Así pues, lo del Yacht Club es más falso que las cuentas de Madoff. Por eso, parece ser que los Botín no han pasado las mejores Navidades de sus vidas. No por lo del Yacht Club, claro, donde, impertérritos, han celebrado su tradicional fiesta de Nochevieja, sino por lo de Madoff. El mismísimo Guillermo Morenés, marido de la ínclita Ana Patricia y responsable del banquito a la carta que gestionaba las fortunas y fortunillas que ha deglutido Madoff, parecía tristón en el guateque. Es para estarlo, claro. Unos 2.330 millones de leuros volatilizados. ¿Andandarán…?, debe preguntarse don Emilio mientras mira de soslayo y en plan perdonavidas al pobre, mísero Guillermo. Así es que, claro, este año ni invitados especiales ni nada de nada. La familia, hijo, sólo la familia. Los justos, vamos, que la cosita está muy mala.
¿Cuándo lo entenderán estos ricos? Uno empieza por creerse que en Gstaad, Suiza, pueda haber un club de yates y acaba palmando la cartera por fiarse de alguien que vende duros a cuatro pelas. O, lo que es igual, dice darte veinticuatro reales a cambio de tu duro. Por mucho que sus hedge funds sean gestionados por un broker-dealer neoyorkino y por más que éste sea un investment advisor reconocido por la Financial Industry Regulatory Authority ("FINRA") de EE UU. Así está el tema, Guillermo. Este 2009, os veo pasando la Nochevieja en “El Castaño”, la finquita de Ciudad Real que, por lo menos, tiene cerca el río Bullaque. Aunque no sea navegable, cachis diez. Sin embargo, el relente será algo húmedo. Como si estuvieseis en cubierta. Y don Emilio puede ponerse una gorrita marinera y decirle a los nietos: “Jaime, cuidado con la botavara…” o “Tensa un poco más la driza de la mayor, Guillermito, que flamea demasiado.” Total: como en el Yacht Club de Gstaad, Suiza, pero más baratito y acorde con los tiempos.
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