Afortunadamente, la segunda ley de la termodinámica es de obligado cumplimiento tanto en el mundo como en la casa de los Simpson. ¿Qué sería de nosotros si no se cumpliera? Amenazados como estamos en el planeta Tierra por el abundante y por ende gratuito chorro de energía que recibe, de momento, procedente del astro Sol, energía que no somos a consumir/destruir porque se transforma en materia, ¿qué sería de este perdido, modesto e indefenso planeta si en el cosmos no hubiera entropía? La fragmentaria percepción que desde hace millones de años tiene la especie humana le ha llevado a creer que vive bajo la amenaza de la escasez. Contra la escasez sólo hay dos soluciones: sometimiento o rebelión. Durante dos millones cuatrocientos noventa mil años, los humanes se sometieron a las exigencias de un mundo dominado por la dictadura de la escasez y se limitaron a satisfacer sus necesidades como Dios les dio a entender: practicando la depredación. Ni más ni menos que las demás especies. Pero aquellos humanes sometidos se rebelaron un buen día y decidieron intervenir para aumentar la disponibilidad de recursos que hasta entonces buenamente encontraban. Hicieron la llamada revolución agrícola y ganadera de hace diez o doce mil años. Gracias a ella los humanes inauguraron una nueva forma de vida. Apareció la cultura productivista. Al cabo de varios miles de años tuvieron lugar nuevas revoluciones tecnológicas cada una más eficaz que la anterior para combatir la maldición de la escasez. No se limitaron los humanes a la mera transformación de los recursos aprovechando la energía solar del presente sino que llagaron en su osadía volver a transformar en energía presente la energía solar de hace miles de millones de años.
en la Tierra en materia orgánica, pero como el consumo es siempre inferior
a la producción siempre queda un excedente de energía/materia.
El éxito de la rebelión contra la amenaza de la escasez ha ido en aumento. Si representamos el crecimiento de la materia bajo todas sus formas desde hace digamos dos mil años por medio de una línea comprobaremos que la línea se mantuvo en la horizontal durante los primeros mil ochocientos años pero que hace unos doscientos se empinó hacia arriba para aproximarse a la vertical durante los últimos cincuenta años. El mejor indicador es el crecimiento exponencial de la población de humanes, un fenómeno que se explica por el éxito de la lucha contra la escasez que, paradójicamente, la agrava en un proceso que se retroalimenta para volver a empezar sin interrupción.
Bueno, sin interrupción es un decir porque de vez en cuando tienen lugar frenazos más o menos fuertes en el proceso, caracterizado por altos y bajos, por expansiones y depresiones en la lucha contra la escasez. En estos momentos los humanes sufrimos uno de esos frenazos inevitables. Estamos en crisis, decimos. Una crisis que se está llevando por delante gran parte de la eficacia de la cultura de la producción a escala global. Sí, global, porque a estas alturas de la película resulta que hemos conseguido que el mecanismo contra la escasez funcione a escala global pero se da la circunstancia de que a escala global no existe escasez sino todo lo contrario, existe abundancia porque, repito, abundante es la energía, una energía que ineluctablemente se transforma en materia gracias a la primera ley de la termodinámica. ¿Tiene sentido que los humanes sigamos empeñados todavía en seguir luchando denodadamente contra la escasez a pesar de que esa lucha intensifica la abundancia de energía/materia?
para aumentar artificialmente la energía que se transforma en materia
aumentando la abundancia a escala planetaria.
Si echamos un vistazo a la cultura de algunas sociedades del pasado podremos observar que hubo pueblos que no fueron productivistas, pueblos que, a pesar de que percibían el mundo fragmentariamente y, por consiguiente, condenado a la escasez, desarrollaron instituciones orientadas al gasto como las fiestas, las orgías, las rivalidades caballerescas, el celibato monacal, la sexualidad no reproductiva, las guerras y las artes, unas pacíficas, pero todas procuraban la misma finalidad oculta, innata o inconsciente, el conveniente gasto y despilfarro de energía y de riqueza. Aun hoy es posible encontrar supervivencias de esas instituciones incluso en nuestra cultura productivista/consumista, derivada de la mitificación de la austeridad en el presente, de la obsesión por el mañana que lleva a combatir la escasez en un mundo de abundancia. La economía parcial, la que nació al socaire de la escasez, conviene que vayamos transformándola en una economía generalizada o terráquea, al calor de la visión planetaria que se viene imponiendo desde hace algunos años.
