No esperaba encontrar gran cosa, esa es la verdad, mayormente porque hacía ya cuatro años, que, so pretexto de restaurarlo, me había apoderado de la auténtica joya, un ejemplar de El liberalismo es pecado, del Padre Sardá y Salvany, editado en 1891 por la Academia de la Juventud Católica de Barcelona en ocho idiomas, (edición políglota monumental, dice), en el establecimiento tipográfico La hormiga de oro, Rambla de Santa Mónica, 16.
Las páginas de la izquierda , de arriba abajo y de izquierda a derecha, en castellano, catalán, euskera y gallego. Las de la derecha, en latín, italiano, francés y alemán.
Una joya, ya digo, digna de mayor estudio, de la que me hace siempre sonreír una estadística, que cifra los españoles ateos (según el último censo, asegura) en 104, contra, entre otros, 358 indiferentes, 452 librepensadores declarados y 4 creyentes de Confucio.
Dejo otra perla, hablando de los católicos liberales: “ ... encuéntranse los tales con que el diablo les ha sustituído arteramente el principio sobrenatural de la fe por el principio naturalista del libre exámen.”
Pero he encontrado alguna curiosidad: una buena colección de Premios Nadal de finales de los 40 y 50 (no conozco apenas ninguno). Sólo he leído las solapas, algunas realmente enternecedoras. Así, Luisa Forrellad, ganadora del 53, con Siempre en Capilla, de la que se nos informa que la trama apasiona al lector sin recurrir al tremendismo y que la novela se distingue por su belleza “entre la oleada de invenciones truculentas”.
Unos cuantos libros de Díaz Plaja, de quien supongo no se acordará ya nadie (a mí me gustaba), Khalil Gibran, casi todo Valle Inclán (que nunca me gustó), y unos libritos de Editorial Juventud, particularmente de James Oliver Curwood, de la onda de Jack London, podríamos decir.
Se nos informa de las obras del autor, separándolas por precios: a 1 peseta, a 1,50, a 2, a 3,50, a 4 e incluso a 5 pesetas. Ya se podrán imaginar que uno se echa a llorar leyendo estas cosas. Estamos hablando de 1926. Se leen muy bien y en este caluroso Bilbao, escondido de las fiestas, se agradecen los paisajes de Alaska.
Hay también varias de Ediciones Edita. Todas las editoriales son catalanas, al parecer. Me ha llamado la atención un título, La filosofía del amor, de Elinor Glyn, 1928. Puede ser el libro más divertido que haya leído en toda mi vida.
“Casi todos los matrimonios por amor comienzan con demasiado apasionamiento y muy poco dominio de las propias pasiones, y así llegan a naufragar sobre las rocas de la saciedad y la indiferencia”.
“La esposa de temperamento frío es verdaderamente una maldición porque expone al hombre a todas las tentaciones”
“Las que sean frías por naturaleza que se unan al cada día creciente batallón de mujeres a las que no interesan los hombres, ni el matrimonio, ni los hijos, sino más bien las carreras, empleos y otras cosas”.
“La muchacha que se casa con un hombre que de verdad lo es, no deberá olvidar tres cosas: que el hombre es más fuerte que ella, que el hombre es más libre que ella y que el hombre es más susceptible a la lisonja que ella”.
Hagan la prueba, mis queridos amigos nickjournalistas de sexo masculino, a leer estas máximas a sus esposas, pero tengan más precaución que yo, si no quieren salir mal parados.
A las pocas damas que por desgracia transitan por aquí, por favor, no me lo tengan en cuenta.
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- ATROCIDADES, ATROCES.
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Se tiende con escándalo a calificar de atrocidades cosas como el proceder del tal profesional de la televisión y luego diputado brasileño y en general del tratamiento que se está haciendo en los medios de comunicación, especialmente audiovisuales, del brutal acontecer de la vida y de la muerte olvidando que eso es así justamente porque se dirigen a los hombres y los hombres somos atroces.
Adenda: grande, grande, grande este Vargas Llosa, contador de historias que él mismo se dice.