En Rebelión defienden a Fortes a ultranza. Según esta revista Fortes sufre acoso por parte del entorno de García Montero.
¿Donde está la verdad?
Luis García Montero y José Antonio Fortes: información contra manipulación (o el insulto justificado)
Matías Escalera Cordero
Rebelión
Hace dos años, el señor Luis García Montero insultó en una reunión del Departamento de Literatura de la Universidad de Granada a un compañero, el profesor José Antonio Fortes. No contento con ello, a los pocos días, en la edición de Andalucía del diario El País, del 14 octubre de 2006, Luis García Montero publicó un artículo titulado “Lorca era un fascista”, en el que reiteraba algunos de esos insultos, y pedía la expulsión de su compañero de la Universidad. Ante la dimensión pública que adquirió el ataque, el profesor Fortes decidió pedir amparo a los tribunales de justicia, y el juez instructor de la causa los calificó, entonces, como “delito de injurias graves con publicidad”. Y, el pasado 22 octubre, se celebró el juicio por lo penal.
Lo penoso no es todo lo hasta aquí relatado, con serlo, y mucho; lo más grave es que, desde el principio, el profesor José Antonio Fortes ha venido sufriendo una campaña de acoso, desprestigio y humillación pública de parte de los amigos mediáticos y académicos del señor García Montero, que se ha recrudecido en los días inmediatamente anteriores y posteriores a la celebración del juicio; bien a través del grupo Prisa (El País y la cadena Cuatro, principalmente); bien desde la prensa local granadina; o bien, incluso, desde el diario Público, a través de su corresponsal en Sevilla, Ángel Munárriz.
La línea argumental de esta campaña pasa por aplicar todas las técnicas de manipulación clásica, hasta convertir a la víctima en verdugo: invertir el papel de los actores, desnaturalizar los hechos, desviar la atención de la causa primera, el uso sistemático de medias verdades y de frases o afirmaciones descontextualizadas, cuando no, mentir descaradamente, etcétera, etcétera. Y, últimamente, con el artículo del señor Orozco en la edición de El País en Andalucía (30/10/2008), la pura y simple presión al juez encargado del caso.
Por la contundencia y claridad de su análisis, merece la pena comenzar por la “Respuesta” enviada al responsable de la sección de “Actualidad” del diario Público, por César de Vicente Hernando, con motivo de la crónica de Ángel Munárriz titulada “El poeta García Montero, a juicio por defender a Lorca y Ayala”, publicada en dicho diario, el pasado 20 de Octubre:
No merece la pena abrir un debate sobre la evidencia de que la prensa no informa. Los periódicos sencillamente defienden los intereses de las empresas editoras, las posiciones ideológicas de las mismas, o de los partidos políticos en que se integran oficiosamente, y, como en este caso, de los amigos de los articulistas. Pero sí resulta necesario decir que Ángel Munárriz es un falso periodista: a) porque sólo contrasta la noticia con una de las partes (“Consultado por Público, García Montero prefirió no pronunciarse «para no echar leña al fuego» con el juicio tan cerca. «Que cada cual saque sus conclusiones» , dijo”.) ¿Y José Antonio Fortes qué dijo?; b) porque utiliza fuentes inventadas o no responsables (“Ex alumnos de Fortes, citados por Europa Press sin indicar su identidad, señalaron ayer que éste «humilla» en sus clases a García Montero y que ha dicho que a Lorca «le pegaron un tiro por maricón»”.); c) porque informa erróneamente al confundir el lugar en el que se editó el artículo de José Antonio Fortes (“El artículo Populismo y literatura, escrito por Fortes en la revista digital La Jiribilla”), cuando en realidad se publicó en la revista El Nudo de la Red; d) porque ni siquiera ha hecho la obligada labor de cualquier periodista de leer tal artículo para ver cuáles son las verdaderas opiniones de Fortes sobre Lorca.
Ángel Munárriz no es un periodista. El problema es que el texto de Ángel Munárriz es un ejemplo perfecto de manipulación y engaño: a) empezando por el titular: “El poeta García Montero, a juicio por defender a Lorca y Ayala”: donde debía decir “El poeta García Montero, a juicio por insultar gravemente y amenazar en una reunión de departamento en una facultad de la Universidad de Granada a otro profesor”. Éste, y no otro, es el origen del citado juicio. Pero el lector ya ha sido encaminado a favor de García Montero porque su acto negativo, vamos a decirlo así, se convierte en muy positivo (con ese “defender”) y más si se trata de dos figuras reconocidas como Lorca y Ayala; b) La entradilla sigue en esta línea diciendo que “Un colega de la Universidad de Granada, que sostiene la teoría revisionista de que Federico García Lorca en realidad exaltaba la ideología fascista, pide al poeta 60.000 euros de indemnización”, intentando homologar las tesis de Fortes (lo que de hecho demuestra una absoluta ignorancia) a las de conocidos neofascistas como Pío Moa, César Vidal o Jiménez Losantos mediante el adjetivo “revisionista”, que así se llamó en Alemania a buena parte de las tesis que negaban el Holocausto; c) Las primeras líneas del artículo son claves, no sólo porque no hacen referencia alguna a las razones del conflicto judicial entre García Montero y Fortes, sino porque pretende enfrentar las posiciones supuestamente “de izquierdas” del primero a las fascistas del segundo: “El enfrentamiento entre los profesores de la Universidad de Granada Luis García Montero, escritor conocido por sus ideas de izquierdas, y José Antonio Fortes, que sostiene la teoría revisionista de que Federico García