Primer milagro: Por un lado tenemos a una niña que quedó preñada y no quiso, no supo, no se atrevió o no tuvo ocasión de abortar. Esto le aconteció tres veces y como resultado tuvo tres churumbeles a los que, dado que no podía alimentar, decidió entregarlos en un centro de acogida. En él estuvieron varios años sometidos a los dictados de la vigente ley del menor y, por ende, aprendiendo de todo menos las buenas costumbres que se espera que la infancia reciba. En estos centros, pagados con el dinero de todos, en los que trabajan profesionales de la educación social, la jerarquía administrativa está tan preocupada por conseguir que se cumpla lo que llama, no sé por qué, el supremo interés del menor, que deja pasar el tiempo sin activar el protocolo de adopción. Por otro, tenemos una pareja formada por una mujer y un hombre que no tienen hijos y están decididos a adoptar. Y mire usted por donde la demanda termina por encontrar la oferta y ésta le informa de que no tienen un candidato sino tres y que los tres son hermanos. Los demandantes deciden apechar con tan inesperado paquete y aceptan. Piden un préstamo hipotecario, reforman la vivienda y le añaden tres habitaciones en vez de una como tenían pensado. Son cinco años los que han pasado después de la adopción y gracias a ella hoy hay unos padres pletóricos de felicidad y tres niños que han encontrado una familia y han sido sustraídos del medio en el que habrían conseguido graduarse cum laude al final de su estancia en diferentes maldades y perversiones.
Segundo milagro: En un centro de acogida similar al del ejemplo anterior lo abandonan cuatro o cinco hermanos al cumplirse la edad límite de permanencia. El supremo interés del menor no se les aplicó a su debido tiempo y pasando el tiempo cada uno de ellos se enfrentó a la suerte que nuestra benéfica sociedad les reservaba. Al cabo de pocos años, Sara, metida hasta el cuello en el mundo de la droga, muere a tiros con un bebé en brazos. Jacobo mendiga todos los días la caridad de los viandantes en una ciudad. Jacinto está en la cárcel por robo con intimidación y por reincidente. Sandra es lesbiana. Su pareja, Mamen, es madre de familia. Más aun: también es abuela. Sandra y Mamen se quieren lo mismito que un hombre y una mujer. Sandra maltrata a Mamen como mandan los cánones y Mamen la denuncia como aconsejan las ONGs feministas. Sandra y Mamen se juntan a cada rato y a cada rato se separan. Sandra es condenada por la Justicia a no acercarse a Mamen. Pero Sandra no puede vivir sin Mamen y Mamen no puede vivir sin Sandra. Ni juntas ni separadas tiene remedio el amor foul que las zarandea como hojas del árbol caídas. Tampoco tienen recursos para vivir porque ninguna de las dos encuentra trabajo. Sandra no puede ver a Mamen sin atenciones y roba cada vez que tiene oportunidad o necesidad. Una de esas veces roba a punta de navaja y es denunciada y detenida. La policía la lleva, como en otras ocasiones, a una sesión de reconocimiento. Sandra espera que esta vez tampoco la reconozcan porque la gente denuncia a un hombre y ella es mujer. Pero esta vez falla el sistema y es identificada como la autora del robo. Sandra entra en la cárcel. Cuando Mamen lo sabe sufre su soledad y decide romperla. Al día siguiente delinque delante de dos agentes del orden lo mismo que Sandra. Mamen es detenida y metida en prisión. La soledad ha terminado para ella.
Vifredo Pareto, el economista del bienestar amigo de Mussolini
Tercer milagro: Felipe hace años que ha sido abandonado por su esposa. Se ha quedado, contra pronóstico, con la custodia de sus hijos. Felipe ha perdido la risa, la color y las ganas de vivir que tanto le caracterizó siempre. Así ha vivido un año tormentoso. En su empresa le mandan a otra ciudad, XXX, a realizar un trabajo de su especialidad. Después de sopesar el medio de desplazamiento más idóneo (coche, bus, tren) decide viajar en avión. Esa misma madrugada, Ceomar se despierta sobresaltada y sin saber por qué se levanta y decide ir al aeropuerto de su ciudad, la misma a la que va a viajar Felipe. Ya en el aeropuerto de XXX, Felipe opta por ir a la ciudad de destino en bus, no en taxi. Ceomar aborda el mismo bus que Felipe, el que poco antes la llevó al aeropuerto. A diez kilómetros de XXX, la carretera está cortada por una huelga laboral. Varios viajeros deciden bajar del bus, entre ellos Ceomar y Felipe. Ya en tierra se juntan al azar. Hoy, después de varios años de vida en común, Felipe y Ceomar siguen viviendo felizmente juntos.
Como ustedes ven son sólo tres ejemplos, es decir, una casuística de acontecimientos que, para los economistas, se trataría de simples y vulgares óptimos de Pareto, para los escépticos, de elementales casualidades de la vida de las que la vida está bien surtida, para los creyentes puede que los tres sucesos sean una muestra palpable de la providencia divina. Pero para mí es evidente que se trata de tres espléndidos milagros.
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No sé si la chica de Albacete –quien la tiene más larga más honda la mete- o el perito mercantil maldito -ya saben el mimo de Céline pero en plan perito mercantil- saben algo del rumor que circula por Barcelona que Rosa Díez quiere fichar a Barcenas para sanear las finanzas de UPD.
UPD arrastra problemas de tesorería y además en su fuero interno existen fuertes discrepancias sobre cómo presentar las cuentas anuales. Barcenas podría ser de ayuda para superar las puntas de tesorería, también sería útil en fijar criterios estrictos de valoración y análisis contables, asi: regularización de mercaderías por el método ¡especulativo!, imagen fiel del ¡origen y la aplicación de fondos!, ¡apalancamiento financiero! de UPD, etc.