Carta abierta a Federico Jiménez Losantos
Ni arrepentido ni rebotado
Por José Manuel VidalRDViernes, 20 de junio 2008
Uno, que vivía tranquilo en su anonimato, resulta que lleva dos días lanzado al estrellato y a la fama de las audiencias millonarias. Por obra y gracia de Federico Jiménez Losantos, al que no tengo el gusto de conocer, pero que estoy aprendiendo a disfrutar y a sufrir. Gracias, hermano: me das notoriedad y no me quitas crédito. Es usted un crack mediático, pero tus insultos, maledicencias e insinuaciones, ya nadie se las cree. Sólo producen solidaridad hacia mí y el más instintivo de los rechazos hacia usted. Por lo tanto, señor Losantos, no le debo explicación alguna. Pero sí a nuestros numerosos lectores, ante las reiteradas insinuaciones que, desde hace tres días, vierte en antena contra mí.
¡Qué sensación tan rara escuchar mi nombre en sus labios, con su tonillo displicente habitual! Duele por dentro. En el estómago. ¡Ahora entiendo lo que deben sentir a diario, y desde hace años, Gallardón, Rajoy, Garzón, el Nuncio, monseñor Uriarte, el Abad de Montserrat o el cardenal Sistach! Y ellos son personajes públicos y yo, en cambio, un simple redactor.
Pues bien, en esa mezcla habitual de maledicencia, insinuaciones y argumentos ad hominem, Losantos me ha llamado estos días de todo. Con ese estilo tan suyo de barra de bar. Algunas perlas: "Vidal, Vidal, Vidalín que hace religión como yo ajedrez". "Vidal, cura rebotado que es lo peor de lo peor". "No le perdona a Rouco que le haya secularizado, porque el matrimonio no es lo que pensaba". "Tú, Vidal, has mentido..." Y así sucesivamente: a las 6, a las 7 y a las 8.
Vayamos por partes. En cuanto a las mentiras de las que nos acusa el locutor. Esto fue lo que publicamos:
El “caso Losantos” está visto para sentencia. Los obispos han tomado la decisión de no renovar a Federico Jiménez Losantos al frente de La Mañana de la COPE. El polémico locutor se saltó todas las barreras y se ha convertido en un problema para la Iglesia. Por eso, la mayoría de la Comisión Permanente del episcopado se pronunció a favor de la revocación de su contrato.
Los obispos harán pública hoy una nota, que habrá que leer entre líneas. En esa nota, exigen a Coronel de Palma que haga cumplir a todas las "estrellas de la radio" el ideario de la cadena. Lo cual, en el caso de los Losantos es "físicamente imposible".
La decisión la ejecutará el Consejo de Administración de la cadena. Y ya suenan posibles sustitutos. Por ahora, el que cuenta con más probabilidades es un veterano periodista radiofónico, de reconocido prestigio y contrastada solvencia profesional.
Me ratifico en todo y cada uno de los párrafos. Y si no me creen, lean los periódicos de hoy o escuchen la rueda de prensa de ayer en la Conferencia episcopal: El Ideario "obliga a todos" los profesionales de la cadena. Y Losantos es intrínsecamente incompatible con ese ideario. Lleva años demostrándolo a diario.
En cuanto al contrato. Dijimos que, en la Iglesia, entre muchos obispos había serias dudas de que Losantos hubiese firmado su contrato y que ese contrato tuviese validez jurídica y moral. Tanto lo dudaban los obispos que se lo preguntaron al representante de la Conferencia episcopal en el Consejo de Administración de la Cope, José María Gil Tamayo. Pues bien, al parecer el contrato está firmado, pero sólo con la anuencia de Alfonso Coronel de Palma y de Jenaro González del Yerro. ¿Y los demás consejeros? ¿Se les preguntó, se les pidió su consentimiento? No, padre. Luego es un contrato firmado de tapadillo. Y en contra del sentir mayoritario del Comité Ejecutivo de la CEE ya entonces. Y de la Comisión Permanente, ahora.
También aseguramos que Federico tenía los días contados en la COPE. Y lo sostenemos. Le queda un telediario. Seguro que no vuelve después del verano a su "púlpito". Y si vuelve después de vacaciones (el ritmo de la Iglesia es lento y pausado para todo), no pasará del turrón de Navidades. Un locutor con fecha de caducidad. No puede ser de otra manera. Se saltó todas las líneas rojas. Insultó a los propietarios de la cadena (desde el Nuncio a Sistach), se enemistó con todas las instancias sociales, religiosas y políticas del país. Hasta con el PP de Mariano Rajoy. Y, sobre todo, mancilla a diario la credibilidad y la imagen de la Iglesia. Credibilidad que una institución pierde pronto y tarda generaciones en recuperarse.
Y si eso a él, como ateo convicto y confeso, no le importa, a mí, creyente-pecador y "cura rebotado", sí. Llevo toda una vida luchando por el Evangelio. En los dos lados de la trinchera. Como cura primero y como laico después. Quizás la diferencia fundamental entre ambos sea precisamente que yo soy un hombre de Iglesia y él, no. Desde posturas abiertas (digamos "progresistas") sigo aportando mi granito de arena en pro de un Iglesia dialogante, plural, acogedora y samaritana. Por eso, me duele que, por su culpa, pierda credibilidad. A él, no.
Y, por supuesto, no estoy rebotado contra nada ni contra nadie. Me secularicé hace ya 20 años. Con todas las de la ley. Y con los papeles de Roma en regla. Por cierto, el cardenal Rouco y el cardenal Javierre movieron sus hilos en Roma para ayudarme en el proceso. Y me concedieron la secularización en menos de dos meses. Y sin alegar cosas raras. Quiero y estimo profundamente al cardenal de Madrid, aunque critique algunos de sus posicionamientos eclesiásticos. Porque Iglesia somos todos y, en ella, incluso los laicos tenemos el derecho y la obligación de disentir. Siempre por amor a la Iglesia.
Dejé el sacerdocio por amor, no por dudas de fe. Fui feliz mientras fui cura (pregunte a los feligreses de mis parroquias orensanas, a los que sigo visitando a menudo). Y soy tremendamente feliz ahora, casado con una mujer extraordinaria que da sentido a mi vida y dos preciosas hijas. Las tres son lo más bonito que Dios me ha dado.
No estoy, pues, arrepentido de haberme secularizado, como dice Losantos. Y nunca oculté que he sido cura. Al contrario, me siento orgulloso de ello. Gran parte de lo que soy se lo debo al seminario y a la Iglesia. Gracias a ella pude hacer tres carreras (licenciatura en Teología y en Sociología y Doctorado en Periodismo). No renuncio a mi pasado ni a mi memoria. Soy hijo de ambos. Y por todo ello, me siento profundamente agradecido a la Iglesia. Y en ella sigo, feliz y contento. Y por el Reino seguiré luchando, en la medida de mis pequeñas posibilidades. Con la conciencia tranquila y la cabeza muy alta.
1 – 200 de 243 Más reciente› El más reciente»