Dice bien el título: En contra de los teólogos. No en contra de los creyentes, por supuesto, sino en favor de ellos. En contra de los que se aprovecharon del temor a la muerte y a lo desconocido para oprimir y someter. En contra de los que llevan agua a su propio molino cuando pretenden reclutarnos. En contra de quienes enmascaran sus ansias de poder y dinero con la sublime advocación. En contra de quienes adoptan una fe porque París bien vale una misa. Hegel ya lo dijo: "La religión y la política han jugado siempre juntas. Aquélla enseñaba lo que quería el despotismo, es decir, que el género humano es despreciable y que carece de capacidad para el bien así como para valorar algo por sí mismo". Por eso, sí, en contra de los teólogos ¡por tantas infamias cometidas en nombre de Dios!
Hacer el listado me ha estremecido. Consigné algunas de las masacres más numerosas, solamente algunas, y sentí desprecio hacia mí mismo por no encontrar espacio para recordar a la niña acusada de brujería y que la Inquisición condenó a morir aplastada por una prensa. Sin embargo el objetivo de un alegato contra los teólogos no es destruir la religión sino aportar a la razón: Mientras más conocimiento menos campo habrá para la superstición y la infamia. Y hasta podremos rescatar así el aspecto más válido de las creencias religiosas: el intento humano de responder la grandes preguntas: qué somos, de dónde venimos, adónde vamos. Porque sólo los hombres nos hacemos esas preguntas. Solamente nosotros nos preguntamos qué es el mal, o qué es el sol y qué la muerte. Dejamos de ser animales cuando empezamos a entender causas y efectos. Hubo muchos intentos fallidos, como cuando algunos atribuyeron a Júpiter los rayos y truenos o cuando Virgilio aconsejó en las Geórgicas que para obtener un enjambre de abejas había que utilizar carne podrida. Ahora sabemos la causa de rayos y truenos. Y los mismos romanos advirtieron que de la carne podrida nacen moscardones y no abejas. Sin embargo ya en la misma antigüedad hubo quienes desconfiaron de las explicaciones supersticiosas. Hipócrates, por ejemplo, señaló con ironía: «Los hombres dicen que la epilepsia es divina solamente porque no la pueden entender. Pero si considerásemos divino todo lo que no entendemos, serían infinitas las cosas divinas». Y buscaron una explicación mejor: la ciencia. Dan Barker, un clérigo evangelista que abjuró de su religión, dijo con lucidez: «La verdad no requiere de creencia en ella. Los científicos no juntan sus manos todos los domingos, cantando '¡Sí, la ley de gravedad es real! Creo con todo mi corazón que lo que sube tiene que bajar. ¡Tendré fe! ¡Seré fuerte! ¡Amén!'. Si lo hicieran, pensaríamos que no están bastante seguros de ello.»
El carácter provisorio y perfectible de los postulados científicos permite que puedan ser superados cuando se descubre una explicación mejor. En cambio cuando se trata de revelaciones divinas los que se atreven a cuestionarlas se exponen a graves consecuencias tal como le ocurrió a Giordano Bruno. Él había adherido a la teoría de Copérnico que contradecía la concepción geocéntrica del cristianismo. Giordano Bruno fue encarcelado en Ginebra por los calvinistas y para salvarse en esa ocasión de la hoguera tuvo que abjurar de sus convicciones. Sabía el precedente de Miguel Servet, el catalán que descubrió la circulación pulmonar de la sangre y que había sido quemado en la hoguera por esos mismos calvinistas pocos años antes. Pero Giordano Bruno denunció esa falta de libertad intelectual y se trasladó a París y a Oxford, en cuyas universidades siguió enseñando sus novedosas doctrinas, pero también allí entró en conflicto con los teólogos. Luego en Cambrai fue agredido físicamente cuando pretendió debatir la teoría de Copérnico en la universidad. Pese a haber sido la víctima fue castigado con la expulsión y sus agresores fueron congratulados. Finalmente fue atrapado por la Inquisición romana. Uno de sus libros, "Del universo infinito y los mundos", constituía una de las pruebas de su herejía. Ahora sabemos que tenía razón, que el universo es infinito y que hay múltiples sistemas solares. Pero aún en el supuesto de que hubiera estado equivocado, ¿se justifica su atroz muerte en la hoguera? Cuando el cardenal Bellarmino lo intimó para que abjurara de sus ideas replicó, reivindicándose del temor que lo hizo doblegarse ante los calvinistas: “No podría retractarme ni