Y fue ver la bolsita de colores fosforitos y echarla al cesto, si es que se nos nota demasiado que nuestra infancia tuvo más de un premio en forma de pantera rosa en la merienda, estamos condicionados al fucsia irradiado. Medio leímos y medio dedujimos las instrucciones de la bolsa, que eran sencillas: lavar en el grifo y poner a hervir en abundante agua durante cinco minutos los trocitos de curiosa apariencia para ablandarlos y eliminar el sabor acidulado
Mientras hervían los caracoles ful, cortamos unos brotes frescos de loto (como medio kilo más o menos) en rodajas, eliminando el extremo inferior y las hojas exteriores más duras. Los pusimos en una fuente de loza y los rociamos con una mezcla de dos cucharadas de azúcar morena y dos de vinagre (si es posible de arroz, si no intentar el de manzana, y si no hay otra cosa el de vino de calidad), removiendo bien para que se impregnen los trozos. Se dejan reposar durante 15 minutos en los cuales no estamos ociosos: escurrimos y refrescamos los pseudocaracolillos, cortamos en trocitos 200 gramos de carne de pollo asada (esa que sobra del pollastre del domingo comprado en el asador de turno) o salteada y lo mezclamos con 100 de morro de cerdo adobado cortado en tiritas y escaldado (crunch, crunch) y unas pocas gambas cocidas y peladas. Añadimos a esto unos tomates cherrys, un poco de cebolla tierna picada, una zanahoria en tiritas y un poco de pepino pelado en trocitos, que le dan color al plato, y como somos tolerantes con el picante, un chili verde picadito (el que no guste, que lo suprima). Por qué no, unos anacardos fritos (pocos si hay que negociar con las grasas) y unas puntas de bambú en conserva, bien escurridas, dieron mucho juego. Añadimos los caracolillos ful y el aliño, que consistía en 5 cucharadas de salsa de pescado thai (ajá, habíamos guardado la botellita que compraron para la anterior receta tailandesa), media cucharada de zumo de lima (en su defecto, limón) y pellizco generoso de hierbas frescas picadas como menta, cilantro, perejil, salvia (si es divinorum la experiencia será nirvánica)… Se revuelve con los trozos de loto y se deja reposar unos minutos a temperatura ambiente (siempre que en el ambiente no estén paseando pingüinos por el comedor encantados de la ola de frío) para que se equilibren los sabores.
Sírvase con zumos de frutas exóticas como guayaba, coco, mango, piña… o combinaciones de los mismos. Los diabéticos pueden acompañarla con agua fresquita (con o sin gas), con cerveza “sin” o con una limonada engañada con edulcorantes.
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Puaj, otra vez al McDonalds. Me vais a matar, cabrones.