Esta señora se llama Janet Jackson y es, claro está, una parte de la familia negra del cantante blanco Michael Jackson. Si la traigo esta mañana al blog no es por su artística pose sino porque está escribiendo un libro. Como se lo digo. Un libro –supongo de los llamados de auto-ayuda– sobre sus problemas con la báscula. Yo le sugeriría que empezara por quitarse esa especie de estrella metálica que cubre su pezón derecho, aunque esto es sólo una opinión muy personal, claro. Y se lo sugiero, eso sí, desde la solidaridad que todos los gordos debemos profesarnos. Porque yo también tengo problemas con la báscula, como es público, notorio y hasta publicado. O, por mejor decir, es la báscula la que tiene problemas conmigo en las raras ocasiones en que me subo a élla. Problemas de resistencia de materiales, concretamente.
Lo del PP. Hay que escribir algo sobre lo del PP y la aparente desbandada de militantes. ¿Por qué se van? que, casi, decía Jeannette, si, finalmente, Mariano Rajoy no ha hecho ni dicho nada, de momento y que se sepa. ¿Se van, quizá, por el hecho de que Mariano se quede? ¿Se van porque se temen lo pedor (sic)? ¿Se van porque se fían del Congreso de junio lo mismo que yo de la defensa del Atleti? Definitivamente, ZP/Alicia es un hombre con suerte. Con baraka, incluso, por emplear el caudillesco calificativo que tan bien le cuadra. Porque, vamos a ver: con el lío de los 400 leuros, el petróleo subiendo magnis itineribus, el Euribor al 5%, la construcción en el mismísimo carajo y el gobierno totalmente puerperal, nadie habla de él, que para eso es el que manda. Nadie. Sólo PP, PP y PP. Bueno: y Mariano, claro. Yo sólo tengo de marianista mi formación de bachillerato. Pero, digo yo: ¿por qué estos señores que opositan, en lugar de irse, no le organizan una candidatura dura-durísima y se presentan en el Congreso? Como cuando ZP/Alicia, ¿recuerdan? Con un par: ganando a la señorita Matilde Durex Fernández y al elefante salobreño Pepe Besaviejas Bono. Y ganó, el tío. Por pocos votos, vale, pero ganó. Y aquí paz y después gloria, y al que Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. ¿Qué les hace falta para presentarse? ¿Un designado? ¿Un guía de corazones atribulados? Sólo entonces me los creeré. Mientras tanto, a ti el pelotón, Mariano, que los arrollas.
Un grupo de teatro infantil de mi pueblo ha encontrado, por fin, su nicho ecológico. Tras años de actuar poco más que en BBC (Bodas-Bautizos-Comuniones) para entretener a los niños, que acaban poniéndose muy pesados, presentaron, dos años ha, un magno proyecto artístico/lúdico/educativo a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y la autoridad pertinente se lo aprobó y financió. Se trata de concienciar/educar a los niños sobre los peligros del cambio climático y lo que los tiernos infantes pueden hacer al respecto. Casi ¡doscientas actuaciones! anuales en colegios públicos de toda la región. ¿El programa? Muy sencillo: directo al público infantil. Primero se asusta muchísimo a los niños representándoles de forma directa los peligros del cambio climático. Ya saben: la letanía. Mares que suben, costas que se inundan, nuestra región será un desierto, los parajitos caerán fulminados por el rayo térmico… En fin: lo normal para un niño. Y luego, claro, qué hacer. Pues muy fácil, queridos niños y niñas: ahorrar agua en casa y reciclar la basura, separando ésta por componentes (metálicos, vítreos, celulósicos y orgánicos). ¡Así acabaremos con la amenaza, con la hidra maligna! Dejad cerrado el grifo mientras os laváis los dientes y decidle siempre a mamá (a papá no, que es un guarro y sólo piensa en el fúmbol) que separe las latillas de las botellas de agua mineral y éstas de las mondaduras de patata. Y ya está. A vivir (de los impuestos), que son dos días.
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