lo haré. No hay nada de lo que tenga que retractarme, ni sé de qué debería hacerlo. Es más grande vuestro miedo a pronunciar mi sentencia que el mío a oírla” ¡Y ya llevaba ocho años de prisión y torturas! Ese mismo inquisidor, el cardenal Bellarmino, puso sus miras luego en otro científico: Galileo, quien tenía un prestigio enorme por entonces. Había inventado el telescopio y el microscopio. Aplicó el péndulo al reloj. Descubrió los satélites de Júpiter, las manchas solares, las montañas lunares, los anillos de Saturno, las fases de Venus, atribuyó las mareas a la influencia del Sol. Fue festejado por todo eso pero cometió el mismo pecado que Bruno: había adherido a la teoría heliocéntrica, que estaba en contradicción con los textos bíblicos: En Josué 10, 12-14 dice que "el Sol se mantuvo inmóvil en medio del cielo y dejó de correr hacia el poniente casi un día entero". En el salmo 93 (92) se dice: "Tú has fijado la tierra firme e inmóvil". Galileo recordó el espantoso precedente de Giordano Bruno y tuvo que agachar la cabeza. Ante lo ocurrido los científicos no tuvieron otra opción que la demostración práctica. Fue entonces que Fernando de Magallanes se propuso dar la vuelta al mundo, pero dijo con sarcasmo: «La Iglesia dice que la Tierra es plana, pero yo sé que es redonda, porque vi su sombra en la Luna. Y tengo más fe en una sombra que en la Iglesia» Sin embargo hay que reconocer que las pseudociencias colaboraron con la religión a fin de reprimir a los científicos. Martin Horky, un pseudocientífico, atacó los descubrimientos de Galileo aduciendo que "Los astrólogos han hecho siempre sus horóscopos teniendo en cuenta todo aquello que se mueve en los cielos. Por lo tanto los astros mediceos (las lunas de Júpiter descubiertas por Galileo) no sirven para nada y, siendo que Dios no crea cosas inútiles, estos astros no pueden existir" En ese entonces la Iglesia protegía a los astrólogos y perseguía a los astrónomos porque, tal como dijo Georg C. Lichtenberg, un científico alemán del siglo XVIII: "para que una religión sea apreciada por las masas necesariamente tiene que guardar algo del gusto a la superstición".
Por esa razón y por más que la Iglesia haya intentado racionalizar sus creencias tienen tanto éxito las promesas de milagros. Han pasado millones de enfermos por el santuario de Lourdes pero solamente se han comprobado presuntamente 66 milagros de sanación, una proporción menor a la de los casos de remisión espontánea de enfermedades. Aún así todos los "milagros" constatados han sido módicos. Tal como observó Anatole France en los santuarios hay muchas muletas en ofrenda pero ninguna pierna ortopédica. Se alega sin embargo en favor de las religiones que sin ellas todo estaría permitido y nadie tendría escrúpulos morales. Esta afirmación, sin embargo, no tiene fundamento y, por el contrario casi no podemos mirar a nuestro alrededor sin ver dolor y muerte provocadas por los teólogos. Lo dijo claramente Pascal hace más de doscientos años: «Los seres humanos nunca hacen el mal de manera tan completa y feliz como cuando lo hacen por una convicción religiosa» Reconozcámoslo. "Siempre ha habido gente malvada haciendo el mal y gente buena haciendo el bien. Pero para que la gente buena haga cosas malvadas se necesita la religión» (Steven Weimberg). ¡Que el dios que crearon los perdone! Mientras por un lado hay un maravilloso Sermón de las Montañas, cuyas bienaventuranzas aún estremecen, por otro lado podemos comprobar en la Biblia, Números 31, que el sacerdote máximo, con la excusa de que se trataba de una orden de Dios, dispuso que se matara a todos los prisioneros, niños y ancianos pero dejando a salvo las mujeres vírgenes, que debían ser entregadas a él y a los demás sacerdotes. Para su jolgorio a él le correspondieron dieciséis. Y tantos otros textos y hechos religiosos en los que comprobamos que los teólogos empiedran el camino del infierno con esas buenas intenciones. Los teólogos consiguieron aún en este mundo que el fuego, aunque no eterno, se extendiera lo más posible. Un estudiante napolitano tuvo el atrevimiento de negar la existencia del Purgatorio alegando que no figura en ningún texto sagrado. No era poca cosa: la Iglesia tenía como principal fuente de recursos la venta de indulgencias para rescatar las almas de allí. Por lo tanto se lo condenó a ser asado a fuego lento para que sufriera lo suficiente antes de expirar.
