Travesiegos llaman a los que viven en las aldeas de Las Traviesas. Ellos rechazan con retranca el apelativo. Lo consideran malsonante y hasta insultante pero parece que es cosa de ellos porque para los demás es sólo un toponímico. Nadie tiene conciencia de estar insultándo si les llaman travesiegos. La sierra de las Traviesas es una formación orográfica formada por colinas de piso montano y laurus nóbilis, aunque en nuestros días han sido repobladas con eucalitos, pinos, carbayos y paganos. Matorral queda poco, la verdad, sólo se ven algunas retamas blancas en las alturas, no superiores a los seiscientos metros. Abundan los barrancos y las acusadas pendientes. La administración atravesó Las Traviesas de una red de pistas forestales para facilitar la explotación de su notable riqueza maderera. En algunos lugares la foresta es tan intensa y tan densa que no entra la luz del sol. Internarse por Las Traviesas es una actividad entre gratificante y espeluznante por dos razones, porque pone al intruso en contacto con una naturaleza bravía y porque si no lleva algún sistema de orientación puede perderse en su laberíntica red de pistas que suben, bajan y cambian sin aviso de dirección. El medio es propicio para que alguna empresa creativa ofrezca a los turistas menos comodones y más inquietos programas de permanencia pasajera en la sierra previa exposición del medio a visitar y dotación de un equipo consistente en tiendas de campaña, brújula mapa con el cometido de encontrarse en un punto de encuentro predeterminado después de dejarlos en otro igualmente aleatorio. Quienes consumieran este programa de aventura se percatarían de que no hay que irse muy lejos para poder vivir una aventura en el medio natural ciertamente única.
Un día, sin previa preparación, salí en mi 4X4 y me interné por una de las pistas de Las Traviesas elegida al albur y me puse a rodar por la red. No tardé en perder el norte y deambulé varias horas sin encontrar señales de vida humana. Me daba la impresión de que estaba dando vueltas sin rumbo hasta que me empezó a invadir la sensación de que no iba a poder salir del laberinto. Vueltas y más vueltas a muy poca velocidad porque las pistas son muy estrechas y de trecho en trecho están atravesadas por badenes de hormigón para facilitar el drenaje del agua de lluvia. Hubo momentos en los que parecía inminente la salida porque se veían prados iluminados por el sol pero de pronto la pista se elevaba cambiando de rumbo para volver a internarse en zonas sin luz, como túneles vegetales. Tardé en divisar rebaños de vacas pastando y a poco llegué felízmente a una aldea en la que pregunté a una paisana si tenía que seguir arriba de frente o abajo a la izquierda para alcanzar la carretera troncal. A la izquierda me dijo ella. Fue así como crucé por las estrechas callejuelas del lugar, un conjunto deshilvanado de viejas y ruinosas casas de piedra con todo el encanto de lo rural en estado de decadencia. Por fin llegué a la carretera. Frente a mí había un chigre y entré en él para refrescar el gaznate reseco por la travesía. El chigre estaba menos desvencijado que las casas de la aldea pero el desorden, el descuido y la sensación de agotamiento en el negocio saltaba a la vista. Pedí un café mediano con leche corto y muy caliente que me sirvió una paisana cansada y sin ganas de seguir viviendo. Un paisano que estaba junto a la barra y que resultó ser dueño del chigre y marido de la mesera comentó que la disculpara porque estaba ya muy vieja. La conversación siguió con él. Como el chigre llevaba por nombre Uganda le pregunté cómo se le había ocurrido un nombre tan exótico al chigre. La respuesta que me dio le llevó a contarme su vida. Me dijo que estando segando un prado vino un amigo y le propuso a boca jarro que si aceptaba trabajar como transportista en Francia para una empresa de cosmética. Bueno, parece que dijo, yo soy chofer, he estado varios años trabajando con un camión por todo el país, de norte a sur y de este a oeste, pero no sé si podré hacer lo que me propones y en un país donde hablan una lengua que no es la mía. Apuntó mis datos, continuó el dueño del chigre en una cajetilla de tabaco y al cabo de dos semanas me escribió para decirme que me fuera de inmediato a Francia porque me iban a contratar como transportista de productos cosméticos de una firma muy principal, nada menos que L’Oreal. Y cuando llevaba menos de tres meses me propusieron ir de chófer a la legación de Irak en Ginebra, una proposición que me pareció un disparate porque aun no había acabado el plazo del contrato que tenía en Francia. Pero al final me decidí. Me mandaron a una sastrería y me hicieron dos uniformes con gorra y todo, y a los dos semanas ya estaba trabajando en Ginebra.
Allí estuve diez años y conocí a Sadam Hussein antes de ser presidente de la República de Irak. Muchas veces lo llevé a la sede de la ONU, y a Berlín, y a muchas ciudades grandes. En todas ellas, después de hacer sus deberes lo tenía que llevar al mejor club de mujeres que hubiera. Me decía, mira, esta es para mí, ¿quieres tú a aquella? Y no te preocupes por los gastos, ¿eh?, que todo va con cargo a gastos de viaje. Era muy putero. Una vez me encargó su hijo que comprara dos litros de acetona y cuando le dije que para qué los quería me respondió que para hacer una bomba y explosionarla cuando llegaran sus padres a Ginebra, porque no quería verlos. Estaba bastante chiflado, el hijo, más incluso que su padre. En fin, luego me vine y puse este chigre. Ha sido un buen negocio durante bastantes años, pero ahora está de capa caída: mi mujer ya está vieja, como ves, y hemos tenido que dejar de dar comidas. Todavía vienen muchos cazadores, entre los que tengo muy buenísimas amistades. Pero el tiempo del negocio ya ha pasado.
Desdeluego
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- SÁTIRA contra dolencias del agujero del culo del Nickjournal, o séase el degenerado Al59 más conocido como Almorrana, inspirada en el pánico 'Ya me relajo, ya. Mirad cómo me relajo, mirad cómo me la saco y me pajeo, ¡toma pajote! ¡Y ahora un porro! ¡Ese costo! ¡Y ahora unas rayitas! ¡Y un poco de jaco! ¡Pero que no falten las pajas! ¡Ah, ah! ¡¡¡Tomad semen, cerdas!!!' del crápula.
*
- Imprecación:
Ah, musa mía, hija de puta,
reputa tú misma,
asísteme en este trance
que me desvirgo de acerbo poeta.
¡Y maldita seas si no lo haces!
*
Letrilla: Almorrana.
[Estrofas I a XXIII y epitafio: hoy la II]
II.
¿Quién se cosecha a destajo
barbotando ¡me vendimio!?
¿Quién se ordeña como un simio
al grito de ¡me relajo!?
¿Quién a golpe de badajo
ha rajado su campana?
¡Almorrana!