El partido desertor da lecciones de valor
30 de Noviembre de 2008 - 21:53:13 - Federico Jiménez Losantos
El problema esencial de la Derecha política española es que se olvida siempre de lo que le hace la Izquierda. No es que prefiera perder la memoria del todo y sobre cualquier cosa; por ejemplo, a los políticos conservadores o centristas les encanta recordar que tienen más estudios y oposiciones ganadas que los políticos de Izquierdas, que a veces no han podido terminar y muchas veces ni empezar carrera alguna. Por ejemplo, Pepiño, no pasó de primero de Derecho. Ahora bien, en lo que a política se refiere, que se supone es su vocación y el trabajo por el que pagamos, no se acuerda de quién es ni de quién tiene enfrente. Finge que le aburre el ejercicio de la memoria, pero lo que realmente le pasa es que le aterroriza reconocer que el mal existe, que lo tiene dentro y, sobre todo, que le acecha fuera, a la izquierda según se sale. Que lo tiene dentro quisiera olvidarlo aunque no pueda. Que lo tiene fuera lo disimula todo lo que puede, pero al final no puede evitar el miedo que le da. Si la compleja y enfermiza relación de la Derecha y la Izquierda pudiera resumirse en una sola frase, diríamos que la Izquierda no puede ni quiere curarse del resentimiento y el odio a la Derecha; y que la Derecha tampoco puede curarse del miedo que le produce la Izquierda. Y como una y otra se definen por oposición a su contraria, ni la Derecha deja de temer y la Izquierda de asustar, ni la Izquierda deja de envidiar y la Derecha de presumir, eso si no le da el pánico y sale corriendo.
Cuando la Derecha política no se comporta cobardemente, la envidia y el resentimiento de la Izquierda suelen convertirse en odio. Pero en odio feroz, criminal. Es el de Pablo Iglesias amenazando de muerte a Maura apenas llegado el PSOE en el Parlamento; es el de todos sus dirigentes en la Huelga General Revolucionaria del 17. Es el de toda la izquierda en el Trienio Bolchevique en Andalucía (1918-1921). Es el golpe de Estado de Largo Caballero y Prieto contra Lerroux por ganarles las elecciones; es el del PCE y toda la Izquierda presentando la represión de ese Golpe de Estado como una salvaje e inmotivada represión a los obreros asturianos. Es el de Largo como el Lenin Español, anunciando que si pierden en las elecciones del 36 irán a la guerra civil. Y aunque ganan con trampas, van a ella igualmente, pese a la oposición de Besteiro. Es el odio asesino de la escolta de Prieto, siempre con su jefe, cuando van a asesinar al primer jefe de la Oposición parlamentaria, Gil Robles y, al no encontrarlo en casa, secuestran y asesinan a Calvo Sotelo.
En la guerra civil, el odio y el resentimiento de la Izquierda alcanzan niveles de crueldad criminal no imaginados aunque acaso presentidos por la Derecha. Que aquello no fue un accidente ni algo que avergüence a la izquierda actual lo demuestra que el asesinato de ocho mil curas y monjas, por el simple hecho de serlo, era la semana pasada objeto de burla por Almudena Grandes, que se reía de las violaciones de los milicianos antes de asesinar a las monjas, en una demostración de lo poco que le importa a la Izquierda esa violencia que llama de género, sobre todo cuando los violadores y asesinos son de izquierdas y las víctimas de derechas, que se lo han buscado y que no son personas. Lógica la admiración de tantos titiriteros cejateros por la ETA, que piensa muy parecido.
El PSOE rompió todas las reglas democráticas contra el Gobierno de Aznar, pero ya antes de llegar a la Moncloa pareció lamentar que no lo asesinaran los etarras. Tan poco les afectó el atentado, amén de su propia negligencia y responsabilidad, que el Presidente del Gobierno, Felipe González, ni siquiera se quiso personar en el Hospital Ruber, donde estaba ingresado el Jefe de la Oposición. Sería interesante repasar la hemeroteca de esos días, porque lo de Aznar es el precedente de la actual campaña del PSOE contra Esperanza Aguirre, desatada por su Secretario General previo redoble de la SER, o sea, como el 11M. Y Zapatero no ha desautorizado a Blanco, faltaría más, porque le hace el trabajo sucio. Si un líder de derechas, por la razón que sea, adquiere relevancia para la ciudadanía, hay que desacreditarlo, destruirlo cuanto antes y como sea ante la opinión pública. El del puñal puede ser Blanco o Negro, pero lo importante es que cace derechistas con el respaldo activo de la SER y las bandas mediáticas progres. Se dirá que gente que así actúa es gentuza, que no son políticos democráticos sino malhechores y liberticidas. Se dirá lo que se quiera, pero la Derecha es incapaz de actuar en consecuencia. El PSOE que desertó vilmente de Irak, el de la Alianza de Civilizaciones y el diálogo con el terrorismo, se atreve a vejar a uno de los pocos líderes de la derecha que no se avergüenza de serlo y que ha demostrado muchas veces su valor personal. Ni en Madrid, ni en el País Vasco ni en Bombay ha actuado como los jefes del PSOE ante Tejero, que por lo visto es lo que echan en falta los "asesinos de opinión" prisaicos. Pero Rajoy ni fue a recibirla ni ha fingido indignación, porque la campaña del PSOE contra Esperanza Aguirre es como la suya contra María San Gil: una abyección al servicio del cambio de régimen, con el PSOE y su gal mediático y con el PP "p´ayudar". Contra la libertad, naturalmente.
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