara bien una bolsa de deporte vista durante unos minutos hacía dos años, o la de que hubiera mentido para salvar un poco la honrilla (ya saben: "vale, las cosas no eran como yo decía, pero algo de conspiración había").
También nosotros podemos darlas por buenas momentáneamente.
d) Asombrosas coincidencias
Volvamos a nuestro conspirador desconocido. Hasta ahora, lo único que sabíamos de él es que era uno de los tíos más valientes de España, pues no dudó un segundo en irse a un IFEMA repleto de policías, médicos, heridos y muertos con varios kilos de Goma 2 ECO y un teléfono móvil cuya tarjeta incriminaba al inocente Jamal Zougam, pero ahora sabemos también que era de los más afortunados. ¿Que por qué? Pues muy sencillo: en nuestro primer acercamiento a lo sucedido en IFEMA, al conspirador le bastaba con dejar explosivos dentro de una mochila o con dejar la mochila entera, con explosivos y todo. Ahora, sin embargo, vemos que tuvo la enorme fortuna de dejar en la montaña de objetos recogidos en El Pozo, no una bolsa cualquiera, sino una bolsa de deporte azul muy similar a la que Álvarez había visto entre los objetos de El Pozo (esto en el caso de que fuera una prueba fabricada, pues si fuera una prueba manipulada lo que tuvo que ocurrir fue que encontrara, entre todos aquellos objetos, precisamente una bolsa de deporte azul en la que dejar su fraudulenta y peligrosa mercancía).
Lo anterior puede parecernos el colmo de la buena fortuna, pero es que la cosa no acaba aquí: nuestro conspirador tuvo encima la chorra increíble de que el explosivo fuera una dinamita, que es precisamente lo que estalló en los trenes según todos (todos, sí) los informes periciales.
Al lado de estas asombrosas coincidencias, palidecen las aportadas por El Mundo como pruebas de que la versión oficial está llena de agujeros. Al lado de esta casual bolsa de deporte azul llena de veinte kilos de dinamita, tan similar a esa muy pesada bolsa de deporte azul encontrada por Álvarez en El Pozo, casi parece trivial la coincidencia de las caravanas de la muerte (ya saben, esa coincidencia casi milagrosa de dos caravanas distintas dirigidas por grupos terroristas distintos que salieron en días distintos de lugares distintos para transportar hasta Madrid explosivos también distintos).
No es por dármelas de Luis del Pino, pero yo sugeriría que, de ser alguien, nuestro desconocido conspirador podría ser el marbellí Roca, a quien le tocó la lotería en ochenta ocasiones.
e) Conclusión
Los detractores de la versión oficial han insistido una y otra vez, con razón, en el hecho de que, si se demostrara que la mochila era una prueba falsa, toda la investigación judicial de Del Olmo se vendría abajo. Curiosamente, nunca destacan lo contrario; a saber: si la mochila es verdadera, lo que se vienen abajo son las teorías extraoficiales.
En mi opinión, y sin más herramientas que esa lógica y ese sentido común a los que constantemente apelan Louis Dupin y compañía, yo diría que la hipótesis más verosímil es que esa mochila con explosivos fuera una de las dejadas por los terroristas para asesinar a 191 personas.
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