Lorca, poeta asesinado por sus ideas avanzadas, en realidad exaltaba la ideología fascista, se dirimirá en los tribunales”; d) Por si los lectores, en la idea que tiene Munárriz, no fueran suficientemente avispados, el autor de este texto, ejemplo de manual para la manipulación de noticias, coloca los términos del enfrentamiento en negrita; e) El siguiente párrafo del texto intenta hacer un retrato de Fortes como de alguien mezquino y estúpido dado que literalmente el articulista afirma que lleva a García Montero a los tribunales por decir de él que lanza “disparates”. Peores cosas se han dicho entre críticos y escritores y es, sin embargo, poco común poner querellas por eso, y mucho menos por “lanzar disparates”, lo que hace que Fortes aparezca ridículo: “El juzgado de lo penal 5 de Granada acogerá el miércoles un juicio en el que Fortes pide a García Montero una indemnización de 60.000 euros por injurias, en razón de un artículo del poeta publicado por El País en octubre de 2006 en el que lo acusaba de lanzar ‘disparates’ en sus clases”; f) Por si aún el lector no estuviera convencido de las maldades de Fortes, Ángel Munárriz trata de presentar el caso como una venganza personal dado que, señala, “Compañeros en el Departamento de Literatura, la enemistad entre ambos es pública y notoria en Granada” (sic); g) Finalmente, el articulista minimiza las injurias que García Montero escribe contra Fortes en su artículo de El País, en Andalucía, “Lorca era fascista”, diciendo que García Montero escribe “esquivando el insulto mediante el sarcasmo”, con lo que tenemos claro que no ha leído el artículo o, sencillamente, lee torticeramente; i) El lector, que al terminar el artículo sigue sin saber la verdad de la noticia, sí saca una conclusión: que no es el realmente injuriado, insultado y amenazado José Antonio Fortes la víctima sino García Montero.
El grado máximo de manipulación no es ocultar la verdad sino transformarla hasta tal punto que, por ejemplo, los culpables sean inocentes y los inocentes culpables. La foto que acompaña al artículo abunda en la bondad de García Montero.
Suponemos que Público pondrá en la calle a un tipo que ha inventado una noticia, manipulado la información, sesgado la objetividad, engañado a los lectores y mentido. Público tiene la oportunidad de rectificar.
Y, en efecto, así es, como recuerda César de Vicente Hernando, el grado máximo de manipulación no es ocultar la verdad sino transformarla. Y eso no sólo ha sucedido con las crónicas del señor Munárriz, para Público, sino también, por ejemplo, de un modo especialmente innoble y patético, con el reportaje propiciado por el señor Iñaki Gabilondo, en Cuatro (repetido varias veces); o con las declaraciones públicas de una de las principales autoridades universitarias granadinas, el señor Miguel Gómez Oliver. O como ha sucedido con –hasta la fecha– el último episodio de esta larga serie de intentos de manipulación y de humillación: el artículo del señor Román Orozco, titulado “Un poeta acosado”, en la edición de El País de Andalucía (del pasado día treinta de octubre). Esta vez, con algunos de los elementos más tópicos, anclados en el folclore de los viejos señoritos andaluces, cuales son la presión directa, con nombre y apellidos, al juez de la causa; o el argumento central del mismo, por el que, si tienes éxito y eres famoso, o eres un “intelectual comprometido” (“García Montero es catedrático de Literatura, poeta, ensayista y columnista. Ha ganado los más importantes premios de poesía: el Federico García Lorca, con tan solo 21 años; el Adonais, el Loewe, el Nacional de Literatura y el Nacional de la Crítica. Pero sobre todo, García Montero es un intelectual comprometido…”), tienes el derecho de humillar e insultar al que ni es famoso ni tiene éxito, ni, claro está, es un “intelectual comprometido”, ni, por supuesto, tiene el premio Loewe (“Las similitudes entre el catedrático García Montero y el profesor Fortes son escasas…”); porque si eso, además, le pasó a un currista (seguidor del torero Curro Romero). cómo no le va a pasar –y de qué se va a quejar– a un “donnadie” como el profesor Fortes, que lleva acosando al pobre Señor Montero casi desde antes de que se conociesen o que éste último pisase la Universidad.
Y por si faltaba algún dato a ese juez distraído, cómo será la cosa que el tal José Antonio Fortes, un donnadie, se ha atrevido a llamar al grupo PRISA, editora de El País y La Ser (y “donde colabora el poeta”, Premio Nacional, y premio Loewe) una “poderosísima empresa de manipulación”, así como suena, “poderosísima empresa de manipulación”.
A ese juez, nombrado con nombre y apellidos, no le queda otra; porque si el honor de Lorca y Ayala no bastasen, el de PRISA (“donde colabora el poeta”, Premio Nacional y premio Loewe), eso es ya otra cosa. Y, si no ha quedado claro, ahí está la cita del mismísimo Salman Rushdie (con la que el señor Orozco concluye esta joya del periodismo argumentativo), para avalar la ira y el derecho al insulto del señor Luis García Montero.
Más allá del sarcasmo, todo esto –creo– nos debería hacer pensar –y mucho– a todos los que nos llamamos “gente de izquierda” (especialmente, si somos unos donnadies y no hemos ganado el premio Loewe). ¿Qué pueden –qué deben– hacer los que, aun teniendo algo que decir, no disponen de los medios, de esos poderosos altavoces que nos aturden, o, ni tan siquiera, de un lugar desde el que escribir contra los que lo poseen todo; los medios, los altavoces, los lugares, la influencia, la fuerza?
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