EL MANANTIAL DE LAS ESTRELLAS
Polanco, editor del PSOE
Pablo Sebastián
La muerte del presidente del Grupo Prisa, Jesús de Polanco, permite la pregunta de, si el Grupo en general y el diario El País en particular, van a recuperar la independencia informativa y editorial que tuvieron en sus comienzos –precisamente hasta que Polanco se hizo con el control- o si van a seguir con su actual política de periódico de partido, ligado al PSOE, que es lo que ha sido este periódico en los últimos años y cada vez peor porque de la militancia editorial se ha pasado a la manipulación informativa, y los elogios a los suyos y los ataques a sus adversarios ya no están en páginas y artículos de opinión, sino en las portadas y primeros titulares del diario.
El País perdió su inocencia cuando Polanco lo metió en la prensa de partido con Cebrián, el día que Juan Luís dejó de jugar a periodista y alcanzó la planta noble de la empresa, olvidándose de aquella primera denuncia del entonces ministro de Interior, Barrionuevo, luego condenado por los Gal y después acogido como analista eventual del diario. La cosa era bien sencilla, una vez que descarriló la UCD y llegó el golpe de Estado del 23-F, donde El País dio la cara en defensa de la Democracia –mientras otros dudaban-, el periódico empezó a cambiar el rumbo, empezando por la renuncia a la investigación del 23-F. Y siguiendo por un apoyo decidido al Gobierno de Felipe González –hoy colaborador y asesor habitual de Prisa, a pesar de sus responsabilidades políticas en la corrupción y los GAL, a los que festejó en la puerta de la cárcel de Guadalajara--, tras un pacto que suponemos firmemente establecido, para que la relación entre Prisa y el PSOE fuera progresando en un marco de apoyos mutuos.
A sabiendas Polanco –como lo sabía desde sus tiempos de editor en el franquismo, con la colaboración Díaz Hochtleiner, que la buena relación con el poder era un asunto provechoso, de la misma manera que Cebrían conocía muy bien la prensa de partido –en tiempos de Franco, con Emilio Romero en Pueblo, y de Arias Navarro en los informativos de TVE-, y así los conversos a la democracia, además, se hicieron socialistas. Y empezó un larga y fructífera amistad de Prisa con el régimen del felipismo, donde deambulaban los González, Solchaga, Solana, etc, que Polanco amplió al mundo de las finanzas y grandes empresas, todos pillados “in fraganti” en la foto de las constitución de Canal Plus, la foto del sector económico del citado régimen felipista, como en su día y con acierto titulo el desaparecido diario El Independiente, de cuyo final no fue ajeno Polanco.
Una colaboración que alcanzó su cenit en el referéndum de la OTAN donde todos dieron la voltereta, empezando por Felipe González –“de entrada no” y de salida tampoco- quien con anterioridad había declarado en “El País”, que “España debía presidir la organización de los países no alineados”(sic). Y siguiendo por la dirección y editorialistas del periódico, con Pradera de jefe conspirador de la Bodeguiya monclovita y del famoso manifiesto de los “intelectuales de la OTAN” –los únicos intelectuales que ha tenido esa organización-, que encabezó Juan Benet, para pedir el “sí” a la OTAN en un referéndum donde se dice que hubo pucherazo para que no ganara el “no”. El referéndum de la OTAN, que llegó en oportunas coincidencia con el primer reparto por González de los canales nacionales de televisión, fue el punto de inflexión donde El País abanderó, no ya la prensa con posición ideológica, que siempre ha existido y existirá, sino la prensa de partido. Y otros le han seguido como El Mundo, al otro lado del escenario nacional.
Naturalmente Polanco y Prisa “cobraron” al contado su entusiasmo por el PSOE de González, y así, poco a poco, se hicieron con la SER, luego con Canal Plus, codificado y a la carta, mas tarde con Localia, alegal, después con la fusión de Antena 3 de Radio –tras la traición de Godó- y a pesar de lo que decía y prohibía la Ley, ahora con Zapatero han conseguido emitir en abierto en Canal Plus convertido en La Cuatro, y mil cosas mas de todo orden, informativo, editorial, publicitario, etcétera. Pero a cambio de todo ello tuvieron que tragar secarros y carretas con los crímenes del GAL y la corrupción de los gobiernos de González –Filesa, Roldán, Rubio, escuchas del Cesid, Ibercorp, etcétera- sobre las que se impuso la sordina, el mirar hacia otro lado y la ausencia de un fulminante editorial y de investigación periodística, lo que marcó al periódico para siempre. Y no solo eso, además se dedicaron a denigrar, llamando “sindicato del crimen”, a los periodistas y a los escritores (de la AEPI) que denunciaron el verdadero sindicato del crimen de Estado de los GAL y el pantano de la corrupción.