En un mundo de abundancia en el que nos esforzamos por acabar con la escasez intensificando de paso la abundancia a escala planetaria cabe preguntarse: ¿qué ocurriría si no se cumpliera a rajatabla la segunda ley de la termodinámica como sin duda se cumple en la casa de los Simpson? ¿Saltaríamos por los aires? ¿Moriríamos de éxito?
Hace poco, La Vanguardia publicaba lo que al parecer consideraba una noticia sorprendente, el “descubrimiento” de un holandés de 17 años “que ha finalizado la secundaria cursando el bachillerato científico y tecnológico en la escuela Hamelín Internacional Laie de Alella. Su último trabajo de investigación ha sido escogido para la prestigiosa revista Investigación y Ciencia, un reconocimiento que lo sitúa entre los articulistas más jóvenes que han publicado en la revista. La síntesis del documento lleva por título Estudio de la influencia de la temperatura sobre bacterias quimiotróficas de la costa del Alt Maresme, y demuestra cómo las bacterias marinas se reproducen más activamente cuando la temperatura es más elevada” Pues, sí, el chico ha descubierto el Mediterráneo y además en el Mediterráneo, prodigio sobre prodigio, como se ve. Porque, encima, según algunos sabios, si nos encontramos en pleno proceso de calentamiento global nos vamos a poner las botas con las plagas de bacterias que nos espera. Pero no quedará ahí la cosa, porque la ley de la depredación universal hará que tengamos plagas de bichitos que se alimentan de bacterias y luego de otros bichitos que se alimentan de los precedentes. Dicho de otro modo: tendremos una molesta invasión de materia viva bajo todas sus formas conocidas pero seguiremos empeñados en utilizar las instituciones basadas en el paradigma de la escasez. La entropía será entonces nuestra única salvación hasta tanto no inventamos instituciones culturales basadas en el paradigma de la abundancia.
¿Que no se lo cree? ¿Qué usted cree que lo que afirmo es imposible? ¿Y qué me dice del Solar Impulse, el avión diseñado por Bertrand Picard con el que se propone demostrar que la solar será energía gratuita que consumirá para volar? Aquí tiene la noticia que publicó elpais.com:
“El piloto y aventurero suizo Bertrand Piccard ha presentado el primer prototipo del avión solar con el que va a intentar dar la vuelta al mundo sin escalas. Su objetivo, ha afirmado en la base aérea de Duebendorf, cerca de Zúrich, es llamar la atención sobre la capacidad potencial de las fuentes alternativas de energía.
El prototipo del Solar Impulse tiene 63,40 metros de envergadura, similar a la de un avión Boeing 747 Jumbo, pero pesa lo mismo que un automóvil tipo turismo. Dispone de cuatro motores eléctricos y está diseñado para volar de forma continua, sea de de día o de noche, almacenando parte de la energía producida por sus 24.000 células solares en baterías de alta eficiencia.
"Ayer era un sueño. Hoy es un avión. Mañana será el embajador de la energía renovable", dijo Piccard. "Si un avión puede volar noche y día sin combustible, sólo con energía solar, nadie podrá decir que es imposible hacer lo mismo con los automóviles, la calefacción, el aire acondicionado y los ordenadores".
al mundo consumiendo energía solar. Estamos a las puertas de lo que será
la más impactante revolución de todos los tiempos.
Por si las moscas, pues, loor y gloria a la hasta ahora maldecida entropía. Hagamos las paces con ella. ¿Qué sería de nosotros sin entropía cuando se imponga en su integridad la nueva y revolucionaria visión global? Hay que ponerse cuanto antes las pilas solares, esas que duran y duran y nunca se acaban y reflexionar sobre la sabiduría de la cultura de la abundancia que late en este artículo del código de Yamamoto: “Cuando hay que decidir entre una opción de vida y una opción de muerte, debemos escoger siempre la muerte”. Porque “tomar conciencia de la realidad y la inevitabilidad de la propia muerte puede ser una fantástica fuente de energía y puede hacer aflorar insospechados niveles de motivación que conduzcan a un cambio radical” (Guzmán Urrero sobre Y. Mishima)
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