Ahora, en España, en los colegios, que ya apenas existen (sustituidos por la odiosa palabra Instituto), no se estudia. No sé muy bien lo que se hace, pero estudiar no se estudia. Basilio Baltasar, antiguo editor y hoy relaciones públicas del conglomerado mediático PRISA, ha dicho en El Escorial (o en Santander, tanto me da) que la incultura en este país alcanza cotas asombrosas, ejemplos como que el noventa por ciento de los españoles no sabe de dónde vienen expresiones como "venderse por un plato de lentejas" o "la paja en el ojo ajeno".
Y es que como decía un pariente mío, en España abunda la "incultura enciclopédica". Del hecho de que este hombre de letras y de izquierdas haya denunciado la ignorancia básica de la sociedad española me he enterado por el ABC, periódico que en verano siempre leo, y siempre que sea de Sevilla, claro, y por Fernando Iwasaki, sevillano de apellido japonés y origen peruano. Será esto un ejemplo de globalidad, un chino con acento andaluz que habla bien sobre un progre que pone a parir el sistema educativo español. Y pretenden que con un par de horitas semanales de castellano los Jordis o Jaumes del futuro se defiendan con seguridad. Ya, y mi abuela, con un par de ruedas, sería una motocicleta.
Yo me eduqué en el bachillerato de Villar Palasí, el amigo de Polanco (qué curioso, hoy tiene todo algo que ver con el extinto padrone), bachillerato que tampoco era la Séptima Maravilla. Fui de notas buenas, pero sin pasarme. Abundancia de sobresalientes, pero salpicados convenientemente de notables, que tampoco la excelencia estaba bien vista entre mis colegas. Y todo eso sin jamás doblarla. Me bastó estudiar "algo" en el autobús, mientras iba de casa al colegio, para pasar con suficiencia las exigencias del profesor de turno. Tras Villar Palasí, vino el PSOE y por consiguiente el Caos. Se pasó de la EGB y el BUP a la ESO y el Bachiller. La puta Logse, inspirada en y por papanatas de medio pelo denominados "pedagogos", estableció que el esfuerzo y la disciplina son convenciones derechistas y retrógradas, y apostó por la evolución personal de cada alumno y la no memorización (que no repitan, que no son loros). Ya no se aprendían en clase poemas enteros (dichoso Espronceda y su Estudiante de Salamanca y su Pirata), ni la lista de reyes godos, pero tampoco los valores de la tabla periódica. Con el instrumental necesario (ordenadores, libros de "apoyo" y sobeteo de lomo alto, el alumno pasaba (y pasa) siempre el corte. La de veces que he presenciado a algún soplapollas de mi generación criticando la supuesta incultura norteamericana mientras defendía las excelencias del gobierno actual, a su parecer Santo Patrono de las Artes y de las Ciencias.
España debe de ser el país más ignorante de toda Europa. Tal vez en el Este, Albania, Montenegro o Bulgaria estén peor que nosotros, pero ellos tienen la excusa del comunismo que masacró haciendas y vidas. ¿Cuál es nuestra excusa? Iwasaki, el columnista del ABC que citaba al señor Baltasar, señor a quien por otra parte creo sinceramente un capullo integral las más de las veces, señalaba que los grandes beneficiarios del contagio de ignorancia celtíbero son nuestros dos grandes partidos gubernamentales. En parte, coincido con él (incluyendo, claro, al PNV y a CiU en el mismo redil, pues los resultados obtenidos en ambas regiones calcan a los del resto de España), pero tampoco se me escapa que la izquierda, sabia en esto, sale ganando con la incapacidad mental de nuestro tiempo y patria.
Siempre he tenido la impresión de que, cuanto mejor funciona el coco de un país, más conservador se vuelve. Hay que saber poco de la vida para defender que el actual gobierno de España sea poco más que una recua de funcionarios mediocres de partido. Por eso recuerdo desde este blog y esta particular sábana a un tipo muy grande, don Pedro Saínz Rodríguez, experto en Menéndez Pelayo y Jefe de la Causa Juanista durante mucho tiempo. Con él, los españoles empollaban, que menos da una piedra.
Etiquetas: Edgardo de Gloucester
[0] Para salir de la crisis, y evitar que la siguiente sea quasi terminal (es decir convertir España en un país de putas y camareros), es la reforma de la educación, pero mirando al bolsillo, dejarnos de monsergas del "derecho a la educación" (derecho al título académico) y evitando que los sindicatos metan sus sucias manos en ellas. Es necesario aumentar el nivel intelectual del país, y esto sólo se hace con esfuerzo...claro que a algunos esto les va bien, pues así es más fácil tener a la gente aborregada.