Esos graves hechos sobre los que guardaron un ruidoso silencio, como lo guardan ahora sobre los grandes disparates de Zapatero –apenas uno o dos articulistas de atreven, de tarde en tarde, a escribir de ello- llamados por el propio González “centrifugación” del Estado, ahí estaban y ahí siguen sin que el diario osara poner al Gobierno en su sitio, porque lo importante para ellos, por más que les repugne, es que el PSOE no pierda el poder –cosa que ahora lo tienen fácil a la vista de la desastrosa oposición de Rajoy- y ellos su influencia en todos y cada unos de los segmentos de la sociedad. Incluido el Poder Judicial donde hicieron valer su peso más de una vez, por ejemplo, machacando al juez Gómez de Liaño por atreverse a investigar a Polanco.
Por supuesto que en la redacción de El País, hubo y hay periodistas buenos –no tantos como, entusiasta, dice Gallardón- , y que la información, que no choca con los intereses del poder o de los empresarios editores, se hace con bastante calidad y rigor. Pero esa no es, solamente, la función de la prensa, sino la de informar bien de todo, tener opiniones plurales (que no existen), respetar a sus adversarios políticos (que no lo hacen, Polanco se despachó en su última intervención acusando al PP de querer regresar a la Guerra Civil), y ejercer de contrapoder de los poderes públicos y, en especial, del Gobierno, cosa que tampoco hacen, porque lo que les gusta es controlar –en este caso- a la oposición. Y ello por más que a Zapatero todas las ayudas que recibe de Prisa le parecen pocas, y por eso le gusta coquetear con El Mundo y parece estar apoyando, a su favor, la creación de un nuevo grupo bis pro PSOE de comunicación, para que compita con Prisa, en torno a La Sexta, cadena de televisión.
Por ejemplo, lo que ha hecho en los pasados días El País, en el juicio del 11M, donde editorialmente llevan razón frente a los abogados de la boba conspiración, no ha sido esencialmente informar y valorar el desarrollo del proceso, sino hacer un seguimiento obsesivo sobre lo que publicaba y decía el diario “El Mundo” y el PP. La línea informativa de “El País” era sobre todo desmontar la conspiración del 11M, en vez de seguir su propio ritmo informativo y procesal del juicio. Entre otras cosas, porque arrastran la mala conciencia de lo que Prisa –y en especial la cadena SER- hicieron en la jornada electoral del 14M de 2004, para amplificar los errores de Aznar y colaborar en el vuelco de resultados a favor de Zapatero.
Polanco ha introducido en los albores de la transición española el periódico y el periodismo de partido, sin complejos y decidido, y ha organizado con la ayuda del PSOE, y también con su buena gestión y buenos equipos, un gran grupo de comunicación hispano americano. Y todo esto lo hizo desde su autoridad empresarial, provocando el miedo y admiración en todos los ámbitos de la vida política, cultural, económica y empresarial, con un sólido periódico de partido, y un grupo de comunicación bien planteado a la sombra del poder. Y astutamente adornado por la “hegemonía cultural”, que dominan desde Prisa, no sin sectarismos o agresiones aquellos autores o creadores que no sean de la escudería de El País, donde se silencia a los no militantes, y no digamos a periodistas o políticos ajenos a su entorno. Recuérdese como el día que le dieron el Premio Nobel de Literatura a Camilo José Cela, El País lo festejó con un artículo insultante de Julio Llamazares contra el genial autor español y universal.
Y todo ello y el duro y firme carácter de Polanco, que además de líder era el primer accionista de la compañía –lo que es muy importante- hizo que el Grupo Prisa se convirtiera en el más influyente del País y que a su presiente le llamaran “Jesús del Gran Poder”. Demasiado poder en una sola mano que ya veremos dónde acaba, si se reparte, o se comparte, porque al día de hoy no se vislumbra –afortunadamente- otro Polanco en el horizonte. Sino mas bien rumores sobre presuntas luchas de clanes –la familia contra el dúo González /Cebrían (se ha dicho que pretenden colar en el accionariado al mejicano Carlos Slim)-, aunque no a corto plazo. Lo que sí parece claro es que el modelo de periodismo de partido continuará, a pesar de que ellos ya saben que, sin Polanco, las cosas no seguirán igual.
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