El registro de las masacres estremece. Apunto solamente unas pocas entre tantas: En el año 251 el emperador Decio ordenó las peores persecusiones contra los cristianos. Todo el que se rehusaba a adorar los dioses paganos era ejecutado. En el año 315, inmediatamente que fue oficializado el cristianismo comenzó la persecusión de los paganos. El concilio de Ancyra denunció el culto a la diosa Artemis y por edito se destruyeron sus templos y sus sacerdotes fueron asesinados. En el año 359 los cristianos organizan en la ciudad de Skythopolis, Siria, el primer campo de concentración de la historia, en el que exterminaron a incontables miles de paganos de todo el imperio romano. En cien años fueron destruidos todos los templos paganos. En 415 los cristianos de Alejandría cortaron en pedazos a la famosa filósofa Hypatia, que no aceptó bautizarse. En 712 los musulmanes masacraron a decenas de miles de budistas e hindúes cuando conquistaron el reino de Sindh, en la India. En el año 782 Carlomagno ordenó la decapitación de 4.500 sajones que rechazaron el bautismo. En 1096 1.500 judíos fueron masacrados en Worms y Maguncia. En 1098 4.000 húngaron fueron asesinados por los cruzados que marchaban a Jerusalem y cuando llegaron allí masacraron a 40.000 judíos y musulmanes. En 1191 fueron decapitados 2.700 prisioneros musulmanes en Palestina. Veinte millones de víctimas de los cruzados solamente en lo que hoy es Turquía y Cercano Oriente. En 1208 los cruzados masacraron a la totalidad de los 50.000 habitantes de Beziers, Francia y en en 1219 a otros 5.000 en Marmade por pertenecer a la heregía cátara. En total un millón de cátaros asesinados en 20 años. En un sólo día, el 16 de marzo de 1244 fueron quemados en la hoguera 250 cátaros y valdenses por orden de la Inquisición. En 1278 fueron llevados a la pica 267 judíos en Londres bajo la acusación de provocar la muerte de católicos mediante brujería. El 3 de febrero de 1377 fueron masacrados 2.500 habitantes de la ciudad de Cesena por orden del cardenal de Génova, quien luego llegó a ser el antipapa Clemente VII. En 1391 fueron asesinados los 4.000 judíos que vivían en Sevilla. Torquemada mandó a la hoguera a 10.220 personas. En 1416 fueron quemadas bajo acusación de brujería y por orden de la Inquisición 300 mujeres en el pueblo de Comasco, en la Lombardía. El 4 de agosto de 1517 se abatió una terrible tormenta sobre Milán. Ese mismo día fueron quemadas siete "brujas" acusadas de haberla provocado. En abril de 1545 los católicos masacraron 2.740 valdenses en Provenza y en 1561 otros 2.000 en Calabria. En 1562 fueron quemadas en la hoguera 417 personas acusadas de brujería en Oppenau, Wiesensteig y Obermachtal, Alemania. El 24/VIII/1572 en París son masacrados 12.000 hugonotes en la noche de San Bartolomé. En 1573 fueron masacrados 5.000 siervos de la gleba rebeldes por orden del obispo croata Jurai Draskoviç. En 1580 son llevados a la hoguera 22 judíos en Portugal. En 1680 fueron condenados al fuego 20 judíos en Madrid. En 1691 son quemados vivos 37 chuetas en Mallorca, bajo la acusación de ser judíos encubiertos. En 1894-96 el Sultán turco Hamid II asesina a 300.000 armenios cristianos. En 1915 los turcos arrestan en Estambul a 2.000 intelectuales armenios y los asesinan. Deportaron al desierto a millones de armenios y asesinaron o murieron de hambre cientos de miles. En 1925 Hitler publica su Mein Kampf donde dice: “Si con la ayuda de su credo Marxista, el judio llega a ser victorioso sobre todos los pueblos del mundo, su corona será la corona funeraria de la humanidad... Hoy yo creo que estoy actuando de acuerdo con la voluntad del Creador Todopoderoso, al defenderme contra del judío. Yo estoy peleando para la obra de Nuestro Señor Jesucristo." De 1940 a 1945 seis millones de judíos asesinados por los nazis. En 1992 los musulmanes dictan una fatwa por la cual están asesinando aún hoy en día a miles de sudaneses de religión cristiana o animista. En julio de 1995 fueron masacrados en Srebrenica, Bosnia, 8.000 musulmanes por los cristianos ortodoxos serbios. El 11/IX/01 los musulmanes atacan al Gran Satán en las Torres Gemelas dejando 3.000 víctimas. El 11/III/2004 los musulmanes asesinan a 191 "infieles" en Madrid. Así podría seguir listando masacres en nombre de la fe.
