Ahí va el artículo de Antonio Burgos, cursi mayor de las Españas.
Defecación por la ciudadanía
POR ANTONIO BURGOS
ANTES de que un solo libro de su texto oficial haya sido distribuido, que lo haya estudiado alumno alguno, que una sola lección de su programa haya sido explicada en clase o que oficialmente haya podido ser objetada por ningún escolano, han sido gloriosamente alcanzados los últimos objetivos de la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Españoles: la canción del verano se titula «Mecagüentó».
Esta obra maestra del progresismo, símbolo de la degeneración patria, síntesis de su degradación estética, resumen de su depravación moral y colectiva pérdida de valores y de papeles, ha sido creada, como suele ocurrir cada verano, por un genio de las letras y de la música, de parisina nación y española vecindad. Loor a su autor, Georgie Dann, que con su «Mecagüentó» ha convertido la Canción del Verano en Defecación Universal, sintomático exponente este triste tiempo de destrucción y ruptura, de radicalismos demagógicos, regido por los nuevos supremos principios: como Todo Vale, No Passsa Nada.
Maravillado había quedado en veranos anteriores con el plectro de Georgie Dann. ¿Qué clásico de la poesía española había superado su emocionante «Bailemos el bimbó, bimbó»? ¿Y qué cronista de Indias había formulado una pregunta tan decisiva acerca de las razas que el Creador extendió sobre la Tierra, cual su socrático «Mami, qué será lo que tiene el negro»? Negro que, según supimos por otra canción, un verano después, estaba atacado por un gravísimo problema de insomnio: «Que el negro no puede, no puede dormir». Canciones políticamente incorrectas, pues una posterior revisión habrá de preguntar obviamente a la famosa mami qué será lo que tiene el... subsahariano, pues los negros, como es sabido, han dejado de existir. Por lo cual tan eximio autor se alejó de presuntos racismos y en las últimas temporadas nos obsequió con piezas de inmarcesible recuerdo, cual «El chiringuito», cual «La barbacoa».
Este año Georgie Dann se ha superado. No en balde ha estado Carmen Calvo en el Ministerio de Cultura, eso ha de notarse. ¡Qué exquisitez, qué delicadeza en la hodierna Canción del Verano! ¡Qué progresismo! ¿Cómo, que no conocen este encantador texto sonoro de la Educación, digo, de la Defecación para la Ciudadanía, que estoy celebrando como se merece? Pues no les privo ni un instante más de conocer ese dechado de refinamiento lírico. Dice así en su delicadísimo ritornelo: «Ya llegando a Benidorm voy con la mosca en la oreja,/llevo la cara de la vieja fija en el retrovisor,/y al llegar al bungalow que alquilé hasta fin de mes,/empiezan a darme caña suegra, niños y mujer./Así que pido permiso, para cantar en voz alta/que estoy un poquito harto y esto me sale del alma:/ Me cago en el chiringuito, me cago en la colchoneta,/me cago en el veraneo y mecagüentó./Me cago en el chiringuito, me cago en el bungalow, me cago en el veraneo y mecagüentó.» Y en otro pasaje, no menos sublime: «Me cago en la ensaladilla, me cago en la gamba plancha,/me cago en la paellera y mecagüentó».
Insuperable. Insuperable fusión de notas musicales y vertidos fecales. ¡Y qué sinceridad! Otros, para decir lo mismo, tienen que llamar a José Antonio Marina, a fin de que les escriba un texto de Educación de la Ciudadanía donde se explique a los niños en qué principios cristianos de nuestra civilización deben defecarse para ser políticamente correctos. Georgie Dann, que es un profesional, sabe resumirlo todo con arte y sin rodeos. Y con sinceridad admirable. Al fin y al cabo, presidente de Gobierno hay que hace tres años que está haciendo lo mismo que Dann, practicando el «mecagüentó», sin ir a Benidorm con la suegra, sino al gorroneo de Doñana, con las niñas. Aunque no lo dice, este señor suele dar de cuerpo sobre cosas más importantes que el bungalow, la colchoneta, la paellera o la gamba plancha. Por ejemplo, se cisca en la separación de poderes, en la dignidad del Estado, en el matrimonio católico, en la familia tradicional, en la unidad de España, en la memoria de las víctimas de la ETA. Y, encima, quiere que los niños lo aprendan obligatoriamente a pelo seco, sin música. Menos mal que la polémica asignatura tiene ya su banda sonora en la canción del verano: Defecación para la Ciudadanía.
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