La final de Copa del Rey se perdió en el minuto 3. Durante el resto del partido y desde el minuto siguiente el Sevilla se dedicó a no jugar y no dejar jugar. Un tal Mejuto mostró la amarilla al portero sevillista por perder tiempo en el minuto ¡86!. Este árbitro que gracias al paso del tiempo no volverá a arbitrar más quizás no se percató que el buen portero del Sevilla y peor persona llevaba 83 minutos haciendo una sóla cosa: perder tiempo.
Por otro lado es un tema manido, pero el periodismo cada vez se acerca más a la ciencia ficción. Es impresionante que en LA VANGUARDIA afirmasen al día siguiente que "Barcelona acogió una hermosa noche de fútbol, puro, abierto, sin que importase nada más". O que el EL MUNDO DEPORTIVO "equidiste" a las dos aficiones, afirmando en crónica de Jesús Hernández que al final del todo los sevillistas corearon el nombre del Atleti. Afirma:"Un recuerdo siempre cariñoso hacia los derrotados". Les aseguro que lo que gritaron fue "Atleti cabrón saluda al campeón". Hay cariños que matan.
Porque el hecho es que en el 99% de las finales los jugadores derrotados se queda por educación en el campo hasta que el ganador recibe la copa y la afición perdedora ni siquiera espera a ese momento, con lo que la entrega de los títulos se suele producir con el estadio semivacío. Este no fue el caso del miércoles. Mientras la afición de Nervión celebraba el título, la afición del Atlético ganó la guerra de los decibelios y los cánticos, llegando a exasperar a los sevillistas al punto de que nos gritaran lo de los grandes cabritos. Debe ser duro ganar la Copa y que la afición rival no abandone el estadio, ignore a los campeones, ahogue su fiesta y se dedique una larga media hora a cantar como posesos y a apoyar a su equipo. Los jugadores atléticos de hecho tuvieron que quedarse en el piso hasta que los aficionados rojiblancos quisieron y es que por eso somos del Atleti.
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