En 1484 el Papa Inocencio VIII dicta la Bula "Summis desiderantes affectibus" que proclama que las brujas provocaban con sus conjuros abortos, enfermedades, impotencia sexual, pérdida de cosechas y las acusa de tener relaciones sexuales con demonios íncubos. ¿Hubo alguna voz que se alzara contra esa barbarie? No desde la religión. Solamente desde la ciencia y el escepticismo: En 1505 Samuele di Cassinis publicó un opúsculo en el cual negaba la realidad de los hechos por los cuales eran acusadas las brujas. El dominico Vincenzo Dodo le ordenó callar porque negar la existencia de la brujería podía ser tomado como prueba de ejercerla. Gerolamo Cardano en 1550 publicó un libro en el que atribuía a la carencia de alimentación los disturbios mentales que presentaban las mujeres acusadas de brujería. En 1579 el médico Johann Wier, discípulo de Agrippa, escribió un tratado en el que consideraba que las brujas eran simplemente ancianas dementes. ¡Que el Dios que se inventaron los perdonen, digo nuevamente! Quiero, sin embargo, hacer constar que es mucho más fácil encontrar registros de las matanzas cometidas por la Iglesia Católica y el cristianismo en general que en relación al resto de las religiones. Creo que el pensamiento políticamente correcto ha sido determinante en eso. Por el contrario podemos comprobar que las otras religiones no han sido más misericordiosas. El cristianismo predomina en los países más desarrollados y en ellos los ateos y los laicos han conseguido que ya no se sigan cumpliendo esos ritos macabros y actualmente podemos responder sin temor a las represalias la incógnita que se planteaba Dostoievski: "no sé si Dios creó al Hombre o el Hombre creó a Dios". En las sociedades más violentas los dioses creados por los teólogos eran más sanguinarios aún y requerían del sacrificio diario de víctimas para que el sol saliera. Sin embargo en Uxmal, México, comprobé las miserias de la corrección política: Mientras en los relieves esculpidos se puede ver a los prisioneros que esperan ser ejecutados en el espectáculo de luz y sonido preparado para los turistas se habla solamente de "ofrendas de frutas, semillas y flores". Los organizadores me explicaron que no querían justificar la conquista española diciendo la verdad. En cada sociedad los teólogos han inventado dioses funcionales a sus fines: Los hippies pudieron inventar un dios menos violento porque actualmente la humanidad disfruta de más paz que en todo tiempo pasado. Sin embargo entre esos hippies y tras sus sonrisas beatíficas surgieron religiones tan perversas como muchas de la antigüedad. En el Central Park de Nueva York fue inventada por Prabuphada la religión de los Hare Krishna. En las arenas de Huntington Beach, California, fue inventada por David Berg otra religión, "Los Niños de Dios", adaptada también a la pacífica New Age: "Debes decir cien veces por día: te amo". Y ese amor los impulsaba a entregar a sus hijos a los paidofílicos. Pero debemos consignar que pese a las imposiciones de la modernidad aún en la actualidad el cristianismo trata de impedir la ley de divorcio, la despenalización del aborto y rechaza impiadosamente la homosexualidad, el uso de métodos anticonceptivos y el sexo prematrimonial. El hinduísmo, el islamismo o cualquier otra grande o pequeña religión también tienen en su seno pústulas gangrenosas. Unas desprecian a los parias, otras permiten la infibulación de las mujeres y todas bendicen las armas. No hay rincón del mundo que veamos libre de las atroces imposiciones de los teólogos y sus religiones. Sin embargo no quiero terminar este escrito en forma tan amarga. Apelo al humor. Zahiriente, eso sí, al recordar lo que dijo Thomas Szasz: "Si le hablas a Dios estás rezando. Si te responde tienes esquizofrenia".
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